Aspectos Eticos y Filosoficos de la Muerte
Autor: Dra. Aida Elisa Pérez Más | Publicado:  7/11/2007 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
Aspectos Eticos y Filosoficos de la Muerte

Aspectos Éticos y Filosóficos de la Muerte.


Dra. Aida Elisa Pérez Más, Dra. Reina Coinda, Dra. Noris Sastre Acosta, Dr. Roberto Hernández Hernández

 

Dra. Aida Elisa Pérez Más. Hospital Universitario “Manuel Ascunce Domenech”. Carretera Central Oeste Km. 4 ½ Camagüey.

 

Datos de los Autores

Dra Aida Elisa Pérez Más

Especialista de 2º grado Medicina Interna. Profesor Auxiliar del ISCM Camagüey. MsC. en Enfermedades Infecciosas

Dra. Reina Coinda. Especialista 1er grado Medicina general Integral. Profesor ISCM.

Dra. Norys Sastre. Especialista 1er grado Pediatría. Profesor Instructor ISCM Camagüey.

Dr. Roberto Hernández Hernández. Especialista 1er grado Medicina general Integral.      Profesor Instructor ISCM Camagüey

 

 

Aspectos éticos-filosóficos del final de la vida

 

 

“La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. La muerte no es penosa para los que han vivido bien”.  José Martí

 

 

Las consideraciones acerca de la muerte son muy anteriores a la aparición del pensamiento filosófico. El surgimiento de la filosofía como forma sistemática y lógica de la expresión de las ideas no desplaza ni monopoliza las reflexiones esporádicas y espontáneas del pensamiento común acerca de la muerte. El pensamiento mítico, mágico y religiosa revive también y continúa tratando de responder a estos problemas de los orígenes y últimos fines.

 

El desarrollo posterior del pensamiento científico, en particular de la biología y la medicina, arrojan una nueva luz sobre este oscuro tema. Sin embargo, la muerte continúa siendo una incógnita no resuelta y son válidas muchas de las preguntas más antiguas y originarias, ocupando un importante lugar en la vida de los hombres. (1 -6)

 

De origen griego la palabra ética o moral, según los filósofos de la antigua Roma procede de la cultura helénica. A lo largo de los siglos fueron formulándose y propagándose las definiciones: ciencia de las costumbres, de la conducta recta, de los deberes de los fundamentos de la moralidad, de los preceptos para actuar en la vida o de las leyes de la voluntad. A su vez la Bioética como ciencia relaciona entre otros tópicos la conducta humana en el campo de las ciencias Biológicas. (1, 4,7)

 

El Hedonismo (del griego placer) era una teoría ética en la que el bien se define como aquello que es fuente de placer para las personas o que libra el dolor, y el mal como aquello que conduce al dolor, surge en la antigüedad alcanzando su forma más plena en la ética de Epicuro, ocupando un puesto central en el utilitarismo de Mill y Benthaam, en las teoría burguesas modernas, suele aparecer tan solo como elemento componente de la ética para definir el bien. Epicuro filósofo griego materialista y ateo negaba la participación de los dioses y partía del reconocimiento de la eternidad de la materia, su doctrina fue modificada por Hegel, fundamentaba el goce racional y los basa en ideal individualista de evitar los sufrimientos y alcanzar un estado anímico de sosiego y alegría. (1,7)

 

El utilitarismo (del latín utilidad) es una teoría burguesa según la cual el criterio de la moralidad radica en el provecho que un acto proporciona, su fundador el inglés Bentham (1748-1832) definió su principio básico como ”facilitación” de la mayor dicha al mayor número de personas” atendiendo a los intereses particulares de estas. La moralidad de un acto puede calcularse matemáticamente como el balance de satisfacciones y sufrimientos obtenidos a consecuencia del acto en cuestión (1).

 

Mill (inglés 1806-1873) introdujo en el utilitarismo, el principio de la estimación cualitativa de las satisfacciones, la exigencia de preferir el goce intelectual al físico. (1)

 

Numerosos autores se han ocupado del tema de la muerte, el suicidio y la eutanasia. El Juramento Hipocrático (siglo IX ane) dice: “no daré a nadie que lo pida un remedio mortal o un consejo que lo induzca a tal fin”, por su parte Platón (427-3357 ane) refería que había que dejar morir a los que no están sanos corporalmente. (1,7, 11)

 

En la filosofía de Shopenhauer (filósofo idealista alemán 1788-1860) preconiza un esteticismo que desdeña la realidad y es ajeno a los intereses vitales de los hombres, se incorpora el ideal místico de Nirvana (tomado del budismo de la serenidad absoluta) que aniquila la voluntad de vivir, el suicida no es que no ame la vida, si no que no puede aguantar más su propia vida. Por su parte Nietzsche (idealista alemán 1844-1900) uno de los precursores de la ideología fascista, preconiza que su ideología contrapone a la razón su voluntad, habla de practicar la eutanasia contra los parásitos de la sociedad, se refiere a  la posibilidad de terminar con la vida que solo nos acarreé sufrimientos. (1)

 

Dentro de la historia de la eutanasia tres figuras eminentes de la Anestesiología han jugado un papel preponderante: Bonica, Madrid Arias y Castro Méndez en su enconada lucha contra el dolor. (8,12, 13,)

 

