Formacion humanista en la enseñanza de la cirugia y la medicina bucal
Autor: Dr. Oscar Garcia Roco | Publicado:  11/10/2007 | Odontologia y Estomatologia , Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Formacion en Ciencias de la Salud | |
Formacion humanista en la enseñanza de la cirugia y la medicina bucal 2.


Discusión

La discusión de los resultados se realizó de forma global para las dos provincias, pues no hubo  diferencias  significativas entre las mismas.


Los estados afectivos predominantes del estudiante  pueden ser considerados reflejo del arsenal de valores humanos de los jóvenes que arriban a la Educación Médica Superior y de su vocación por la especialidad  Poder trabajar con adecuada maestría pedagógica estos aspectos,  favorecería la creación de un ambiente de interés, confianza y respeto, muy positivo para la formación de adecuados valores humanos en el alumnado6,11.


 Entre las conductas incorrectas de los estudiantes, se destaca numéricamente la falta de seriedad y responsabilidad, comparaciones irrespetuosas y el uso de expresiones vulgares, superficiales o indolentes  y la utilización de objetos indebidos para evitar el contacto con el paciente;  este hecho puede tener un efecto negativo en la formación del profesional, pues con ello se relacionan posturas de rechazo o alejamiento ante los pacientes que presenten determinadas condiciones. En este sentido, el personal docente debe actuar con suficiente tacto para evitar tales deformaciones.


 A la luz de las concepciones bioéticas actuales, el respeto al paciente es un deber, porque con ello se expresa el respeto a la dignidad humana que se practica ante el individuo que es sometido a una manipulación diagnóstica, una intervención quirúrgica o forma parte de un ensayo clínico. La aceptación del paciente como un medio de enseñanza o de investigación, no debe ser motivo para una interpretación deshumanizada de su significación; cometer este error constituye una importante amenaza en la formación de los altos valores humanos que requiere todo buen médico o estomatólogo 1,3,9.


Resulta muy interesante que las conductas incorrectas de algunos estudiantes se acompañan de actitudes similares de algunos profesores, que van desde la tolerancia de aquellas, hasta actitudes impropias "per se", que expresan indolencia y pobre preparación pedagógica y profesional. Las cifras pueden ser insignificantes; no así la dimensión educativa del problema, pues el efecto negativo de una conducta incorrecta de un profesor ante los estudiantes se multiplica. De ahí que Educación y Bioética tengan puntos en común, donde resulta inestimable el arsenal de valores humanos que necesita el hombre que se dedique al magisterio de las ciencias de la salud. 6,14


 Las acciones fundamentales realizadas por los profesores encuestados para contribuir a la formación bioética del estudiante no tienen en todos los casos el mismo nivel de precisión y claridad; no obstante, pueden ser agrupadas en:

-          Acciones relacionadas con el rigor científico-técnico de la enseñanza.

-          Acciones encaminadas a la vinculación básico clínica.

-          Acciones encaminadas a la formación de valores tales como el respeto al ser humano, solidaridad entre las personas, solemnidad ante su responsabilidad profesional y defensa de la dignidad humana.


 En relación con estos aspectos, la educación médica en nuestro país, fundamentada en los postulados martianos, va más allá de la enseñanza profesional y del conocimiento de las materias; abarca, además del proceso de instrucción,  la formación integral de los individuos en valores 5,12,14,18.


El tema referente a los valores, en su connotación individual y social, ha estado siempre presente  en los debates más importantes del mundo contemporáneo. Por esto uno de los grandes problemas actuales que es necesario afrontar, es precisamente el de la “crisis de valores”,  respecto al cual la educación requiere una responsabilidad significativa, y la educación médica
-en particular en nuestro país- ha puesto un mayor énfasis, por cuanto la profesión de que se trata así lo requiere; asimismo, ha ocurrido con respecto a la conciencia patriótica y  solidaria, de acuerdo con las aspiraciones de una determinada concepción integral del individuo 2,15.


En esta dirección, en el proceso educativo se ha venido produciendo, sobre todo en los últimos tiempos, un reforzamiento en las raíces de la nacionalidad mediante el conocimiento de la historia de Cuba,  del ideario martiano y todo el legado de los grandes pensadores y revolucionarios cubanos, conjuntamente con el ideario de la filosofía marxista leninista
2,6,12.


