Cancer, metastasis y ley de Maxwell
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  26/03/2012 | Oncologia , Articulos | |
Cancer, metastasis y ley de Maxwell .2

Estos “son masas orgánicas formadas por la asociación, en un orden constante de células dotadas de propiedades estructurales, fisiológicas y químicas semejantes”. Pues bien, ateniéndonos a estos conceptos que hemos vertido sobre la semejanza entre los mecanismos básicos que generan nuestra corriente eléctrica y la semejanza entre las propiedades y características de todos los tejidos de nuestro organismo, es muy lógico llegar a la conclusión de que “la etiopatología tumoral es también semejante en todos nuestros tejidos”. Los hechos los venimos demostrando a lo largo de toda nuestra extensa y tesonera dedicación a la búsqueda de la verdad sobre el origen de todos los procesos tumorales, sin excepción alguna.

Pero a estas concepciones no les puede faltar un mecanismo que también sea único, que lidere toda etiopatogenia tumoral. Y este mecanismo electroiónico está demostrado por lo que nos aporta la ley de Maxwell. Esta ley es la siguiente: “Todas las acciones que se producen en el punto de arranque de la electricidad son las mismas en todos sus puntos terminales” (7,8).

Como esto es así, ¿cómo vamos a negar esta evidencia? ¿Qué argumentos físicos, químicos o biológicos pueden rebatir tantas realidades? Y como estas interrogantes podrían ser aportadas muchas más.

Si un determinado proceso tumoral se inicia en una célula nerviosa o muscular por una patología de nuestra corriente eléctrica, el cáncer se propaga a una velocidad proporcional a la de la intensidad eléctrica. Es decir, “cuanta más intensidad eléctrica existe, mayor será la rapidez de las células malignas en propagarse” (2). De aquí que el avance de las células malignas sea mucho más rápido en el sistema nervioso que en el muscular.

Son muchos los eslabones que hemos aportado pertenecientes a una misma cadena. Todos se mantienen en un mismo orden neurofisiológico y patológico. Ningún eslabón de cuantos hemos dado a conocer se ha roto; todos se mantienen fuertemente unidos a la misma cadena.

Atribuimos la cadena a nuestra corriente eléctrica, y los eslabones a cuantos hechos acontecen en todo proceso tumoral. Cuando desaparece la electricidad (cadena), nunca, en ningún caso podrá aparecer cáncer alguno. El ejemplo lo tenemos en las extremidades de los enfermos parapléjicos, donde es imposible la formación tumoral. El proceso electroquímico jamás podrá aparecer mientras persista el estado parapléjico.

Este caso clínico que acontece en el sistema esquelético, puede suceder también en el vegetativo, donde la intensidad eléctrica es muy débil. Los ejemplos los tenemos en los ventrículos del corazón, donde aún no se conoce ni un solo caso de cáncer primario ni por metástasis. También en el diafragma es muy difícil que aparezca cáncer tanto primario como metastático. Y lo mismo podemos decir del yeyuno e íleon, donde la actividad eléctrica es muy débil y también porque las células de Cajal (que son las más numerosas de esas dos regiones intestinales) duran sólo seis días; al morir son sistemáticamente reemplazadas por otras nuevas células con las mismas y sanas características.

Así pues, la metástasis en las partes orgánicas que acabamos de describir es muy rara. Carecen de la suficiente inervación motora, y por lo tanto casi nula presencia de células nerviosas y de células gliales.

Un eslabón más que aportamos a la electricidad (cadena) es el constituido por las células gliales (3). Estas secretan la queratina por medio de una proteína denominada citoqueratina. Las células gliales, que son las más numerosas del sistema nervioso, nunca, en ningún caso pueden ser excitadas en las regiones anteriormente descritas, tanto del sistema vegetativo como del esquelético. En ningún enfermo parapléjico jamás podrá aparecer hiperqueratosis (callosidad) alguna en sus extremidades inferiores. Al no existir la electricidad suficiente, las células gliales no pueden ser excitadas. Lo mismo sucede en los órganos del vegetativo que anteriormente hemos descrito. Luego, en los procesos tumorales aparece también la queratina. Esto fue precisamente el punto de arranque de nuestra investigación.

Por todo ello, hemos considerado a nuestra propia corriente eléctrica como la verdadera cadena con la que se enlazan numerosos eslabones. Así pues, “si no hay electricidad no hay excitación, y si no hay excitación no puede existir la conducción nerviosa”. Con sobrada razón, se considera a la electricidad como el mayor excitante que tenemos en nuestro propio organismo.

Un proceso similar podemos decir con respecto a las vías sanguínea, linfática y la conectiva (intersticial). En todas estas vías aparece la electricidad como el factor principal. La metástasis también se produce en dichas vías de conducción a través de la presencia eléctrica. La vía más rápida de propagación es la vía nerviosa y la más lenta la intersticial.

