Influencia del deficit alimentario en el rendimiento academico
Autor: Dr. Yenier Jiménez Hernández | Publicado:  24/06/2010 | Endocrinologia y Nutricion , Pediatria y Neonatologia | |
Influencia del deficit alimentario en el rendimiento academico .2

En los países en desarrollo, los grupos de mayor riesgo son las adolescentes embarazadas de los niveles socioeconómicos más deprimidos, especialmente si es de baja estatura o enflaquecida. En los países en transición epidemiológica como él nuestro y desarrollados, la obesidad, la anorexia nervosa y la baja ingesta de calcio, aparecen como los problemas nutricionales más frecuentes en las adolescentes. En esta etapa es posible recuperar talla final y masa ósea al corregir el déficit nutricional global o específico existente.

Durante la pubertad se alcanza el 40% de la masa ósea y el 15% de la estatura final, variables de especial importancia en la mujer. La estatura de la madre determina el peso y talla del recién nacido, describiéndose una talla crítica (150 cm) bajo la cual aumenta significativamente el riesgo de retardo del crecimiento intrauterino, especialmente si antes y/ o durante el embarazo existe un déficit ponderal. La mujer alcanza una menor reserva de calcio esquelético que el varón, lo que sumado a la mayor pérdida de masa ósea en el período de la postmenopausia, la hace más susceptible a la osteoporosis y al riesgo de fractura. (4) (5) (6)

DESARROLLO:

Las ideas que se tenían sobre la acción deletérea de la desnutrición en época temprana de la vida y su efecto en el desarrollo del cerebro, evolucionaron considerablemente desde mediados de la década de 1960. Hasta esa época, se temía que la desnutrición sufrida durante ciertos períodos sensitivos de la vida, sobre todo al comienzo del desarrollo del niño, produciría cambios irreversibles en el cerebro, acompañados probablemente de retardo mental y trastornos en las funciones cerebrales. Se sabe ahora, que la mayoría de los cambios en el crecimiento de las estructuras cerebrales eventualmente se recuperan en alguna medida, aunque perduran las alteraciones en el hipocampo y el cerebelo. Sin embargo, recientes investigaciones neurofarmacológicas han revelado cambios duraderos, aunque no permanentes, en la función neural receptora del cerebro, como resultado de un episodio temprano de malnutrición energético-proteica. (1)

El rango de vulnerabilidad por edad, de los efectos de la desnutrición a largo plazo, puede ser mucho mayor de lo que se había sospechado y aún se desconoce el nivel mínimo de desnutrición (déficit de ingesta de alimentos) que es necesario para producir estas alteraciones de largo término. Gran parte de los estudios sobre desnutrición y retardo mental se han realizado en niños de edad preescolar, al reconocerse el papel esencial de la nutrición en el crecimiento y desarrollo físico del niño. (1)

La desnutrición calórica proteica temprana condiciona daños estructurales y funcionales en diversos tejidos, órganos y sistemas, no siempre posibles de revertir. Destacan el compromiso de la inmunidad con mayor frecuencia de enfermedades infecciosas, la menor talla final, el compromiso del desarrollo psicomotor que se refleja en un menor coeficiente intelectual y rendimiento escolar y en mayor deserción escolar. El daño biológico y sociogénico condicionan una menor calidad de vida para el afectado y un impacto negativo para el desarrollo socioeconómico de los países donde esta condición prevalece, cerrando el círculo vicioso de la desnutrición - retardo mental- pobreza - mayor deterioro socioeconómico. (4)

Al disminuir la prevalencia de los déficit nutricionales globales, los específicos han adquirido mayor importancia, constituyendo el llamado “hambre oculta”, que puede presentarse con una adecuación ponderal normal, pero con compromiso variable de diferentes tejidos, órganos y sistemas. Los déficits nutricionales específicos más frecuentes son el déficit de vitamina A que constituye la primera causa de ceguera del niño en algunos países del tercer mundo, el déficit de yodo que produce el bocio endémico y explicaría el 10% de los retrasos mentales profundos en bolsones donde el déficit de yodo es severo y la anemia nutricional por falta de hierro, que afecta fundamentalmente a lactantes y embarazadas. (4)

Las ideas que se tenían sobre la acción degeneradora de la desnutrición en época temprana de la vida y su efecto en el desarrollo del cerebro, evolucionaron considerablemente desde mediados de la década de 1960. Hasta esa época, se temía que la desnutrición sufrida durante ciertos períodos sensitivos de la vida, sobre todo al comienzo del desarrollo del niño, produciría cambios irreversibles en el cerebro, acompañados probablemente de retardo mental y trastornos en las funciones cerebrales. Se sabe ahora, que la mayoría de los cambios en el crecimiento de las estructuras cerebrales eventualmente se recuperan en alguna medida, aunque perduran las alteraciones en el hipocampo y el cerebelo. Sin embargo, recientes investigaciones neurofarmacológicas han revelado cambios duraderos, aunque no permanentes, en la función neural receptora del cerebro, como resultado de un episodio temprano de malnutrición energético-proteica. Estos últimos hallazgos indican que los tipos de comportamiento y funciones cognoscitivas alteradas por la desnutrición, pueden estar más relacionados con respuestas emocionales a situaciones de estrés, que a déficit cognoscitivos.

