¿Se Puede Negar la Verdad del Embrion?, ¿puede la Bioetica Existir Sin Verdad?
Autor: Dr. Juan Herrera Salazar | Publicado:  28/01/2010 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
¿Se Puede Negar la Verdad del Embrion?, ¿puede la Bioetica Existir Sin Verdad?.4

La plática del distinguido jurista Benigno Blanco, me hizo cambiar todo mi escrito, sin embargo le dió más sentido, no escribí una “apologética” de la validez del conocimiento, importante de por sí, pero que no ayuda a cambiar los corazones y los cerebros de nuestros contemporáneos.

 

Nuestra época, está en crisis, no porque falten argumentos racionales para defender la vida, sino al contrario, nos encontramos en una situación inédita en la historia de la humanidad, “estamos en un época histórica en que teóricamente el nivel de los conocimientos, desvelamiento de la naturaleza intrínseca de las cosas a través de las ciencias empíricas nos coloca en un lugar privilegiado para entender”, pero en vez de procesar esa información muchos “científicos” se dedican a negar la verdad empírica, la evidencia inmediata y objetiva, para defender sus propios intereses.

 

Por lo tanto si queremos defender la vida, vamos a utilizar herramientas adecuadas para reformatear los corazones y los cerebros de nuestros contemporáneos, vamos a recrear una cultura de la vida, no con actos de los políticos, ni aportando más datos gnoseológicos, ni proclamando leyes, sino estando presentes donde la vida más nos necesite, siendo solidarios, subsidiarios, a nivel personal, social y político, con la mujer embarazada, con el discapacitado, con el anciano, descubriendo el amor al prójimo, como valor, solo así podremos recrear una verdadera cultura de la vida.

 

Solo perfeccionando diariamente nuestra personalidad de defensores de la vida, sólo sirviendo de ejemplo a nuestros contemporáneos, cumpliendo acciones concretas en favor de la vida llenos de regocijo, mostrándole a nuestros contemporáneos la alegría de tener una familia que defiende la vida, sólo así podremos ganarle la batalla a los que se afanan desde su especialidad a escribir sesudos trabajos pseudo-científicos, para hacernos parecer lo falso como verdadero, para aparentar que un determinado modelo bioético de corte utilitarista y relativista, es sostenible.

 

Estos estudiosos pretenden alejarnos de la verdad, usando la emotividad y la subjetividad para defender sus propios intereses, como lo hacen las ideologías, no los hombres de ciencia.

 

La refutación sistemática del relativismo: Permitir que la verdad se irradie por sí misma.

 

Pensaba escribir esta refutación, siguiendo un diagrama estructural, (9) que abarcara la historia del pensamiento, la doctrina, las razones psicológicas y filosóficas, sus exigencias positivas y las deficiencias estructurales de su doctrina. Bueno, será en el próximo escrito. Ahora procuraré refutar el relativismo desde la perspectiva del congreso de Zaragoza, que nos ayudó a ver la realidad del embrión, de manera plástica, nos presentó su evidencia inmediata y objetiva, nos hizo ver además que la cultura postmoderna usa el relativismo, a sabiendas de sus deficiencias estructurales. Los relativistas no tratan de ahondar en el estudio de la verdad sino que buscan con ahínco estrategias de comunicación para hacer parecer lo falso, verdadero, con el fin de justificar su modus vivendi, sus intereses económicos, ideológicos. Se dedican a defender una teoría gnoseológica, un modelo bioético, o una teoría relativista del conocimiento y a tildar de “intolerante” y de “dogmático” cualquier postura que defienda la capacidad natural del hombre para conformarse a la verdad objetiva y a Ley Moral Natural.

 

Tal uso ideológico hace que se vaya diluyendo o desapareciendo en tantas personas el sentido de la vida. El relativismo es hoy el eje de la cultura postmoderna: crea una cultura que no respeta los valores humanos y espirituales, que va en contra de la dignidad de la persona humana. Crea una cultura que pretende borrar la conciencia humana, la capacidad de hacer juicios morales sobre los propios actos, sobre los cambios culturales y las leyes del Estado.

