Inocencia y perversidad. ¿Y que sucedio con los fundamentos? .1
Inocencia y perversidad. ¿Y qué sucedió con los fundamentos?
Autor: Casartelli Graciela María Francisca
Breve biografía: Graciela María Casartelli nació Córdoba, Capital (Argentina), donde reside actualmente.
Es Licenciada en Psicología y Magíster en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Córdoba) y su vida profesional la ha desempeñado en los ámbitos estatal y privado, dedicándose fundamentalmente a la Gerontología e Investigación Social.
Reseña del artículo
Desde una perspectiva político-social, abordamos el inicio de la vida, que cuenta con un proceso que le es propio “inocente” (no se rige por reglas culturales) y como “poder” a disposición del hombre para perpetuarse en otros. Desarrollo que puede ser interrumpido por una voluntad extraña, en su comienzo (fecundación) y en su fin (muerte).
Discutimos sobre la responsabilidad social que les cabe a los autores individuales en tal evolución; de los protagonistas; la función del estado; de la posición de determinados estratos sociales y de la ciencia, que coadyuvan a entorpecer y aún anular, el bienestar que debería implicar este “aterrizaje” y transición del ser, durante el tiempo que le es asignado como destino natural, para habitar el planeta.
Review of the article
From a social-politic perspective, we approached the beginning of the life that counts on a process that are to him own “innocent” (it is not in force by cultural rules) and like “being able” at the disposal of the man to be perpetuated in others. Development that can be interrupted by a strange will, in his beginning (fertilization) and his aim (death). We discuss on the social responsibility that it fits to them to the individual authors in such evolution; of the protagonists; the function of the state; of the position of certain social layers and of the science, that help to obstruct and still to annul, the well-being that would have to imply this “landing” and transition of the being, during the time that is assigned as natural destiny to him, to inhabit the planet.
La vida es la mayor inocencia y el mayor poder con que contamos. Es “inocente”, porque sigue un camino pre – establecido desde su origen. ¿Origen? : El que cada uno de acuerdo a sus creencias, le otorgue.
Lo cierto es que a modo de milagro, es decir, sin tener un conocimiento inobjetable, desde dónde y porqué, la tenemos temporalmente y determina una entidad física, que ocupa un espacio en el mundo. “Entidad física” sumamente compleja y perfecta, que siempre busca el equilibrio entre las condiciones conferidas por su existencia y las circunstancias externas a la que se halla sometida.
Consideramos aquí, el aspecto de “inocencia” (1), circunscribiéndolo a aquellas partes con la que fue dotada para multiplicarse, es decir, continuarse en otros seres subsiguientes. Elementos y procesos, que se buscan y producen, sin tener en cuenta ley o principio moral humano alguno. Estos últimos, fueron creados por los hombres, a través de una sociedad y su cultura.
La vida no confiere lugar a una especulación selectiva, en cuanto si surge del producto de una “violación” (2) entre los seres protagónicos en darle lugar; de la unión de qué raza o edad aceptada por la cultura; si ocurre por la “manipulación genética” o mecánica de algún científico, o si hubo algún defecto o accidente en el sumario de procreación del nuevo ser.
Tiende a resistirse, cuando de algún modo incidental se trata de alterar su curso predestinado de acción; ya sea este último, la concreción de un ser que verá la luz en virtud del destino natural programado o que el mismo pierda existencia respecto al mismo plan, excediendo la voluntad y/o conocimiento humanos para preservarlas. En caso del primer camino, sólo trances discrecionales del accionar humano, según el estado de la evolución de conocimiento racional, pueden evitar que el suceso de fructificación se produzca.
El curso de la vida, obedece a principios de selectividad que le son propios, y somos nosotros quienes recibimos, sin lugar a protestas espontáneas, las condiciones que se nos impone en el plan que tiene prescripto.
Es el “mayor poder” (3) con el cual hemos sido dotados, porque es el único evento, que puede trascender la existencia física actual. Nuestros hijos heredan rasgos, temperamento y talentos de quienes los procreamos y también nos preceden.
