Reflexiones bioeticas sobre el manejo del adolescente
Autor: MsC. Leonardo Ramírez Mora | Publicado:  23/10/2009 | Pediatria y Neonatologia , Psicologia , Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
Reflexiones bioeticas sobre el manejo del adolescente.3

Desde hace varias décadas, las sucesivas conferencias internacionales sobre población desarrollo, sobre derechos humanos y de la mujer hasta llegar a El Cairo y Beijing, fueron ampliando las visiones y los marcos conceptuales referidos a la sexualidad y la reproducción humana. A través de ello, se construyeron nuevos discursos que explicitaron los requisitos, las bases para la acción y la orientación de las voluntades políticas que son necesarias para que se realice el bienestar sexual y reproductivo de las personas, en particular de las mujeres. Las nociones de salud sexual y reproductiva, no cabe duda, abrieron cauce a la actualización de los derechos humanos en estos ámbitos,“la capacidad de reproducir y la libertad de decidir si, cuando y con que frecuencia” -, ahora se encuentran incorporados a la gramática de los derechos humanos por medio de los documentos de El Cairo y Beijing. Además, la frase “respecto por la integridad de la persona” fue introducida para sustituir cualquier referencia a la “ integridad física” o del cuerpo, en cualquier forma (pues algunas feministas temían que ella fuera aplicada al feto). Los documentos de El Cairo y Beijing resumen la construcción de conocimiento y conciencia colectiva de sectores importantes de la sociedad civil, los gobiernos, y organismos internacionales, así como también, los consensos a la direccionalidad y contenido de las políticas a impulsar.

 

El término derechos reproductivos surge de la acción de las mujeres militantes e incluyen a la libertad de elección dentro del campo más amplio del ejercicio de la ciudadanía como garantías legales y beneficios del Estado y también como espacio de transformación de las relaciones sociales y de género.

 

Los derechos sexuales y reproductivos, dos elementos claves poder y recursos. Poder para tomar decisiones informadas acerca de la propia fecundidad, crianza de los-as hijos-as, salud ginecológica y sexualidad. Recursos para llevar adelante estas decisiones en condiciones seguras y efectivas. Además, este concepto remite a la legitimación social de una sexualidad desprovista de fines (concientes) reproductivos. Se refiere a poseer y ejercer el derecho a abortos seguros, métodos anticonceptivos seguros y eficaces, embarazo y parto seguros, prevención y tratamiento de enfermedades de transmisión sexual y SIDA, de infertilidad y de cáncer genito-mamario, servicios de salud integrales y de calidad, libertad de elecciones o decisiones sexuales y reproductivas, libres de coacción y violencia.

 

La conceptualización de los derechos reproductivos estaba directamente relacionada con el derecho al aborto seguro y legal y a la anticoncepción. Las feministas transformaran el discurso del aborto en “un concepto mucho más amplio que denota el derecho humano de las mujeres a la autodeterminación sobre su propia fertilidad, maternidad y los usos de sus cuerpos; métodos seguros y servicios de buena calidad los derechos sexuales y reproductivos entendidos como libertades o elecciones privadas no tienen significado, sin las condiciones habilitantes a través de las cuales éstos pueden ser ejercidos.

 

Para maximizar las posibilidades de éxito en la prevención de actitudes de riesgo promoviendo un ejercicio responsable de la sexualidad, se deberían intentar actuaciones en un doble plano, incluyendo la formación a nivel educativo (involucrando tanto a profesores como a los propios padres de los adolescentes) y la creación de un clima social favorable (cooperación de medios de comunicación, agentes sociales, apoyo político institucional). Respecto al clima desarrollable face to face con los adolescentes, tanto en la escuela como en las familias, parece básico señalar que sólo una educación integral en valores puede aportar el marco apropiado para que se comprendan conceptos como la lealtad en las relaciones de pareja, el respeto hacia la otra persona, el autodominio en el control de la afectividad, la aceptación del compromiso como un valor positivo, la apertura hacia la entrega que supone aceptar una gestación, etc. En este sentido, se deberían propiciar encuentros con los padres para encarar posibles dudas sobre la educación de los hijos adelantándose a problemas futuros.