 

Como se dijo en el congreso de Zaragoza: no usemos más argumentos, científicos, ni gnoseológicos. Mostremos al embrión, que nuestros contemporáneos lo miren, mirándolo a los ojos, se rendirán ante la evidencia inmediata y objetiva, reconocerán su presencia, dignidad, trascendencia que encarnan un valor que merece ser respetado.

 

Por eso me dirijo a mis contemporáneos y pido a mis colegas que dejen sus tratados de filosofía en su biblioteca, que para defendernos del relativismo, lo único que debemos hacer, es permitir a la Verdad irradiarse por sí misma, ella encontrará y fertilizará nuestros corazones.

 

Conclusión:

 

El Congreso Internacional Pro Vida de Zaragoza de noviembre 2009, nos condujo al uso de herramientas para dar un tratamiento plástico a nuestros juicios, no solo para que logremos el conocimiento crítico, sino para que aprendamos a reconocer al embrión y nos rindamos al mirarlo a sus ojos, ante la evidencia inmediata y objetiva de que se trata de un ser humano, que por su dignidad y trascendencia, encarna un valor que merece ser respetado.

 

Quiero agradecer la intervención del jurista Blanco, a ese enamorado del derecho, por su intervención en ese congreso, por habernos hecho ver, que podemos utilizar “fórmulas –herramientas”, para la reflexión axiológica, herramientas operacionales, que nos ayuden a “reformatear los corazones” de nuestros contemporáneos.

 

Al firmar la declaración de Zaragoza nos comprometimos entre otras cosas a:

 

“1. Promover todas las organizaciones de la sociedad civil, cuya finalidad sea la:

 

·         Visibilización y atención del síndrome post-aborto.

·         Centros de ayuda para la mujer, (crear albergues para las embarazadas).

·         Centros de orientación familiar.

·         Difusión de la enseñanza de métodos naturales de reconocimiento de la fertilidad humana.

·         Difusión de un enfoque humanista de la sexualidad, basado en una educación en virtudes y para el amor.

·         Promover la adopción como opción digna para las madres en situación de embarazo inesperado y para los niños por nacer…”

 

Todas estas acciones vamos a considerarlas modalidades concretas para compartir la alegría de vivir, la alegría de compartir el banquete de la vida, el banquete que nos da el planeta.

 

Al firmar la declaración nos comprometimos a servir a cada mujer embarazada que lo necesite, a expresar de manera individual, social y política nuestra capacidad solidaria y subsidiaria, para hacer patente de manera concreta nuestro amor por la vida.

 

Consideremos la subsidiariedad (subsidium) y la solidaridad como principio social, pero además como virtud moral, la solidaridad acogida como principio ordenador de la persona, como principio ordenador de la personalidad del defensor de la vida y de principio social ordenador de las instituciones, que florecen en la sociedad civil y el estado.

 

 Entendemos estos principios como verdaderas virtudes morales, no como un sentimiento de vaga compasión o de superficial enternecimiento por los males de tantas personas, de compasión hacia las mujeres embarazadas en esas difíciles circunstancias o hacia los discapacitados y los ancianos, a los que se proponen eliminar siguiendo criterios utilitaristas ( costo/beneficio), políticas promovidas por el Banco Mundial.

 

Lejos de ser solamente un sentimiento, los principios de subsidiariedad y solidaridad, resultan ser una determinación firme, sólida, construida sobre roca, perseverante, en la lucha por el bien común: el bien de todos y de cada uno, de manera que todos asumamos la responsabilidad de todos.

 

Entendido así estos principios asumen un rango de virtudes sociales fundamentales, que vienen a colocarse, en la dimensión de la justicia, orientada por excelencia al bien común.

 

Estos principios fundamentales, son verdaderas virtudes sociales, que si los hombres las vivimos en la verdad, de manera que la respetamos y testimoniamos, adquieren pleno significado en nuestra vida social, en nuestra convivencia al interno de una comunidad, de manera que nuestra acción política unida a la verdad responderá a la dignidad de las personas y si la condimentados además con el ingrediente del amor, podemos estar seguros que tendremos leyes más justas, y que estando más alla de la ley, podremos ayudar a reformatear los corazones y cerebros de nuestros contemporáneos, para hacer de nuestra época, una época mejor y buena.

 

Construiremos así una cultura que no busca la arbitrariedad, sino que se conforma con las exigencias de la moralidad objetiva.


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