Educacion en valores en la carrera de Estomatologia. Una necesidad y un reto de nuestros tiempos
Autor: Dr. Luis Hernández Pedroso | Publicado:  23/05/2008 | Formacion en Ciencias de la Salud , Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Odontologia y Estomatologia | |
Educacion en valores en la carrera de Estomatologia. Una necesidad y un reto de nuestros tiempos.2

Es además un rasgo negativo en la sociedad, que dificulta la relación y solidaridad interpersonal; debe ser combatido mediante el desarrollo de una correcta actitud para identificar y descubrir valores, de modo que la persona, en cualquiera de las facetas de su desarrollo, se identifique con dichos valores y pueda ser ayudada a que se descubra a sí misma. Sobre el particular, el destacado bioeticista cubano, el Dr. Varán Von Smith, expresó: “El ejercicio de la solidaridad es la acción que más satisface al enfermo y produce mayor satisfacción al médico cuando la práctica”; pero existe una capacidad superior de solidaridad : aquella atención practicada fuera del país a un paciente de otra cultura, que está por encima de diferencias idiomáticas, raciales o niveles de desarrollo socioeconómico y se realiza solo en virtud del internacionalismo médico; actitud moral que deviene la más hermosa solidaridad entre los hombres.

 

Desarrollo:

 

La formación y desarrollo de valores constituye un objetivo esencial en la educación cubana. A ella se dedica atención especial en los diferentes niveles de enseñanza a través de la concepción e instrumentación de proyectos educativos en los que el profesor ocupa un papel rector en el sistema de influencias que propician la formación y desarrollo de valores en los estudiantes. El reconocimiento del carácter activo del estudiante en la construcción de sus conocimientos y valores en el proceso de enseñanza-aprendizaje es un reclamo de las tendencias pedagógicas contemporáneas; sin embargo, la naturaleza y límites de las funciones y relaciones del profesor y el estudiante en el proceso de enseñanza-aprendizaje son entendidas de diferente manera según las concepciones pedagógicas en que se sustente la práctica educativa. En ese sentido, hay concepciones pedagógicas actuales que abogan por un carácter participativo de la enseñanza donde el estudiante asume un papel cada vez más protagónico en la conducción de su aprendizaje y donde el profesor deja de ser la figura autoritaria que impone el conocimiento y decide qué y cómo aprender, haciéndose muy común en los últimos años escuchar la expresión: “el profesor es un facilitador del aprendizaje”. De esta manera el medio social es concebido como el escenario que facilita o entorpece las tendencias internas del desarrollo humano.

 

Así en la Pedagogía no directiva enseñar significa permitir que el estudiante aprenda, es decir, propiciar las condiciones para la expresión de sus potencialidades innatas en un clima afectivo favorable de comprensión, aceptación y respeto.

 

La práctica de la medicina, aun en sus formas más primitivas, siempre estuvo acompañada de la satisfacción de determinadas normas morales y profesionales consecuentes con el nivel de desarrollo de las distintas formaciones económicas sociales. La ética médica es una manifestación particular de la ética general, que trata específicamente los principios y normas de conducta que rigen entre los trabajadores de la salud y su problema fundamental es la relación médico-paciente e íntimamente vinculada a ella, la relación entre los trabajadores de la salud entre sí y de estos con familiares de los pacientes. Los códigos actuales de ética médica responden, por un lado, a especificidades socioeconómicas y culturales de cada país y por otro, a normas de carácter internacional aprobadas en diferentes organismos y asambleas mundiales. Estos códigos de alguna manera tienen repercusión legal y la base de las normas que establecen el comportamiento del personal de la salud está en un conjunto de valores morales que configuran la personalidad de este profesional.

 

El amor al trabajo y al hombre, el respecto por la vida y el ser humano en su integridad, el sentido del deber, la responsabilidad, la honestidad, el altruismo, el desinterés y la dignidad profesional entre otros, son valores que deben llegar a convertirse en virtudes que caractericen la actuación del médico al asimilarse como valores personalizados, expresión legítima y auténtica del sujeto que los asume.

 

En muchas sociedades en las que predominan relaciones de producción basadas en la explotación del hombre por el hombre, frecuentemente estos documentos y sus implicaciones morales, se convierten en “códigos moralistas” y el interés económico determina el ejercicio de sus preceptos. En Cuba, donde la salud es un derecho del pueblo, se dan mejores condiciones para que la significación social positiva que se le da al objeto salud y a las actitudes a él asociadas (sistema objetivo de valores), sea más coherente con la valoración individual de cada sujeto (sistema subjetivo de valores).