 

Se intentará así fomentar la madurez afectiva del adolescente, intentando prevenir que las primeras relaciones sexuales obedezcan presiones del grupo que le rodea, por seguir una moda más o menos impuesta pero no deseada o como consecuencia de situaciones de alcoholismo o consumo de drogas. Este último tipo de relaciones compulsivas, precipitadas, realmente no reflexionadas, son las que pueden con más facilidad dejar secuelas psicológicas o dar lugar a embarazos no deseados, de los cuales un importante porcentaje acabará engrosando el número de abortos ya existente. Por eso, no ya desde una perspectiva moral sino desde la estrictamente sanitaria, estas situaciones deben ser consideradas como evitables. Posiblemente el personal docente de los centros educativos no sean los más apropiados para impartir este tipo de enseñanza de valores éticos de la afectividad y la sexualidad. Por ello, parece más deseable lograr la participación de personal médico con formación específica en ética sexual, capaz de transmitir no sólo conocimientos de genitalidad sino habilidades para vivir una sexualidad que respete en todo momento la dignidad de la pareja. Esta visión integradora de la sexualidad debe ser respaldada por la sociedad para no crear un clima de esquizofrenia intelectual entre las enseñanzas recibidas en el entorno próximo del adolescente y lo que se percibe a través de otras fuentes de información. De esto se deriva una gran responsabilidad para los poderes públicos, que pueden propiciar un clima favorable a un ejercicio responsable, favoreciendo que se considere como una simple actividad lúdica más.

 

La edad de inicio sexual se ha adelantado en ambos sexos, con respecto a las generaciones mayores, una proporción importante de los jóvenes inicia actividad sexual antes de los 19 años y la mayoría lo hace sin protección anticonceptiva.

 

Las campañas de salud sexual donde se recuerde a los adolescentes que «las relaciones no son un juego» puede favorecer la aceptación de normas de autocontrol por parte de los jóvenes, al crearse un clima favorable para ello del mismo modo que se ha propuesto en relación con el abandono del tabaquismo o del rechazo promovido frente al consumo de drogas. Las exigencias de cumplimiento de un código ético consensuado al enfocar estos temas en los medios de comunicación de mayor impacto (televisión, publicidad) sería otra de las medidas deseables a desarrollar. Esta propuesta se situaría en el mismo plano en el que ya está la clara exigencia de respeto hacia las diferencias raciales o culturales en nuestra sociedad. No es, por tanto, imposible de llevar a la práctica. Bastaría con hacer llegar a la opinión pública la magnitud del problema sanitario originado por un mal ejercicio de la sexualidad y las razones por las que se justifica el destinar recursos a promover su ejercicio favoreciendo lazos de compromiso entre los jóvenes.

 

El embarazo en la adolescencia, constituye por sí solo un gran riesgo para la salud sexual y reproductiva, el embarazo en la adolescencia presenta diversos problemas. Según un estudio en algunos países hasta un 80% de los embarazos en chicas de 14-15 años no se controla. Por otro lado en este grupo de población aumenta la incidencia de aborto espontáneo, anemia, nutrición deficiente y, sobre todo, el parto pretérmino. También se incrementa el riesgo de parto por cesárea, lo que puede condicionar el futuro reproductor de la chica. "Además, aunque sigue siendo muy bajo, se duplica el riesgo de mortalidad materna y del recién nacido; ocasiona un impacto psicológico de la chica: negación, depresión, miedo, ansiedad… y a largo plazo aumenta la tasa de fracaso escolar y abandono de los estudios. Normalmente la relación de la pareja no prospera, se presentan cuadros de violencia doméstica y puede establecerse un vínculo anómalo con el hijo, pudiendo sufrir éstos con más frecuencia el abandono, accidentes y malos tratos físicos y psíquicos".

 

El perfil del chico es de uno o dos años mayor que la chica, de su mismo entorno y que sigue bajo la tutela paterna. Estos jóvenes, que pueden padecer trastornos psicológicos a largo plazo, suelen reaccionar de dos formas: quieren asumir la responsabilidad y abandonan el colegio para ponerse a trabajar; o, por el contrario; niegan absolutamente su responsabilidad. "Los hijos de esas parejas son las verdaderas víctimas. Las tasas de fracaso escolar aumentan en estos niños, así como los desórdenes en la conducta y la probabilidad de ser padres en su adolescencia".

 

Por otra parte, un embarazo en la adolescencia puede ocasionar conflictos en las familias de los jóvenes que pueden derivar en que éstos busquen la solución en ámbitos no adecuados .Una vez producido el embarazo es fundamental el apoyo a la madre adolescente en el contexto del núcleo familiar, social y médico. "La educación sexual en la familia puede ayudar a reducir las tasas de embarazo. Esto implica la necesidad de que los padres reciban una educación pedagógica por parte de expertos que transmita una información veraz".


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