Dilemas eticos de la eutanasia
Autor: Dra. Nurmy C. Martinez Zamora | Publicado:  24/09/2007 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
Dilemas eticos de la eutanasia.

Dra. Nurmy C. Martínez Zamora, Dr. Baldomero H. Loy Vera, Dra. Bárbara R. Lugo Jáuriga.

RESUMEN


Se realizó una búsqueda bibliográfica sobre el tema de la eutanasia, comenzando por el comportamiento de los hombres ante la muerte a través de la historia de la humanidad hasta la situación actual. Ofrecemos distintos términos utilizados para referirse a la eutanasia y que no siempre están acordes con la definición que se ofrece de la misma así como las distintas clasificaciones que aparecen en la bibliografía consultada y las opiniones y los argumentos a favor y en contra de la misma de carácter religioso o no que plantean los distintos autores. También hacemos referencia a lo relacionado con el concepto de dignidad humana y la utilización que realizan del mismo los que abogan por y en contra de la eutanasia. Se señalan algunos aspectos referidos al cuidado del enfermo en estadio final de una enfermedad. Se plasman las opiniones de la autora sobre el tema y se relaciona la bibliografía consultada.

INTRODUCCION

La muerte ha ocupado en todas las épocas una posición central en la vida de las personas y por ende en el pensamiento y la práctica médica, su relación con el hombre ha sido cambiante de una sociedad a otra, mientras la cultura dominada por la tradición religiosa, que obviamente defiende la vida, aceptaba la muerte como límite del hombre y parte integrante de la condición humana, la cultura de la modernidad, ansiosa por dominar el mundo, ha removido y combatido la muerte.

Desde que comenzamos a entender el significado de la palabra muerte comenzamos también a temer el momento en que esta llegue, no solo a nosotros sino también a aquellos seres que nos son tan queridos como papá y mamá primeramente, luego, con el decursar del tiempo, se suman a estos amigos, esposo(a) y algo muy preciado por todos, los hijos. Acudimos al médico ante la menor sospecha de enfermedad en alguno de ellos y exigimos que el galeno tenga los conocimientos, la técnica y hasta poderes infinitos para que no suceda lo que tanto tememos, esta es una reacción que nos parece lógica, ¿por qué no luchar contra la muerte hasta vencerla?, ¿es que con tanto desarrollo de la ciencia y la técnica en nuestros días aun no somos capaces de vencerla?, ¿el médico no está en la obligación de curar a todo aquel se enferme?, ¡para eso estudió, por tanto, yo tengo derecho a exigirle que cumpla con su deber mas sagrado¡

Así discurre el pensamiento de gran parte de la humanidad en nuestros días y esto nos ha llevado a conductas que no siempre han sido ni son las más adecuadas, una de ellas, la eutanasia, es de las más discutidas y esto nos ha motivado a realizar este trabajo con el objetivo de conocer el desarrollo de esta tendencia a lo largo de la historia de la humanidad y los dilemas éticos que plantea la misma a las sociedades actuales.

El debate en torno a la eutanasia, el suicidio asistido por el médico y las llamadas decisiones médicas en torno al final de la vida ocupa un lugar sobresaliente en la bibliografía biomédica de hoy. Las opiniones que encontramos en los múltiples artículos publicados sobre el tema son variadas y contradictorias, dependiendo del trasfondo religioso, cultural y profesional de aquellos que participan en los debates.

La muerte es una parte inevitable del proceso vital, tan natural como nacer o crecer, aunque resulta mucho más difícil de afrontar. Cada persona adopta actitudes diferentes ante ella, que pueden ir desde la negación o la evitación de reflexionar sobre un hecho incuestionable, hasta la aceptación existencial. La postura individual del paciente (y de la familia) ante la idea de la muerte, fruto de sus experiencias, sus creencias religiosas y su situación concreta, influirá decisivamente en la forma de afrontar este proceso.