La formación neoplásica también puede aparecer sin la presencia de una patología electroiónica. Nos referimos a los procesos tumorales causados por la radiación dura. Por ejemplo, los fotones de los rayos ultravioleta; los rayos X y rayos gamma poseen energía suficiente como para generar cambios importantes en las estructuras moleculares vitales. Dicha radiación se denomina radiación dura, y puede ejercer la metástasis por sí sola.

También pueden producirse procesos tumorales a través de las ondas (radiaciones) electromagnéticas. Éstas se producen como consecuencia de las frecuencias (aceleraciones) de la corriente eléctrica (3). En estos últimos casos, sí queda afectado nuestro sistema nervioso, que es el que se encarga de efectuar la metástasis.

La potencia de una onda electromagnética es igual a la intensidad (3). Según las leyes de Maxwell, las ondas eléctricas y magnéticas pueden autogenerarse y propagarse en forma de ondas (3). En nuestro organismo, este proceso expansivo puede producirse y por lo tanto también la metástasis. Estas ondas expansivas actuarían sobre nuestra conducción nerviosa, favoreciendo así su expansión.

En estos breves apuntes hemos tratado de reflejar cómo se inicia y se proyecta la metástasis correspondiente a los tumores, tanto de origen endógeno como exógeno.

A continuación expondremos nuestras sugerencias sobre el tratamiento.

Tratamiento tumoral y de la metástasis

El cáncer y la metástasis, como todas las enfermedades, tienen que ser tratadas combatiendo sus correspondientes causas. Yo mismo me he curado totalmente de una neoplasia de recto avanzada, concretamente de 12 cm, que abarcaba todo el recto medio. A través de PortalesMédicos.com se han publicado tres trabajos con respecto a mi enfermedad de cáncer, titulados “Neoplasia de recto. Mi propio caso clínico” (episodio I) (18), “Carcinoma rectal. Cómo se ha curado” (episodio II)19 y “Cáncer de recto. Origen, tratamiento” (episodio III) (20). En menos de 25 días quedé totalmente curado. En dichos trabajos se expone el tratamiento que he seguido con la máxima rigurosidad.

Siempre he creído que la causa principal de todo tipo de neoplasma estriba inicialmente en una hiperexcitabilidad constante de la membrana celular, seguida inmediatamente por un aumento más o menos considerable de la intensidad eléctrica y de un aluvión de iones. Precisamente estos iones en constante movimiento son los que producen nuestra propia electricidad.

Pues bien: en mi propio caso, he procurado combatir mi enfermedad simultaneando el tratamiento encaminado a eliminar los efectos (células malignas) por medio de la quimioterapia prescrita por la doctora Nuria Cárdenas Quesada, y por otra parte, he creído oportuno tratar la causa siguiendo el referido tratamiento. De éste debo resaltar lo siguiente:

En primer lugar, permanecer siempre con un sincero estado de continuo optimismo. De este modo tratamos de relajar nuestro sistema nervioso y así contribuir a que descienda el grado de excitación celular (la causa), y, por consiguiente, la intensidad eléctrica.

En segundo lugar, consideré necesario restablecer también el equilibrio iónico. Para conseguirlo procuré disminuir el sodio (Na+) lo máximo posible, puesto que es un ión excitante; y por el contrario, tomé calcio (Ca2+) más vitamina D, que es fijadora del calcio, y también tomé magnesio (Mg2+). De este modo creo que favorecí al restablecimiento del equilibrio iónico, imprescindible para que la intensidad eléctrica disminuyera hasta su nivel normal. Por tanto, con este tratamiento sospecho haber conseguido el equilibrio electroiónico, y conseguido esto, considero haber contribuido a favorecer y aumentar la eficacia de la quimioterapia que la doctora Cárdenas me prescribió para combatir el avance de las células malignas, es decir, los efectos.

Así pues, de este modo he creído haber eliminado totalmente mi propio proceso neoplásico rectal, combatiendo simultáneamente los efectos y su causa.

Durante mi tratamiento he procurado siempre y en todo momento mantener una mentalidad relajada, como si disfrutara de una envidiable salud, pensando con toda seguridad en que me curaría. El ambiente familiar es un complemento muy valioso. La felicidad favorece el relajamiento nervioso. Los disgustos, las prisas, el estrés, la tristeza, etcétera, suelen excitar nuestros nervios. Estas situaciones son siempre perniciosas. La lectura y la música que sean de nuestro agrado también actúan como relajantes. Personalmente, durante mi tratamiento he procurado practicar el reposo y el caminar de modo simultáneo y sin exceso. El resto del tratamiento se describe en los episodios I y II de mi propia enfermedad, anteriormente mencionados (18, 19, 20).

El resultado ha sido claramente positivo: mi curación total.


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