Desde la fecundación, existe una “entidad separada de sus propiciadores”; quedando a expensas del recurso femenino, el desarrollo que culminará en la luz para un nuevo ser.
Existen debates ideológicos, del derecho y las ciencias; así como de creencias (en especial referidas a las diferentes “religiones” del mundo y sus concepciones respecto de la vida y de la muerte (4) y otros mitos) acerca de cuándo y cómo, esta nueva “entidad”, cobra independencia y derechos como persona, acerca de sí misma. Y, el juzgamiento de la interrupción de su desarrollo, por parte de la voluntad humana ajena al proceso en sí, se encuadra como un delito (en este caso crimen), o no.
Así es, que pasa a ser arbitrio de la cultura de la sociedad en la que están incluidos los progenitores, si de “delito” (5) se trata. Existen quienes tienen la postura, que para evitar una transgresión, son necesarios los agentes que resguarden el orden y el castigo a quienes delinquen.
Pero, el “delito consumado” (6) es casi siempre, el último eslabón de una cadena de cuestiones que hacen a la prevención y a la educación.
¿Delinque quién es “ignorante” de los efectos de sus actos? Si personas en edad reproductiva, no son instruidos en lo relativo a las consecuencias de lo que el instinto, con sus cargas de impulso y ceguedad propician y se les trasmite de qué se trata, sus resultados y cómo evitar (prevenir), los resultados no esperados: ¿Quiénes son entonces, los reales culpables que un delito que podría ser evitado, se produzca?
Pues, a mi entender, tales fiadores son los encargados de educar y de brindar los elementos necesarios a las personas, que son seres racionales, para evitar la producción del delito. ¿O es culpable el hambriento, de engullir el primer bocado que está a su alcance?
El estado (7) es el primer comprometido en garantizar el bien común, el derecho y la justicia. Las otras instituciones, deben sujetársele. Y es el “estado” el que debe observar y buscar, una equidad de distribución de bienes (materiales y culturales) y de servicios, para los que integran su sociedad.
Sin adherir a una teoría de corte malthusiana (8) es de esperar del “estado”, procure la guía necesaria, para originar en las conciencias de los ciudadanos el sentido fundamental de una responsabilidad (9) solidaria (10) con sus semejantes. (Los que están y los potenciales a sumarse, a través de nuestros actos)
Esta cuestión, excede a las creencias de las personas para transformarse en una responsabilidad social y por ende política.
Carecen de solidaridad, aquellos que se enriquecen desmedidamente: Abusadores (11) de la gracia del éxito económico y a los que me animo a encuadrarlos como “psicópatas” (12), que sólo buscan satisfacer sus mezquinos deseos, sin tener en cuenta la brecha feroz y abismal que su proceder, crea con cúmulos de personas que habitan en la miseria.
Pero también, están faltos de solidaridad, quienes careciendo de los medios básicos que permitan un ámbito adecuado para el desarrollo físico, cultural y social esencial a la prole y siendo parte igualmente de la pobreza de sus contiguos, se llenan de hijos; desligándose de tal responsabilidad, en espera que alguna mano mágica, los supla.
No obstante, este segundo tipo de carencia de solidaridad, puede considerársele también, con trazos de “maligna” (13), como el primer caso citado de “abusadores, psicópatas”. Y esto, atañe a los seres que procrean desmedidamente, en condiciones paupérrimas. (14) Pues, saben de antemano, que salvo raras excepciones, las cuales no hacen a la regla, vienen condenados a la miseria, al abandono y otros males consecuentes. Y, aquí, nos damos nuevamente de frente, con la dimensión de las creencias (Ver aporte de la autora, al pie) (15); pues estas personas pueden presentar disímiles concepciones sobre lo correcto; dada su condición de marginalidad. (16)
El estado, es el responsable de generar políticas de salud, que conlleven tareas preventivas eficientes para evitar la concepción de gestaciones no deseadas, por quienes se relacionan sexualmente, sin la información adecuada de sus consecuencias.