DESARROLLO

El término "eutanasia" abarca conceptos muy dispares y de encontrada significación ética. Como sugiere su etimología (del griego "eu-thanatos"), significa "buena muerte", en el sentido de muerte apacible, sin dolores ni tormentos (1, 2, 3, 4), y con esta acepción la introdujo en el vocabulario científico Francisco Bacon (1623). (1, 2, 4)

Actualmente el significado real es el de muerte indolora, provocada directamente por procedimientos médicos, de personas que son consideradas como condenadas a una vida irreversiblemente dolorosa o inválida, con la intención de "liberar" a esas personas del sufrimiento o a la sociedad de una supuesta carga inútil. (5)

La eutanasia es, por su naturaleza, un peligro médico, que sólo afecta a médicos y enfermeras, según se deduce de la definición anterior, ya que los rasgos propios de la eutanasia, lo que la diferencia de las otras formas de muerte provocada, son: el modo médico de inducirla y la intención "compasiva o liberadora".

Por ser la técnica y la compasión atributos muy propios del médico y de la enfermera competentes, se explica que la condena deontológica de la eutanasia sea muy fuerte: la eutanasia destruye el núcleo ético de la profesión. Cuando el médico rechaza la eutanasia, no está simplemente siguiendo sus convicciones morales o los preceptos de una tradición profesional milenaria: está siendo fiel a lo más genuino de su profesión.

El oscurecimiento contemporáneo del concepto de dignidad humana, deducido de la singularidad de nuestra especie en el mundo y base del derecho, es uno de los síntomas de un proceso preocupante que tiene en la eutanasia uno de los efectos mas notables.

Muchas personas creen que la eutanasia es un fenómeno nuevo, surgido con el desarrollo de las ciencias médicas, sin embargo no es así, el hecho de que en todas las sociedades han existido personas gravemente enfermas ha contribuido a que esta cuestión quede planteada en cada una de ellas. La eutanasia es un problema persistente en la historia de la humanidad en el que se enfrentan ideologías diversas. (1)

Son muchas las experiencias y connotaciones que se han desarrollado alrededor de la misma desde épocas primitivas hasta la actualidad, ello porque los fenómenos de la vida y de la muerte han generado siempre profundas reflexiones en la conciencia de los pueblos. Podemos señalar diversas etapas desde la época primitiva, pasando por el pensamiento clásico de la antigüedad, el pensamiento medieval, iluminista, e incluso hasta llegar al pensamiento humanista.

Etapa primitiva. Datos históricos revelan que entre algunos pueblos primitivos se acostumbraba a matar o abandonar a los ancianos y a las personas muy enfermas. Se cuenta que entre los esquimales se practicaba una especie de “eutanasia voluntaria”, pues a petición del anciano o del enfermo se les abandonaba tres días en un iglú herméticamente sellado; no obstante, existen antecedentes reveladores de que las sociedades primitivas se distinguieron por elaborar códigos que protegían e incluso privilegiaban a sus miembros ancianos.

Etapa antigua. Entre algunos pueblos, como los celtas, el designio eugénico se completaba con el propósito eutanásico, puesto que se daba muerte a los ancianos valetudinarios. La práctica extendida entre algunas tribus antiguas y grupos salvajes imponía como obligación sagrada al hijo administrar la muerte buena al padre viejo y enfermo.(5)

Pueblo judío. En el capítulo I, 9 y 10 del Libro Segundo de Samuel, de las Sagradas Escrituras, hay un párrafo que narra cuando el amalecita llega del campo de Saúl en busca de David, para contarle la muerte de su Rey en el monte de Gelboe. El Amalecita cuenta que estaba aquel clavado en su lanza tratando en vano de morir, pues lo espeso de la armadura de mallas que le cubría era obstáculo para que el arma penetrase enteramente en su cuerpo, por lo que Saúl le rogó al Amalecita que se colocase sobre él y le matase; éste le confesó a David que se puso sobre aquél porque sabía que no podría vivir después de su caída. Por esa forma de homicidio piadoso, David hizo matar al amalecita por haber dado muerte al “ungido de Jehová”. (5)

