Una Vision Filosofica de la Medicina
Autor: Dra. Dérika N López G | Publicado:  5/01/2010 | Historia de la Medicina y la Enfermeria | |
Una Vision Filosofica de la Medicina .1

Una Visión Filosófica de la Medicina.

 

Dra. Dérika N López G.

 

Especialista en Medicina Interna. Metabolismo Mineral.

Universidad de Carabobo. Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera.

 

Pareciera existir un acuerdo entre los historiadores, en cuanto a que la Filosofía, como término, concepto y como práctica, y la Medicina, como ciencia, son una creación propia del pensamiento y acción de los griegos. En realidad, la filosofía cultivada por los griegos, en razón de su categoría racional, permitió no sólo en nacimiento de la Medicina sino el de las ciencias en general, con lo cual se dio una contribución excepcional a la historia de la civilización; sin que lo anterior signifique minimizar el gigantesco aporte de esta cultura a las letras y al arte. (1)

 

Por otro lado, la Medicina modeló el espíritu científico, y disipó la acumulación de creencias y supersticiones existentes entre los griegos sobre las enfermedades al revelar el conocimiento del cuerpo humano y las fallas que suceden de él, no sólo por trastornos internos, sino, incluso por condiciones climáticas y ambientales. Con ello, la Medicina superó sus propios límites y contribuyó a hacer filósofos, historiadores, políticos entre otros, más conscientes del lado humano del hombre, logrando con ello disminuir las creencias en la omnipresente influencia de los dioses; así mismo se planteó preguntas abocadas a encontrar respuestas racionales en procura de establecer los hechos que causaban enfermedad. (1)

 

Desde sus orígenes, el ser humano ha tratado de explicarse la realidad y los acontecimientos trascendentales que en ella tienen lugar como la vida, la muerte o la enfermedad. Las primeras civilizaciones y culturas humanas basaron su práctica médica en dos pilares aparentemente opuestos: un empirismo primitivo y de carácter pragmático (aplicado fundamentalmente al uso de hierbas o remedios obtenidos de la naturaleza) y una Medicina mágico-religiosa, que recurrió a los dioses para intentar comprender lo inexplicable. En la actualidad gracias a los avances en la ciencia y la tecnología vemos como el hombre basado en racionalidad incorpora la lógica en el diagnóstico y en la aplicación de terapéuticas secuénciales, simultáneas ó alternativas en los diferentes padecimientos que lo aquejan. (4).

 

Recientes decenios han visto renacer la preocupación por relacionar el hacer médico con el pensar filosófico, ya no como algo obvio sino como cuestión: ¿realmente existe esta relación? Y si la hay ¿en qué consiste?, vemos entonces como E. Pellegrino formuló esta interrogante, y concluyó: que ambas disciplinas podían quedar vinculadas de cuatro modos:

 

1)     Medicina y filosofía entablando un diálogo sin perder su identidad, cotejando similitudes y descubriendo diferencias;

2)     Filosofía en Medicina, como la reflexión teórica sobre los métodos diagnósticos y heurísticos de la Medicina, su competencia en la definición de enfermedad y salud;

3)     Filosofía médica, un modo difuso de referirse a los médicos que someten su actividad a la reflexión, y

4)     Filosofía de la Medicina, que estudia lo peculiar de la práctica médica, el fundamento conceptual de la permisión que tiene la Medicina de invadir el cuerpo, de enfrentar decisiones de vida y muerte. (6).

 

Otros pensadores han destacado la filosofía de la Medicina como fundamentalmente preocupada por los aspectos cognitivos y éticos de lo médico, pero ello desconoce que la ciencia indaga según sus propios cánones en independencia de las teorías del conocimiento que ocupan a los filósofos (3). Y que, como tantas veces le ha sucedido a la filosofía en otros campos, se han desgranado de ella nuevas disciplinas como las éticas aplicadas y se ha constituido, en relación con la Medicina, una bioética de gran presencia académica. Con lo cual, si cognición y ética fuesen el meollo de la filosofía de la Medicina, ésta se habría vaciado de contenido propio. (2).

