Terapia psiquica en el sindrome doloroso regional complejo
Autor: Dr. Yovanny Ferrer Lozano | Publicado:  29/03/2008 | Psicologia , Anestesiologia y Reanimacion , Psiquiatria | |
Terapia psiquica en el sindrome doloroso regional complejo.2

A continuación les enumeramos las mismas:

 

  • Manifestaciones de ansiedad como estado y rasgo que se mantienen entre los niveles medio y alto.
  • Dificultades en la regulación de las emociones.
  • Baja tolerancia a las frustraciones.
  • Predominio del estado de ánimo depresivo, con pérdida de interés por actividades habituales
  • Creencias pesimistas relacionadas con el estado de salud, centradas en una visión negativa de su persona, su vida y su futuro.
  • Presencia de diversas distorsiones cognitivas, con cierto predominio de sobregeneralización, pensamiento polarizado, visión catastrófica y los “debería”.
  • Estilos de afrontamiento a las situaciones desde las emociones.
  • La intensidad de los síntomas según son referidos es desproporcionada en comparación con la severidad del trauma, que puede ser absolutamente mínimo.
  • Pocas habilidades comunicativas, lo que repercute en el inefectivo proceso de solución de problemas.
  • Daños en la esfera de las relaciones interpersonales, especialmente la relación con los profesionales de la salud que los atienden, en la mayoría de los casos por la tendencia del paciente a interpretar su dolor de manera inadecuada, a no aceptar en algunos casos la cronicidad del mismo expuesta por el especialista y a no aceptar mucho menos la participación de lo psíquico en su vivencia declarándola puramente fisiológica.

 

Discusión

 

La incidencia de pacientes con Síndrome de Dolor Regional Complejo (SDRC) en los últimos años ha tenido un ligero aumento. Dos hipótesis tratan de dar a este fenómeno: o el conocimiento de las ciencias médicas ha avanzado tanto que se puede diagnosticar mejor este trastorno y de ahí el ligero aumento en el número de casos que se aprecia, o las constantes exigencias de la vida cotidiana y los estilos de afrontamiento utilizados para responder a ella, en un gran porciento de la población, están siendo inadecuados y actúan como predisponentes para la aparición de tales alteraciones (6).

 

La experiencia clínica nos demuestra que el Sistema Nervioso Simpático es el responsable de mantener y perpetuar ciertos síndromes dolorosos crónicos (7). Las siguientes acciones eferentes de este componente del Sistema Nervioso Autónomo están involucradas en la generación y mantenimiento del Síndrome de Dolor Regional Complejo (SDRC):

 

  • La función simpática en el área afectada es anormal: edema, sudoración y distrofia en la piel (trastorno sudomotor) y alteraciones del flujo sanguíneo con cambios en la temperatura (trastorno vasomotor).
  • Pronto alivio del dolor tras una terapia simpaticolítica, en aquellos casos con dolor mediado por el simpático.
  • Activación del sistema nervioso simpático por ruidos intensos, aplicación Iontoforética o aplicación intradérmica de agentes adrenérgicos, que exacerban el dolor.

 

Sin embargo, se ha demostrado también que el dolor en esta patología no siempre es generado, mantenido ni perpetuado por dicho sistema, aunque se puede considerar que existen normalmente interacciones simpático-sensitivas en los tejidos sanos en el humano, demostrándose que su actividad y las catecolaminas pueden estimular primariamente los nociceptores aferentes. De aquí que se haya reportado tanto fracaso terapéutico con solo Simpaticolíticos en los casos de Síndrome Doloroso Regional Complejo Tipo-I (8). El dolor es un fenómeno complejo y multideterminado. Encierra a un "sistema de alarmas" que compromete a todo el organismo y en el que intervienen: los sistemas nerviosos periférico y central, el sistema nervioso vegetativo, el sistema endocrino, factores psicológicos atribuidos a la personalidad del sujeto que experimenta el dolor, factores históricos (experiencia previa), ambientales (círculo familiar y social) y circunstanciales (condiciones en que se experimenta el dolor). Por eso el dolor de cada paciente es específico y diferente. No existen grupos de exclusión.