Pueblo griego. Esta no planteaba problemas morales en la antigua Grecia: la concepción de la vida era diferente. Una mala vida no era digna de ser vivida y por tanto ni el eugenismo, ni la eutanasia complicaban a las personas. Hipócrates representa una notable excepción: él prohíbe a los médicos la eutanasia activa y la ayuda para cometer suicidio.(1,5) Dentro de las ciudades griegas como en Atenas, el Estado tenía por costumbre suministrar el veneno – la cicuta – a quienes lo solicitaban explícitamente para poner fin a sus sufrimientos. Sin embargo, el término “eutanasia” no se empleaba para designar tales prácticas, las cuales eran catalogadas como “ayuda a morir”. En el caso de la sociedad espartana, los niños deformes eran abandonados, mientras los ancianos eran considerablemente respetados. Según la historia, grandes pensadores de Grecia y Roma practicaron el suicidio eutanásico. Se cuenta que el filósofo griego Diógenes se suicidó cuando cayó gravemente enfermo; de igual manera, Zenón de Sitio, fundador de la escuela estoica, y Epicúreo de quien se dice, no llegó a suicidarse, pero se embriagó para no tener conciencia de su muerte. Igualmente, la mentalidad eugenésica también condujo a la eutanasia. Platón en el Libro III de la República escribió: “…Por consiguiente, establecerás en nuestra república una jurisprudencia y una medicina tales cuales acabamos de decir, que se limitarán al cuidado de los que han recibido de la naturaleza un cuerpo sano y un alma hermosa. En cuanto a aquellos cuyo cuerpo está mal constituido, se les dejará morir y se castigará con la muerte a aquellos otros cuya alma sea naturalmente mala e incorregible”. También debe tomarse en cuenta al pensador Teofrasto (Siglo III A.C.), quien elogiaba a un tal Tracias de Mantenea que inventó remedios para inducir a una muerte fácil e indolora. La cultura griega siempre estuvo regida por el autogobierno y en la misma se acuñan diferentes ejemplos de eutanasia entendida como “correcto morir”.(6)

Pueblo romano. En Roma, similar a lo que acontecía en el pueblo griego, existía un depósito de cicuta a disposición de quien mostrase ante la corte deseos de abandonar la vida, lo cual, al decir de Jiménez de Asúa, respondía a la costumbre de facilitar el suicidio, más que a fines eutanásicos. Por otro lado, la eutanasia neonatal estaba autorizada legalmente en Roma a través de la Ley de las XII Tablas donde el padre podía matar al nacer a los hijos gravemente deformes. (6, 7, 8)

Etapa medieval. Durante la Edad Media se produjeron cambios frente a la muerte y al acto de morir. La eutanasia, el suicidio y el aborto son considerados como pecado, puesto que el hombre no puede disponer libremente sobre la vida, que le fue dada por Dios. El arte de la muerte (ars moriendi), en la cristiandad medieval, es parte del arte de la vida (ars vivendi); el que entiende la vida, también debe conocer la muerte. La muerte repentina (mors repentina et improvisa), deseo de tantas personas en la actualidad, se consideraba como una muerte mala (mala mors). Se quiere estar plenamente consciente para despedirse de familiares y amigos y poder presentarse en el más allá con un claro conocimiento del fin de la vida. (7). Durante esta etapa se habló sólo de “matar por misericordia” a los que caían gravemente heridos en el campo de batalla. Las guerras, pestes y epidemias acontecidas inspiraron, a causa del espíritu religioso, el “arte de bien morir”. Sin embargo, para los cristianos medievales la idea de matar por compasión resultaba repugnante, pues admitían que el dolor venía de Dios y debía ser aceptado como expresión de voluntad del Todopoderoso. El “no matarás” era considerado como el más importante de los diez mandamientos y ningún hombre podía infringirlo, aunque se tratase de los sufrimientos más crueles. A pesar de que Santo Tomás de Aquino en su obra “La Suma Teológica” no hace referencia alguna a la eutanasia, dedica dos cuestiones al suicidio el cual reprueba por tres razones: por ir en contra del amor que el hombre se debe a sí mismo, por ir en contra de la sociedad, y contra el amor de Dios. Tomás Moro en su obra “Utopía” manifestaba que, si bien a los incurables se les trataba de aliviar de sus enfermedades, si se trataba de un mal que no tenía cura y que causaba continuo dolor eran convencidos de que, en vista de que eran inútiles para las tareas de la vida, molestos para los otros y una carga para sí mismos no dudasen en morir. Además, pensasen en librarse de una vida tormentosa, procurándose la muerte o que otro se las diese. De esa manera, aquellos que eran persuadidos se dejaban morir de hambre o recibían la muerte mientras dormían sin darse cuenta.(1)