 

La Medicina contemporánea no puede enfrentar sus problemas sin una reflexión extratemática, por cuanto su ámbito de acción actual y potencial rebasa con mucho las tradicionales tareas de curar, paliar y prevenir enfermedad. La filosofía, por su lado, ha tiempo que abandonó sus inquietudes metafísicas clásicas, se refugió en el cultivo del pensamiento analítico y comenzó a desarrollar una reflexión en torno a la biología, al cuerpo, a la sexualidad y al género, dejando emerger nuevas perspectivas como la biofilosofía y la neurofilosofía. La complejidad de estas materias proviene de que ya no se trata de observar e interpretar fenómenos biológicos y estrategias terapéuticas, sino de aprehender que estas realidades están siendo profunda e irreversiblemente transformadas por el ser humano. (6).

 

Clásica es la definición de Medicina como el arte de cuidar la salud y recuperarla cuando ha sido perdida. La Medicina siempre se ha puesto por tarea cuidar y curar a las personas en la situación contingente que es la enfermedad, observación que no es trivial por cuanto sindica a la práctica médica como la única que incontestadamente está autorizada para interferir en los procesos naturales, imponiéndole a la enfermedad el artificio de la terapia. Lo cual, antes de ser un problema para la bioética, que por cierto lo será, significa uno frente a la filosofía, porque la vida humana ya no es una realidad sino un proceso de influencias artificiales que se desarrolla de acuerdo a una intención, un deseo o un interés.

 

Recorriendo este binomio Salud- Enfermedad podemos definir a la enfermedad como un proceso y status consecuente de afección de un ser vivo, caracterizado por una alteración de su estado ontológico de salud. El estado y/o proceso de enfermedad puede ser provocado por diversos factores, tanto intrínsecos como extrínsecos al organismo enfermo factores que se denominan noxas, y por otra parte la idea de lo que se entiende por salud depende de la interacción de múltiples factores sociales, políticos, económicos, culturales y científicos. Como apunta Briceño León (2000),”La salud es una síntesis; es la síntesis de una multiplicidad de procesos, de lo que acontece con la biología del cuerpo, con el ambiente que nos rodea, con las relaciones sociales, con la política y la economía de un país. (3) Todos los procesos anteriores no están aislados sino que se imbrican unos con otros, por lo que la salud depende en último término de la capacidad de controlar la interacción con el medio físico, el espiritual, el biológico, el político y social (Cumbre de Río de Janeiro 1992). Es por ello que la salud es un fenómeno social que solo puede ser explicado teniendo en cuenta que se trata de una estructura de alto grado de complejidad como son los hechos humanos una elevada cantidad de variables con fuerte interacción entre ellas. (3)

 

La idea de salud corresponde además a una condición histórica, pues en cada momento determinada sociedad puede tener una visión particular de la misma; de hecho, cada época corresponde a cierta estructura irrepetible de poder, técnicas, ideas, valores, costumbres, creencias y normas. De manera que la noción de lo que se entiende por salud es un producto o construcción social o como diría Emily Durkheim (citado en Rietze, 2002) “Un hecho social que puede ser tratado como una cosa y es externo y coercitivo al individuo.”

 

Se puede argumentar que la salud es un fenómeno cuantificable, y que múltiples fenómenos relacionados con ella son mesurables ó susceptibles de observación empírica. (1)

 

La justificación de actos sugiere que la disciplina de la cual debemos requerir ayuda es la filosofía, en particular la rama denominada ética. (3)

 

La ética aplicada a las disciplinas biomédicas es autónoma y, si bien utiliza elementos de las humanidades, de las ciencias sociales, de la biología, y de la Medicina, ha desarrollado un discurso propio que, conforme a su cometido, es más normativo que poético.

 

La bioética es llamada a preocuparse de la excelencia en clínica, investigación, salud pública, y en ecología, aquella excelencia que McIntyre agrega a las prácticas sociales que, más allá de cumplir su cometido, se vuelven estrategias al generar los bienes internos que enriquecen a la sociedad: el médico dedicado, el docente entusiasta, el investigador comprometido. (4)

 

El progresivo deterioro de las relaciones humanas y las condiciones desfavorables que históricamente vienen condicionando el hacer – pensar y sentir de los sujetos en una acelerada, mecanizada e individualizada sociedad moderna, revela un panorama complejo de rupturas y pérdida de sentidos reflejado en formas comunicacionales excluyentes y ejercicio político agotado, síntomas propios de un modelo o sistema con notables debilidades para responder al trascendental reto de preservar la vida en escenarios de verdadera convivencia. (5)


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