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                     La
        actividad psíquica que elabora la situación conflictiva, resolviéndola
        incluso cuando no hay una salida
        en la realidad, es la característica humana más importante de la
        madurez organizativa de la personalidad. Es a través de su
        funcionamiento eficaz que preserva el normal funcionamiento homeostático
        corporal.
                    
                     
                    Cuando
        esa capacidad mental es insuficiente para resolver sus conflictos con la
        sola elaboración psíquica, se producen diversos niveles de
        desorganización y cambios funcionales 
                    regresivos que pueden ser pasajeros o progresivos, reversibles 
                    o no.
                    
                     
                    La
        expresión somática es una posibilidad más, entre las numerosas formas
        de presentación de la desorganización patológica del individuo,
        cuando no alcanza a resolver sus conflictos por medio de la elaboración
        mental.
                    
                     
                    Sifneos
        en 1972
        acuña el término alexithymia ( A: privado, falta.  Lexis: lenguaje, palabras 
                    Thymos: emoción ) refiriéndose a un trastorno especifico de la
        función psíquica que afecta la capacidad de verbalizar y expresar
        afectos, tanto como la elaboración de fantasías.
                    
                     
                    Este
        disturbio cognitivo- afectivo resulta en una limitación en la
        comunicación afectiva. Descrito en pacientes psicosomáticos sería una
        condición predisponente para el enfermar psicosomático que puede
        encontrarse también en personas que no presentan estas enfermedades,
        pero que, ante situaciones conflictivas, tienden a reaccionar con 
                    desórdenes somáticos. Los vínculos con la realidad de estos
        sujetos son limitados, estereotipados y 
                    dependientes. Con un mundo interno pobre, se caracterizan por
        estar volcados a la acción como defensa para mantenerse relacionadas
        con los afectos externos y sostener su frágil y dependiente equilibrio
        de gratificaciones.
                    
                     
                    Viven
        aferrados a las cosas y a las situaciones concretas en conductas que
        muchas veces escapan a la simbolización. El lenguaje del sujeto también
        queda a nivel de la acción, apegado estrechamente a la materialidad de
        los hechos y al uso de las cosas. Sus capacidades asociativas son
        pobres, puesto que son incapaces de atribuir a las personas o a los
        objetos otras cualidades que no sean las que derivan de datos puramente
        descriptivos, fruto de la percepción directa, impersonal. El infarto de
        miocardio es el evento más traumático en el curso de la enfermedad
        cardiovascular y sus concomitantes psicológicos están siempre
        presentes cuando el paciente llega a la unidad coronaria. Las reacciones
        psicológicas al infarto de miocardio pueden ser variadas, resultantes
        del temor a la muerte y a la pérdida de confianza en sí mismo. Estas
        reacciones oscilan de moderadas a exageradas y pueden conducir a un
        proceso patológico de inadaptación.
                    
                     
                    La
        negación es un mecanismo defensivo 
                    para enfrentar la angustia de una enfermedad aguda que puede
        amenazar  la vida. Muchos de
        los llamados infartos de miocardio sin dolor pueden representar negación
        o interpretación errónea voluntaria del significado de los síntomas
        de dolor en el pecho. Sin embargo, un nivel adecuado de negación puede
        resultar beneficioso para el pronóstico al reducir el nivel de ansiedad
        y hacer más favorable el curso clínico de la enfermedad, ya que el
        estado de ansiedad produce una mayor secreción de catecolaminas.
                    
                     
                    Otro
        signo visible del mecanismo de negación es la tardanza para entrar al
        hospital. Los pacientes que demoran su entrada al centro médico tienen
        tendencia a negar la importancia de sus síntomas, aun cuando
        experimenten dolores agudos y sepan que están relacionados con 
                    un problema al corazón. En ocasiones, los pacientes demoran en
        solicitar asistencia o se automedican
                    
                     
                    Luego
        de varios días en la unidad coronaria, la mayoría de los pacientes
        comienzan a mostrar señales de preocupación. Se dan cuenta de que algo
        les ocurre y de las consecuencias potencialmente
        graves - o incluso fatales- de haber sufrido un infarto de miocardio.
        Les preocupa la posibilidad de no poder funcionar en su trabajo, o como
        maridos, o padres. Comienza aquí un proceso de duelo por el rol y las
        actividades que antes se ejercían y que ahora deberán cambiar.
                    
                    
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