Otro aspecto en el cual se ha profundizado es en los valores referentes a la solidaridad, el colectivismo, patriotismo, internacionalismo, la igualdad, el amor al trabajo, la honestidad, entre otros, en contraposición a otros valores negativos, como el individualismo, consumismo, y la deshonestidad.


De esta suerte, en la universidad médica, como generadora del potencial humano  que se necesita para transformar y desarrollar la atención de salud como elemento importante de la sociedad, la formación de valores es tan importante como los propios contenidos a impartir, y la estrategia para esto debe quedar reflejada en los objetivos  de cada disciplina del plan de estudio, en forma de objetivos instructivos que conformen una unidad dialéctica8,10.


Por otra parte, otro aspecto a destacar en el contexto de la educación médica en Cuba es el referente a la ética médica. En su concepto general, la ética debe ser considerada como un eje transversal de todas las ciencias. Ella, como parte de la filosofía, debe ser la conciencia de la ciencia y la tecnología, y la misma se encuentra en estrecha relación con las épocas, las culturas y el desarrollo científico-cultural de cada sociedad4,8-11. Al respecto, uno de los fundamentos esenciales de la formación de recursos humanos en Cuba, es la educación bajo los principios de la ética médica y el desarrollo de valores éticos basados en nuevos modos de relaciones humanas y racionales entre las personas, sobre la base del respeto mutuo y la consideración recíproca, y en general del respeto a la condición humana de las personas. Todo lo anteriormente expuesto lo podemos sintetizar en el concepto de humanismo médico, que es la base donde se sustenta la educación médica cubana contemporánea6,11-13.


No existe, ni existirá nunca en nuestro país, separación entre el humanismo y la ciencia, y en especial la ciencia médica es esencialmente humanista 2.


El humanismo médico se refiere, en particular, a la actitud médica en la que una persona debe ser considerada en función, no sólo de sus características biológicas, sino fundamentalmente por sus rasgos psicológicos, espirituales y sociales que lo conforman como individuo en su visión holística. No es una entidad separada y aislada de la medicina, sino que implica el conocimiento de la ética, los valores y las tradiciones3,13-16.


La universidad médica, por tanto, insertada en el contexto social, debe trabajar en las áreas priorizadas de la atención médica, y para ello orienta su actividad hacia2,5,15,17:

-     La formación especializada de los estudiantes, para que garantice el dominio de la ciencia que estudian.

-     La formación integral del estudiantado basado en los valores éticos.

-     La apropiación por parte de los estudiantes de la concepción del principio de ser  útiles a la sociedad.


 Se comprende que para cumplir eficazmente dichas funciones, se exige de sus protagonistas, alumnos y profesores, una actitud y conducta profesionales y éticas, consecuentes con la finalidad del proceso que desarrollan3,15.


Por otra parte, la evaluación de los objetivos no cognitivos ofrece gran dificultad, aparte de por su propia esencia, por el hecho de que aún en la actualidad los métodos para valorarlos son insuficientes e inadecuados; usualmente aparecen como demasiado vagos y se exponen a que su interpretación no sea confiable 6,16,17.


Expondremos algunas consideraciones sobre el aspecto ético de la evaluación del aprendizaje.  Al respecto, nuestro código de ética 17,18  incluye algunos preceptos generales:

-          Combatir todo tipo de fraude entre los estudiantes, así como evitar aprovechar en beneficio personal, la influencia afectiva sobre los escolares.  Por tal razón, no debemos aceptar obsequios valiosos que puedan pretender crear compromisos que afecten el cabal cumplimiento de los principios de la ética profesional.

-          Combatir entre los docentes cualquier manifestación de deshonestidad ante el proceso de evaluación como: el fraude, el facilismo, el promocionismo.

-          Ser exigentes en las evaluaciones y otorgar siempre las calificaciones en rigurosa correspondencia con la preparación de los alumnos.