 

El carácter objetivo de los valores está dado por la esencia objetiva que tiene la actividad práctica de los hombres, que le confiere un significado positivo (tendente al progreso social) a los objetos, fenómenos y procesos, en la medida en que satisfacen necesidades sociales, que a la vez son también objetivas, por ser su contenido “síntesis de las necesidades individuales de muchos miles de millones de hombres, pasados, presentes y futuros”. Esto explica que los valores sean considerados dinámicos, dependientes de condiciones históricas concretas y jerárquicamente estructurados. Sin embargo, en la vida cotidiana no solo actúan como sujetos de la valoración, la sociedad y los grupos humanos, sino también el hombre como ser individual. En este sentido el doctor JR Fabelo expreso: “cada sujeto social, como resultado de un proceso de valoración, conforma su propio sistema subjetivo de valores que puede poseer mayor o menor grado de correspondencia con el sistema objetivo de valores, en dependencia ante todo del nivel de coincidencia de los intereses particulares del sujeto dado con los intereses generales de la sociedad en su conjunto, pero también en dependencia de las influencias educativas y culturales que ese sujeto recibe y de las normas y principios que prevalecen en la sociedad en que viven. Esto valores subjetivos o valores de la conciencia cumplen una función como reguladores internos de la actividad humana”.

 

En cada sociedad concreta existe además “un sistema de valores instruido, reconocido oficialmente”, en él se expresa la significación social positiva que para el progreso de esa sociedad y la satisfacción de sus necesidades históricas concretas tienen los objetos y fenómenos. Este sistema de valores está en la base de “la ideología oficial, la política interna y externa, las normas jurídicas, el derecho y la educación formal”. En Cuba, los valores socialmente instituidos para los profesionales de la salud, se sustentan y pueden ser identificados en el Código de Ética y Deontología Médica. El sistema de salud cubano, basado en los principios del carácter estatal socialista, gratuito, accesible, preventivo y altamente calificado de la salud pública, así como de la unidad de la ciencia, la docencia y la práctica médica con participación activa de las masas en las tareas de la salud y la práctica del internacionalismo, hace que cobren una dimensión excepcional los valores mencionados en otros códigos e introduce otros nuevos como el del internacionalismo, la solidaridad humana y el patriotismo.

 

En la labor del médico cubano se combinan los componentes asistencial, docente e investigativo, por lo que en su actuación aparecen exigencias correspondientes a otras profesiones como la pedagógica y la de investigador. De hecho, esta peculiaridad se refleja en el Código de Ética y Deontología Médica, a diferencia de otros. La relación con los educandos y la responsabilidad en el desarrollo de investigaciones biomédicas son aspectos contemplados en él. Esto determina que este código contenga una visión integral de la actuación de los profesionales de la salud bajo las condiciones de la sociedad cubana. Todo este sistema de valores y su manifestación cotidiana en la conducta de la mayoría de los profesionales de las Ciencias Médicas en Cuba, justifican el merecido respeto del que gozan en el país y el que ya se han ganado en el plano internacional.

 

Formación de valores morales: un enfoque pedagógico

 

La concepción de que el proceso de formación de un profesional incluye no sólo la asimilación de conocimientos, habilidades y destrezas, sino además el logro de una personalidad que como nivel superior de lo psíquico regule su conducta, es ya aceptada por la mayoría de los claustros de la Educación Superior, en los cuales la función educativa de la labor que realizan es cada vez más reconocida.

 

La configuración de una personalidad supone la integración de una serie de formaciones psicológicas complejas como las necesidades, los motivos y las convicciones, entre otras, cuyo núcleo es la unidad entre lo afectivo y lo cognitivo que en el proceso de enseñanza-aprendizaje se concreta en la unidad entre lo instructivo y lo educativo.

 

El trabajo educativo en la Educación Medica Superior se concibe en 3 dimensiones fundamentales: la curricular, la extensión universitaria y la político-ideológica mediante las organizaciones políticas y de masa. La combinación y coherencia de las influencias en estas direcciones, que cuentan sobre todo con el protagonismo estudiantil en cada una de ellas, constituye factor esencial en el logro de las aspiraciones formuladas. En el marco de esta labor, desempeña una función fundamental la formación de valores, por su capacidad movilizativa y motivadora, por constituir elemento esencial de las convicciones, por su impacto en la calidad del desempeño futuro del profesional, por formar parte de la moral profesional y sobre todo como expresa Cintio Vitier por ser “antídoto contra muchos venenos”, “fuerza para resistir adversidades”, “capacidad para generar nuevos espacios de creación, libertad y gusto por la limpieza de la vida” y promotores en fin del “mejoramiento humano”.

 

Recordamos que en 1995 la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Técnica de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, convocó una audiencia pública sobre formación de valores en las nuevas generaciones. El reclamo encontró oídos receptivos en el pueblo y sus instituciones, quienes reflexionaron y emitieron ideas y proyectos sumamente valiosos que fueron profundamente analizados, este hecho de relevancia estatal al problema planteado hizo que cobrara nueva vigencia y focalizara la atención de investigadores y directivos de diversas instituciones y organizaciones, en particular aquellas que más vinculadas están a la educación de las nuevas generaciones. Sin embargo, el abordaje serio y científico de este proceso reveló que aunque durante muchos años se había venido trabajando en la formación de la conciencia moral de las nuevas generaciones, faltaba una sistematización de estas experiencias, sobre todo contextualizadas en nuestro medio y en particular en la Educación Medica Superior.


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