El rango de vulnerabilidad por edad, de los efectos de la desnutrición a largo plazo, puede ser mucho mayor de lo que se había sospechado y aún se desconoce el nivel mínimo de desnutrición (déficit de ingesta de alimentos) que es necesario para producir estas alteraciones de largo término. Gran parte de los estudios sobre desnutrición y retardo mental se han realizado en niños de edad preescolar, al reconocerse el papel esencial de la nutrición en el crecimiento y desarrollo físico del niño. Se concluye que la mejoría del estado nutricional en los primeros años de vida tiene importantes efectos a largo plazo en la adolescencia y la edad adulta, lo cual por inferencia podría considerarse como un factor favorable en el desempeño y rendimiento intelectual del niño en la edad escolar. (7)

Los niños de edad escolar no presentan, en general, una morbilidad elevada por causa de la desnutrición. Han pasado los años de mayor riesgo en la primera infancia. La velocidad de crecimiento es más lenta que en los primeros cinco años de vida y son capaces de consumir todos los alimentos que componen la dieta familiar. De ordinario, han adquirido un alto nivel de inmunidad, por lo menos contra algunas de las infecciones y parasitosis más comunes. Sin embargo, los escolares de familias de bajos ingresos están a menudo mal alimentados y presentan signos de malnutrición, incluyendo índices antropométricos por debajo de los promedios nacionales, con baja talla o insuficiencia ponderal para la estatura y poca grasa subcutánea, aunque sin síntomas suficientes para justificar su asistencia a un servicio de salud. Se ha sugerido que, en comparación con sus compañeros bien nutridos, el niño mal alimentado casi siempre es indiferente, apático, desatento, con una capacidad limitada para comprender y retener hechos, y con frecuencia se ausenta de la escuela. Todo ello se refleja en el proceso de aprendizaje y en el rendimiento escolar.

A pesar de que no se dispone de información específica sobre la relación que existe entre estado nutricional y desempeño escolar, sí se tienen elementos de juicio derivados de estudios importantes sobre desnutrición y desarrollo intelectual en la edad preescolar que se pueden extrapolar con cautela para explorar la dinámica de interrelaciones semejantes en la edad escolar. En otras palabras, se puede asumir que si un niño llega a la edad escolar después de haber padecido desnutrición crónica en sus primero años, retardo en el crecimiento y atraso en su desarrollo cognoscitivo, es bien probable que su rendimiento educativo se vea afectado negativamente en alguna forma e intensidad. De ahí la importancia de mantener una óptima nutrición de la madre y el niño, prevenir la enfermedad y asegurar el desarrollo del potencial genético de cada individuo, mediante acciones de autocuidado y promoción de la salud, que empiezan desde el momento de la concepción y continúan durante todo el período del crecimiento y desarrollo del niño. (7) (8) (9)

CONCLUSIONES:

A pesar de que no se dispone de información específica sobre la relación que existe entre estado nutricional y desempeño escolar, sí se tienen elementos de juicio derivados de estudios importantes sobre desnutrición y desarrollo intelectual en la edad preescolar, que se pueden extrapolar con cautela para explorar la dinámica de interrelaciones semejantes en la edad escolar.

Se puede asumir que si un niño llega a la edad escolar después de haber padecido desnutrición crónica en sus primero años, retardo en el crecimiento y atraso en su desarrollo cognoscitivo, es bien probable que su rendimiento educativo se vea afectado negativamente en alguna forma e intensidad. De ahí la importancia de mantener una óptima nutrición de la madre y el niño, prevenir la enfermedad y asegurar el desarrollo del potencial genético de cada individuo, mediante acciones de autocuidado y promoción de la salud, que empiezan desde el momento de la concepción y continúan durante todo el período del crecimiento y desarrollo del niño. Asimismo, el rendimiento del niño en la escuela dependerá en grado sumo de las facilidades físicas existentes y de la capacidad pedagógica e interés de los maestros por desarrollar en sus educandos todo su potencial intelectivo.


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