La llegada de la modernidad rompe con el pensamiento medieval, la perspectiva cristiana deja de ser la única y se conocen y se discuten las ideas de la Antigüedad clásica. La juventud, la salud y la vida eterna pueden ser alcanzadas con el apoyo de la técnica, de las ciencias naturales y de la medicina. Surgen pensadores que justifican el término activo de la vida, condenado durante la Edad Media. El filósofo inglés Francisco Bacon, en 1623, es el primero en retomar el antiguo nombre de eutanasia, y diferencia dos tipos: la "eutanasia exterior" como término directo de la vida y la "eutanasia interior" como preparación espiritual para la muerte. Con esto, Bacon se refiere, por una parte, a la tradición del “arte de morir” como parte del “arte de vivir”, pero agrega a esta tradición algo que para la Edad Media era una posibilidad inimaginable: la muerte de un enfermo ayudado por el médico. Tomás Moro, quien también justifica el suicidio, en Utopía (1516), defiende la eutanasia activa, sin usar este nombre.(1)Tanto para Moro como para Bacon es un requisito decisivo de la eutanasia activa el deseo del enfermo; contra la voluntad del enfermo o sin aclaración, la eutanasia no puede tener lugar: "Quien se ha convencido de esto, quien termina su vida, ya sea voluntariamente a través de la abstención de recibir alimentos o es puesto a dormir y encuentra salvación sin darse cuenta de la muerte. Contra su voluntad no se debe matar a nadie, se le debe prestar cuidados igual que a cualquier otro" dice Tomás Moro en Utopía. Sin embargo, en la práctica, el comportamiento general de los médicos no siguió las ideas de los filósofos: rechazaron la eutanasia externa; justificaron la eutanasia pasiva y preconizaron la eutanasia interior. Desde fines del siglo XIX, diversos enfoques, que señalan una nueva orientación, comienzan a exteriorizarse entre los médicos y pacientes, entre las personas y la sociedad. Hasta fines del siglo XIX en América del Sur existía la persona del “despenador” o “despenadora” encargada de hacer morir a los moribundos desahuciados a petición de los parientes.(1)El darwinismo social y la eugenesia son temas que también comienzan a debatirse. En numerosos países europeos se fundan, a comienzos del siglo XX, sociedades para la eutanasia y se promulgan informes para una legalización de la eutanasia activa. En las discusiones toman parte médicos, abogados, filósofos y teólogos. La escasez económica en tiempos de la primera guerra mundial sustenta la matanza de lisiados y enfermos mentales. El término eutanasia ha sido muchas veces separado de su sentido real, por ejemplo, los nazis hablaban de eutanasia para referirse a la eliminación de los minusválidos y débiles (Aktion T-4). En los Juicios de Nuremberg (1946 – 1947) se juzgó como ilegal e inmoral toda forma de eutanasia activa sin aclaración y consentimiento o en contra de la voluntad de los afectados.(1, 8)

Encontramos en la bibliografía revisada una serie de términos que se utilizan indistintamente por los autores para referirse a la eutanasia y que no podemos confundirlos con este, algunos de ellos son:

Suicidio asistido: consiste en proporcionarle al paciente los elementos necesarios para que él mismo dé fin a su sufrimiento.(1, 2, 3, 9, 10)

Ortotanasia: dejar morir a tiempo sin emplear medios desproporcionados y extraordinarios. Es la muerte en buenas condiciones, con las molestias aliviadas.(1, 2, 3, 9,10)