 

Desde luego, estos principios tan nobles y que además nadie niega como valederos ni niega que los pone en práctica, bien sabemos que en realidad no siempre se siguen por razones muy diversas.  Quizás por tal motivo y como si quisiera anticiparse al hecho, el propio código argumenta: "Es necesario considerar, además,  que aunque la moral profesional supone actitudes espontáneas creadas por un largo proceso práctico, ella alcanza un profundo carácter normativo al poner el acento en la importancia de la elaboración de reglas especiales que perfeccionen la actividad del maestro.


Nuestro criterio es que lo anterior constituye la expresión de la necesidad de considerar la evaluación como una actividad regida por un paradigma, donde la tendencia al equilibrio entre sus categorías componentes conduzca a la eficiencia y eficacia del sistema.


En relación al componente investigativo del proceso docente-asistencial la parte más importante se encuentra en el enunciado de los principios éticos fundamentales de la experimentación: autonomía o respeto por las personas, que implica un tratamiento autónomo de los pacientes y la protección de aquellos que tengan la autonomía disminuida, así como la utilización del consentimiento informado; beneficencia y no maleficencia y la justicia que se refiere a la distribución equitativa de los beneficios y daños-riesgos provocado por la experimentación y el tratamiento diferencial justificado de los individuos como por ejemplo: los criterios de selección de los sujetos que implican la concepción de establecer un experimento bien diseñado que lleve a resultados válidos y beneficios para la sociedad 18-20.


La ley Huriet (1988-1989) no fue aceptada por el código civil francés porque abre una brecha para el comercio del cuerpo humano (venta de sangre, de células, de órganos, de "funciones"); al expresar en uno de sus artículos: "En medicina, el cuerpo humano se contempla, además, como un objeto parcelizado... la reivindicación de cada sujeto a la libertad individual absoluta se traduce, para algunos, en el derecho de todo ser humano a disponer de su cuerpo". Como se observa, este planteamiento induce a que toda una población sea "prestada" a participar en la investigación clínica y a ser introducida en el espacio del liberalismo económico. En otro artículo, dicha ley también se refiere a que la participación de sujetos sanos en investigaciones biomédicas sería modestamente "indemnizada" (20 000 francos al año como máximo) 15,17.


Como se puede ver, la ley Huriet se opone a lo expresado en el artículo 19 del Código de Deontología Médica (decreto del 28 de junio de 1979), en el cual se expone que "el empleo en un enfermo de una terapéutica nueva puede contemplarse sólo después de estudios biológicos adecuados, bajo una vigilancia estricta y si esta terapéutica puede representar un interés directo para la persona". Las buenas prácticas clínicas establecen que los pacientes que participan en estudios para evaluar nuevas variantes terapéuticas deben dar su consentimiento de forma voluntaria, libre y sin coacción; una vez que hayan sido informados de los objetivos, beneficios y riesgos de éste, así como de las alternativas terapéuticas existentes, tal como prescriben las normas éticas internacionales. Como se explica en la Guía de Buena Práctica Clínica de la Conferencia Internacional de Armonización, conocida por las siglas ICH, un ensayo debe ser iniciado y continuado sólo si los beneficios previstos justifican los riesgos. Los derechos, seguridad y bienestar de los sujetos que participan en el ensayo son los aspectos más importantes que se deben tener en cuenta y deben prevalecer sobre los intereses de la ciencia y la sociedad 1,5,20.


El supremo criterio para discernir sobre la moralidad de un tratamiento convencional o experimental, particularmente cuando es realizado por personal en formación es la consideración del hombre como persona. Toda experimentación que convierta al ser humano en “objeto” no tiene la garantía de autenticidad humana. Únicamente tiene sentido aquella experimentación que acepte y prosiga la dignidad inalienable de la persona 9,17.


Respetado el valor absoluto del hombre en cuanto a persona, un experimento no se puede efectuar sin la libre disposición del sujeto sobre sí mismo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el sujeto no puede disponer arbitrariamente de sí mismo. Un interés injustificado del paciente no justifica cualquier investigación o tratamiento. La dignidad de la persona y el respeto a su libre decisión han de entenderse, no en un contexto individualista, sino dentro de una consideración comunitaria 15,17


 


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