Envejecimiento, calidad de vida y cuidado enfermero
Autor: Lic. Manuel José Boggio Juárez | Publicado:  26/10/2009 | Enfermeria , Geriatria y Gerontologia | |
Envejecimiento, calidad de vida y cuidado enfermero.2

Muchos problemas de los “viejos” se deben no al envejecimiento en sì mismo, sino  a enfermedades o a factores del estilo de vida que pueden o no acompañar el proceso de envejecimiento.  Las mujeres  de mayor edad tienen tres veces más posibilidades  de ser pobres que los hombres; la principal razón de su empobrecimiento  es la muerte del esposo. Cuando las esposas mueren, sus viudos tienden a volver a casarse rápidamente, una opción rara vez disponible para las mujeres más viejas ya que hay menos hombres ancianos y los que están alrededor buscan casarse con mujeres más jóvenes. (4).

 

El envejecimiento progresivo de la población en las llamadas sociedades occidentales es reciente, consecuencia de dos fenómenos principales: el mayor número de ancianos y la mayor esperanza de vida, situación que ha obligado a volver la mirada hacia este grupo de individuos con características y necesidades especiales, siendo una de ellas el reconocimiento del concepto calidad de vida en esta etapa especial del ciclo vital.

 

Calidad de Vida.

 

El término “calidad de vida” es relativamente nuevo, no tiene más de sesenta años. Es un término derivado de la teoría de la “calidad de los materiales”, tiene su origen en los métodos de control de calidad utilizados en los procesos industriales.(5) Es así, como el “control de calidad”, invento norteamericano, tiene ahora aplicación universal. Pasó de ser el elemento político básico de las empresas manufactureras a las ciencias humanas, especialmente a la Economía y la Sociología. 

 

Economistas y sociólogos explorando la forma de evaluar la calidad de vida de los individuos humanos y de las sociedades, propusieron hacerlo a través de indicadores que midieran los factores positivos, la riqueza económica, y otros negativos, cantidad de población. Se asume de esta manera que el aumento excesivo de la población disminuye la riqueza per cápita y por ende el bienestar y la calidad de vida. Se eligió, entonces, como indicador básico de la calidad de vida humana el producto nacional bruto (PNB), o índice de la riqueza de las naciones y se empezó a hablar en esa época de “la calidad de nuestras vidas” y no de “la cantidad de bienes que poseo”.

 

Podemos decir, entonces, que el término calidad de vida al proceder de la teoría empresarial, primero, y de la sociología después, encierra toda una idea particular del hombre, un “espíritu de empresa”. Es el hombre moderno, como ser creador o emprendedor, como empresario. La empresa del hombre está precisamente,  en producir un orden, en crearlo, en hacer que la vida humana gane en calidad. Dado que la naturaleza no es un ordofactus cerrado, sino un ordo faciendus abierto, la teoría de la calidad de vida procedería del segundo, del orden en construcción. (6).

 

De otro lado, “calidad de vida” no es un término descriptivo, sino  valorativo. Esto significa que no es un hecho sino un valor y, por lo tanto, el resultado de un proceso de estimación o preferencia. Los valores no se perciben, se estiman. La estimación es una facultad sicológica distinta de la percepción, de hecho, nuestras decisiones más importantes no dependen tanto de los hechos como de los valores. Los objetos son sujetos de valoración económica, tienen un precio. Así que el precio no es un hecho, sino un valor, resultado del proceso de estimación. Podemos decir, entonces, que el término calidad es evaluativo, es un valor y no directamente un hecho. (6,7).

 

Evaluar la calidad de vida es valorar, darle un valor que, además, tiene una dimensión subjetiva, profundamente condicionada por el medio cultural, y depende estrictamente del conjunto de valores de los individuos y los grupos sociales. En consecuencia, la calidad de vida se estructura en dos niveles, uno privado y otro público. De tal suerte que cada individuo define en forma individual y social su propio sistema de valores, su concepto de vida y de calidad y, por tanto, de felicidad, establece el propio proyecto de vida. En el nivel público, la sociedad ex presa la calidad de vida en forma de leyes, unos mínimos de calidad de vida comunes a todos que la sociedad considera que deben exigirse a todos sus miembros.

 

Sin duda, las personas mayores consumen más servicios de salud y más medicamentos que otros grupos etáreos; sin embargo,  esta situación se concentra en las edades más avanzadas y en el periodo previo a la muerte, por lo que se ha llegado a considerar que el envejecimiento progresivo de la población es una amenaza latente para los sistemas de salud. En respuesta, los Estados proponen cambios políticos como aumentar la edad de jubilación, por ejemplo, buscando compensar el impacto en el Sistema del volumen cada vez mayor de población anciana.