Muerte digna (también se denomina ortotanasia): es la muerte con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos humanos posibles. Consiste en el otorgamiento de medidas médicas paliativas (que disminuyen el sufrimiento o lo hacen tolerable), de apoyo emocional y espiritual a los enfermos terminales(1, 2, 3, 9, 10, 11)

Encarnizamiento terapéutico (también obstinación o ensañamiento terapéuticos): es la aplicación de tratamientos inútiles; o, si son útiles, desproporcionadamente molestos o caros para el resultado que se espera de ellos.(2,11)

Distanasia: consiste en el "encarnizamiento o ensañamiento terapéutico", mediante el cual se le aplican al enfermo todo tipo de acciones "terapéuticas" con el fin de prolongar su vida a toda costa, llegando a la muerte en condiciones inhumanas y antinaturales. (1, 2, 3, 9,10, 11)

Sedación terminal: es la correcta práctica médica de inducir el sueño del paciente, para que no sienta dolor, en los ya muy raros casos de dolores rebeldes a todo tratamiento. (11,12, 13)

Criptanasia: eutanasia activa por decisión personal del médico sin solicitud de paciente o familiares.(12)

Existen varias formas de calificar la eutanasia:

Prima en el contexto anglosajón la división en cuanto la eutanasia se lleva a cabo como una acción (to kill) o como una omisión (let die). Su traducción equivalente sería eutanasia activa y eutanasia pasiva respectivamente (1). Se ocupan en forma casi sinónima las calificaciones de positiva y negativa respectivamente. (1, 2, 11, 14).

Mientras que en el medio hispanohablante se han introducido conceptos provenientes de la evaluación ética de la eutanasia y se la califica de directa o indirecta en cuanto existe o no la intención de provocar primariamente la muerte en las acciones que se realizan sobre el enfermo terminal.

La eutanasia indirecta o lenitiva es la causada indirectamente al suprimir el dolor, como efecto secundario inevitable, y propiamente no se la debería llamar eutanasia. En muchas ocasiones es ética. (11)

Por los fines perseguidos la eutanasia directa se llama homicidio piadoso si la muerte se busca como medio para privar al enfermo de los dolores, o de una deformación física o de una ancianidad penosa o, en una palabra, de algo que mueve a la "compasión". (1)

También encontramos que algunos autores la califican como:

Eutanasia voluntaria: la que se practica a petición del enfermo. (1, 11)

Eutanasia involuntaria: cuando no la pide el enfermo, sino que se practica a petición de la familia o por la simple decisión del médico, que no consulta con el enfermo ni con su familia.(1,11)

Eutanasia Terapéutica: Es la debida a una causa de accidente o de enfermedad aguda, en la cual la muerte expone a la persona a sufrimientos crueles. Se le da también el nombre de eutanasia médica, argumentando que debiera concederse a los médicos el derecho de suprimir rápidamente al enfermo sin esperanza alguna de salvación dándole sosiego y la calma que por medio de sustancias narcóticas y calmantes.(11)

Eutanasia eugénica y económica: Es aquella que consiste en provocar artificialmente, y en cierto modo violentamente, una muerte dulce y sin sufrimiento a todo ser humano por causa de nacimiento, deformidad adquirida, accidente desgraciado o enfermedad incurable, pueda degenerar la raza o causar molestias semejantes.(1,11)

Eutanasia legal: Se refiere a la reglamentación de la eutanasia terapéutica o eugénica, dentro de ésta existen las siguientes:

Eutanasia propiamente dicha: Esta es provocada de un modo voluntaria para evitar sufrimientos físicos del sujeto pasivo, la cual se equipara al homicidio piadoso.

Eugenesia o eutanasia eugénico-económica: Realizada con el fin de mejorar la raza, sin el consentimiento de la víctima.

Eutanasia omisiva u ortanasia: Consiste en dejar morir a un enfermo, sin administrarle los medios necesarios para alargarle la vida, en los casos en que la prolongación sólo se consiga de una forma artificial y precaria.(11) 

Eutanasia autónoma: la provocación y preparación de la propia "buena muerte", sin la intervención de terceras personas.(11)

Eutanasia heterónoma: Resultante de la acción o participación de otra u otras personas. (11)


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