 

Las características de personalidad mediaran en la aceptación y enfrentamiento del síndrome, por tanto, cualquier ser humano podrá desarrollar la enfermedad siempre y cuando lo biológico y la personalidad así lo condicionen. Por ello sería imposible ofrecer protocolos cerrados desde el punto de vista terapéutico y abordar la problemática solo desde el paciente sin considerar su entorno.

 

En el orden psicológico las mayores dificultades se concentran en la aceptación del trastorno y sus respectivas consecuencias, que pueden llegar hasta la amputación de la extremidad en los estadios más severos, y en la regulación de estados psíquicos de ansiedad y depresión generados por la misma sintomatología presentada y las limitaciones que esta impone(9). El dolor cobra gran relevancia, no solo por el daño a nivel nervioso que se presenta, sino por las propias vivencias subjetivas que se experimentan como parte del cuadro interno y que avalan la existencia de un trastorno mental. Es importante combinar técnicas cognitivas que vayan dirigidas a las creencias erróneas construidas en torno a la enfermedad, técnicas conductuales enfocadas hacia la comprensión y modificación del comportamiento humano a través del entrenamiento, partiendo del análisis del contexto y de las causas de dichas manifestaciones y técnicas de relajación que permitan una mejor disposición del paciente ante su nueva realidad (10).

 

Se hace necesario enseñar al paciente a enfrentar el dolor, a convivir con las limitaciones que el mismo síndrome impone, además de orientar a sus familiares para que se conviertan en una activa red de apoyo social. El primer signo de rehabilitación física y psicológica será que el sujeto deje de centrar su vida en la enfermedad. No se obtendrá un buen resultado final si se vence la invalidez física y no la psicológica. Estás última podrán marcar al individuo para toda la vida. Cualquier momento será medular para comenzar el tratamiento. Un diagnóstico tardío no debe ser causa para renunciar a la terapéutica. El pronóstico futuro depende en gran parte de ello.

 

Bibliografía

 

1.     Greipp ME. Complex regional pain syndrome type I: research relevance, practice realities. J Neurosci Nurs. 2003; 35(1): 16-20.

2.     Forouzanfar T, Koke AJ, van Kleef M, Weber WE. Treatment of complex regional pain síndrome type I. Eur J Pain. 2002; 6(2): 105-122.

3.     Price DD. Psycological and neural mechanisms of the affective dimension of pain. Science, 2000; 288:1759-1772.

4.     Ferrer, D; Rodríguez, L; Ferrer, Y: La configuración del sentido de la vida en pacientes con amputaciones traumáticas de las extremidades. Cuaderno de Investigaciones Corporación Universitaria Ibagué, Colombia, 2003; 5: 34-53. ISN: 1657-401X

5.     González, F. La Personalidad: su educación y desarrollo. Ed. Pueblo y Educación, La Habana 1989

6.     David J, Basbaum AI. Molecular mechanisms of nociception. Nature, 2001; 423:203-10.

7.     Ribbers GM, Geurts AC, Stam HJ, Mulder T. Pharmacologic treatment of complex regional pain syndrome I: a conceptual framework. Arch Phys Med Rehabil. 2003; 84(1): 141-146

8.     Hubbard PHD. Reflex dystrophy syndrome. J Infus Nurs. 2002; 25(2): 121-126.

9.     Karakurum G, Pirbudak L, Oner U. Sympathetic blockade and amitriptyline in the treatment of reflex sympathetic dystrophy. Int J Clin Pract. 2003; 57(7): 585-7.

10.   Serra J. Tratamiento del dolor neuropático. Es necesario un paso adelante. Rev. Soc. Esp. Dolor. 2002; 9: 59-60.

11.   Pérez RS. The treatment of complex regional pain syndrome type I with free radical scavengers: a randomized controlled study. Pain. 2003; 102(3): 297-307


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