 

En contraste, uno de los problemas de esta etapa es la pérdida de la capacidad de adaptación, especialmente a la jubilación. Un retiro que llega posiblemente en forma anticipada cuando no ha terminado aún con la responsabilidad de hacer frente al mantenimiento de un hogar con hijos todavía dependientes y con la responsabilidad de velar por uno o más miembros ancianos en la familia.(1) Mientras para unos el retiro supone estrés, la pérdida del prestigio y del poder adquisitivo y por ende la disminución de la autoestima, para otros la jubilación es la posibilidad de disfrutar el tiempo libre, de dejar los compromisos laborales, de tomarse las cosas con calma, de abandonarse a la realización de actividades lúdicas aplazadas. Algunas parejas disfrutan el retiro porque les permite más tiempo para viajar, pasar momentos con los hijos y nietos, dedicarse a perseguir otros intereses, juntos o por separado. (1) Les permite cuidarse, sentirse egoístas sin sentimientos de culpa y disfrutarse plenamente.

 

De otro lado, el principal problema de las personas ancianas desde el punto de vista económico es la pobreza. Las personas jubiladas tienen más probabilidad de encontrarse en el umbral de la pobreza o por debajo del mismo que antes de la jubilación, a pesar de su conocimiento y de políticas sociales desarrolladas para tratar de hacerle frente. (2)

 

Socialmente calidad de vida tiene que ver con una capacidad adquisitiva que permita vivir con las necesidades básicas cubiertas además de disfrutar de una buena salud física - psíquica y de una relación social satisfactoria.(1) Mientras que desde la óptica clínica podría definirse en términos de salud y de discapacidad funcional, puesto que la variable salud es la que tiene mayor peso en la percepción de bienestar de los ancianos y, que las deficiencias e incapacidades en el desarrollo de sus funciones constituyen el primer problema puesto que incrementa su vulnerabilidad y agrega una característica: la dependencia, esto es, convierte al anciano en un individuo dependiente y demandante de cuidado y de cuidadores.

 

Promocionar la calidad de vida en la vejez, especialmente en la vejez dependiente es el reto más inmediato de las políticas sociales. Al respecto escribe Bazo “la calidad de vida en la vejez dependiente implica necesariamente el apoyo social y familiar a las personas que desean continuar viviendo en la comunidad, siendo cuidados en familia, para que puedan seguir haciéndolo, al tiempo que siguen desarrollándose todas sus potencialidades hasta el último momento. Eso conlleva el apoyo material y afectivo a los familiares que, con distintos grados de implicación, participan en la acción de cuidar. Políticas que tengan presente la dimensión femenina de los cuidados de salud, para que no contribuyan a seguir re forzando el rol dependiente de las mujeres cuidadoras.”(2).

 

El significado que el adulto mayor y la sociedad le da ha esta etapa dependerá en gran medida de la cultura en que se encuentren. Por ejemplo, para la cultura oriental el adulto mayor es el ser más sabio y respetado, lo cual refleja un concepto de vejez muy distinto al de la cultura occidental. Los adultos mayores no sólo deben enfrentarse a los cambios físicos e intelectuales propios de su ciclo evolutivo, sino que también al cambio en su estilo de vida, de roles y de responsabilidades sociales. Sin lugar a dudas que la adaptación a esta serie de cambios requiere de una capacidad individual y del apoyo externo. (8).

 

Es importante valorar a la familia que otorga los cuidados al adulto mayor e indagar en aspectos como:

− De qué manera afrontan los cambios en las necesidades del adulto mayor? 
− ¿De qué manera solucionan sus problemas de salud?
− ¿Buscan ayuda en forma oportuna?
− ¿Cómo manejan el estrés?
− ¿Ofrecen sensación de bienestar al adulto mayor?
− ¿Son capaces de satisfacer los requerimientos de cuidado del adulto mayor?
− ¿Van a cuidar ellos o trasladar a un lugar de estadía a sus familiares adultos mayores? De esta manera es posible indagar más sobre la dinámica familiar y es posible hacer un diagnóstico de las potencialidades y carencias de la familia con el objetivo de fijar los lineamientos de la intervención de enfermería. (8).

 

En el ámbito institucional las políticas respecto al manejo y cuidado de los ancianos deben incluir mayor número de personas calificadas que atiendan pacientes ancianos dependientes. De tal manera, que la programación del cuidado de enfermería debe tener en cuenta la disminución de la actividad física, de la agilidad mental, el entendimiento de órdenes y la discapacidad funcional. En esta etapa de la vida, la promoción del autocuidado se hace difícil y poco probable, especialmente si la familia no está disponible para asumir el papel de cuidadora.


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