Neoplasia de recto. Mi propio caso clinico
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  17/03/2011 | Oncologia , Gastroenterologia , Articulos , Casos Clinicos de Gastroenterologia , Casos Clinicos de Oncologia , Casos Clinicos | |
Neoplasia de recto. Mi propio caso clinico .3

Esta excitabilidad celular que se produce en el recto, en el colon, duodeno y, en menor proporción en el ciego (primera región del intestino grueso) no se produce nunca en los ventrículos cardíacos y menos aún en el diafragma, salvo auténtica patología. Los reducidos casos de sarcoma primario cardíaco sólo afectan a las aurículas. No conozco tampoco ningún caso de cáncer primario diafragmático.

La causa primordial que atribuyo a estas ausencias es la sola presencia de potenciales eléctricos débiles, encargados de provocar y facilitar sus contracciones musculares. Las reacciones químicas en los ventrículos y en el diafragma se mantienen siempre en un perfecto equilibrio iónico. En este equilibrio iónico celular intervienen esencialmente los iones de potasio (K+), el sodio (Na+), el calcio (Ca2+) y el magnesio (Mg2+). Estos son los iones que constituyen el índice o cociente de Loeb.

Y, finalmente, vuelvo a recordar la prácticamente nula formación tumoral en el yeyuno e íleon por las circunstancias similares que concurren en los ventrículos cardíacos y en el diafragma. El yeyuno e íleon es la única región de todo el paquete intestinal que no padece de ningún proceso tumoral, salvo rarísimas excepciones. En dichas zonas orgánicas, son débiles los potenciales eléctricos.

De cuanto acabo de mencionar puede deducirse que la predisposición a padecer de cáncer es muy posible que no sea de origen genético. Los genes forman o constituyen nuestro propio genoma. “En el vivo y más aún en el humano, no todo es genética, aunque ésta ocupa, sin duda, un lugar preeminente, pero por sí sola no es la responsable de todo lo que nos ocurre. Y así, el llamado gen del alcoholismo no pasa de marcar una tendencia a la ebriedad y a cómo se perciben los efectos del alcohol. De ahí a que el conocimiento de este gen proteja contra el alcohol hay mucho terreno que recorrer.

Otros genes definen el riesgo individual de la obesidad y el control del apetito. También se habla del gen de la infelicidad, sobre el que la neuropsiquiatra norteamericana Louann Brizendine ha señalado que en el hombre está más desarrollada la zona del cerebro en que se anida una idea de persecución sexual. Los genes influyen, apuntan tendencias, pero no son absolutamente determinantes. No hagamos de la genética un nuevo profeta, ni la marca indeleble de una determinada enfermedad.” (9)

Efectivamente, y de acuerdo con este criterio, pienso que el gen correspondiente al recto, por su tendencia y predisposición, ha desencadenado una actividad maligna inducida posiblemente por un desequilibrio iónico celular, causado por una patología electroquímica. Esto se demuestra con otras muchas enfermedades, cuyo origen principal recae también en el sistema nervioso. Por tanto, el gen sería un condicionante muy importante de la patología electroquímica. De aquí que la teoría pase a denominarse teoría electrobioquímica al quedar afectado el gen correspondiente.

Si retomamos nuevamente el primer eslabón de la cadena de la enfermedad tumoral, el desequilibrio iónico, éste origina la excitabilidad celular, el segundo eslabón. Y, como consecuencia de este estado de constante excitación celular, se hace inevitable la aparición del tercer eslabón de la cadena: el aumento de la intensidad eléctrica. De esta forma, pienso y deduzco que, para que se produzca cualquier tipo de cáncer es imprescindible que se origine una excitación celular, como acabamos de apuntar.

El sentido común y el continuo razonamiento me lleva a la difícil conclusión de que, con débil corriente eléctrica el proceso tumoral se produce con mayor lentitud (caso de la prueba con las 30 ratas), y si se suprime la electricidad (caso del parapléjico) se hace imposible la formación del cáncer.

Todo lo que acabo de describir se debe, o se lo “dedico” a la neoplasia de recto que actualmente padezco.

La verdad es que me siento muy optimista. Sinceramente creo plenamente en mi total restablecimiento con la inestimable ayuda del equipo médico que actualmente me viene atendiendo. Este magnífico y entrañable equipo lo forman los doctores Nuria Cárdenas Quesada, Maximiliano Martos Alcalde y Rafael Martínez García, a los que les estoy profundamente agradecido, así como también a las extraordinarias y agradabilísimas enfermeras, María del Carmen Vallejo Espinilla y Antonia Navarrete Mercado, de las que siempre guardaré un muy grato recuerdo.

Conclusión final

He sido sometido a un riguroso tratamiento de quimioterapia y radioterapia. Las tres últimas sesiones de radioterapia han sido muy dolorosas; las restantes, las he soportado con total normalidad. Escribo este último comentario antes de conocer el resultado final de mi tratamiento. Y sea cual fuere el resultado del mismo, no es óbice para el fin que persigo. Lo resumo de la forma siguiente: “Los genes que tenemos en nuestras células son los mismos en todos los tejidos, estén en la célula que estén”. (12) La única diferencia es que cada programa genético se activa de forma diferente en función del órgano. (13)

Esta formidable y muy creíble información científica me ha forzado a recluirme en un profundo y prolongado razonamiento. Entre las muy variadas ideas y conceptos que he considerado dilucidad, he llegado a decidirme a exponer el siguiente criterio: Efectivamente, si los genes son los mismos en todas nuestras células, estén donde estén y en cualquier tejido, hay que pensar que su patología estará en función del grado de excitación celular, normalmente provocada por una actividad electroquímica. Si el gen no es excitado, muy difícilmente podrá producirse un proceso tumoral.

El ejemplo lo tenemos en el corazón, y más aún en el diafragma y en el yeyuno e íleon. En estas partes orgánicas, al no ser excitadas como así sucede en numerosas regiones de nuestro organismo, lo lógicoy normal es que no llegue a producirse el temido proceso electrobioquímico. El gen, que es una unidad biológica que controla las secuencias de los aminoácidos y las proteínas, está expuesto siempre y a cualquier edad a encajar los impactos de numerosos elementos tóxico-excitantes. No se conoce en nuestro organismo ningún elemento que tenga tanta actividad excitante como nuestra propia corriente eléctrica. (1)

En el caso de mi propia enfermedad (neoplasia rectal), pienso y creo que el gen de las células del recto ha sido atacado por una patología electroquímica al existir en dicha región una rica inervación motora. Luego, la causa del cáncer ya se sabe: nuestra corriente eléctrica. El gen ha sufrido sus nefastos y terribles efectos. Por lo tanto, se puede deducir que “la herencia tumoral no es de origen genético, sino por una predisposición electroquímica”. Si el origen radicase en el gen, ¿por qué no se produce un proceso tumoral en determinadas regiones donde es muy rara su formación? Luego, la patología genética es un efecto más, no la causa inicial de todo tipo de cáncer.

Y termino con la siguiente interrogante: ¿estaré o no en el camino de la verdad?

Como siempre me manifiesto: tengamos suerte. 

cancer_neoplasia_recto/tabla_PeGFer_Oncologia

Otras partes de este trabajo
Este trabajo consta de distintas partes. A continuación se listan todas:
  1. Neoplasia de recto. Mi propio caso clinico
  2. Carcinoma rectal. Episodio II. Como se ha curado

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