La medicina y la filosofía no se excluyen mutuamente, en occidente, el pensamiento Pitagórico y en oriente las enseñanzas Taoístas de casi 2500 años sentaron las bases de una filosofía médica que acentuaba los principios de armonía y equilibrio, considerando el equilibrio entre salud y felicidad.  La enfermedad era producto de algún desequilibrio la función de la medicina era restituir el desequilibrio o la armonía y aceptar, y entender las limitaciones de la pericia médica como confines naturales de la intervención humana. (1, 5,8)

 

El ejercicio de la medicina está orientado por principios éticos arraigados en el concepto filosófico “nil nocere” no causar daño y bonum facere ”hacer bien”. La filosofía clásica de la medicina comprende los siguientes conceptos metafísicos: el lugar que ocupa el hombre en la naturaleza, su relación con lo divino la salud y la enfermedad y los conceptos epistemológicos y metodológicos de diagnóstico, clasificación, evaluación de riesgos y tratamientos. La ética médica clásica establece criterios para la relación entre el paciente y el médico, lo que es mejor para el paciente y el conjunto de virtudes que debe reunir el buen médico. (7, 11,10)

 

Los adelantos de la tecnología médica y el surgimiento de la sociedad pluralista han producido una combinación de factores que determinan el conjunto particular de prioridades de la filosofía y la ética médica en los umbrales del siglo XXI. La medicina moderna, nos permite mediante cuidados especiales, prolongar la vida de algunos pacientes hasta tal punto debemos preguntarnos si ese acto es exigido por el ethos médico y su gloriosa tradición. (1,14)

 

La relación médico-paciente se ha convertido en una relación de usuario-servidor, creando una desconfianza entre ambos, por la relación económica que se crea, que lleva al reclamo de morir dignamente, existen una serie de hechos que están ocurriendo que han aumentado esta preocupación.(10,12,13,14,16)

 

La aceptación de la eutanasia voluntaria en Holanda que exige que la petición proceda de un paciente competente, reiterarlo a lo largo de una semana, documentada entre testigos y con opinión de otro médico, se aprueba en 1994 a la raíz de la petición de muerte de una señora cuyo primer hijo había fallecido de leucemia e, el segundo hijo se suicida y es abandonada por   su esposo, solicita a su médico que termine con su vida, a lo que este accede, el médico es acusado por no haber consultado a un Comité de ética.

 

 

El proyecto de nuevo código penal español en que se solicita solo una petición expresa y seria.

La absolución del Dr. Kevorkian en USA patólogo retirado que crea un aparato para ayudar al suicidio.

La aprobación en Mayo de 1995 en el territorio Norte de Australia de la eutanasia activa.

 

Estos hechos evidencian que el carácter sagrado de la vida se ha visto cuestionado por el concepto de   calidad de vida, ya que se acepta de hecho que hay un cierto nivel de vida no deseable. Debemos darnos respuesta para avanzar en este tema a las siguientes interrogantes: (14 – 21)

 

¿Qué significa eutanasia?

¿Qué temores tenemos ante la idea de la muerte y cómo la enfrentan las diferentes religiones?

¿En qué consiste el ensañamiento terapéutico?

¿Cómo enfrentar el diagnóstico de la muerte?

¿Cuál es nuestra posición materialista ante la muerte?

 

 

Eutanasia

 

“¡Ah doctores de las sales, hombres de las esencias, prójimos de las bases! ¡Pido se me deje con mi tumor de conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra, aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queréis, más dejadme despierto del sueño, con todo el universo metido, aunque fuese a las malas, en mi temperatura polvorosa.” (22).

Vallego 1892-1938

  

Definida por los diccionarios como:

 

Muerte natural suave, indolora, sin agonía. Muerte criminal sin sufrimientos, provocada por medio de agentes adecuados.

Teoría que defienda la licitud de acortar la vida a un enfermo incurable.

 

Etimológicamente ”buena muerte natural”.

 

Se debe distinguir bien, al menos de la intencionalidad, entre evitar omisiones voluntarias en los cuidados normales de apoyo vital (eutanasia pasiva) y evitar actuaciones ineficaces o inútiles en enfermos terminales (ventilación, marcapasos). Ciertamente morir sin agotar todas las técnicas de reanimación disponibles, es dejar llegar la muerte de forma natural, pero no es eutanasia pasiva. (12, 14, 15,16)

 

La eutanasia pasiva y activa son normalmente indistinguibles, porque ambas son idénticas en intención y final, la muerte se consigue aunque método opte por no tratar o la inyección letal. Los defensores de la eutanasia activa se ven anulados en sus métodos ante la terapia antiálgica, al permitir morir con dignidad y sin dolor a los enfermos oncológicos en fase terminal. (13,17)

 

Existen dos posturas irreconciliables respecto a la eutanasia; el biologicismo que idolatra la vida por encima de cualquier otra consideración y que, por tanto defendería a toda costa la vida y el elitismo que distinguiría entre “persona humana real “y “ser biológicamente humano”, lo que llevaría a discutir en qué casos se pueden considerar ciertos seres “personas reales” o no. (1)

 

La mayoría de las sociedades se refieren al ideal de la buena muerte, tema que se relaciona directamente con la decisión libre y voluntaria del enfermo sobre el acto de morir. Admitir la eutanasia en una sociedad no es una cuestión de nuevas costumbres; la eutanasia es un problema crucial que indica el grado de humanidad de una civilización, aceptarla en alguna de sus variantes supone el inicio de la barbarie. (19-23)

 

Se ha producido un debate continuo en torno a la interpretación del concepto tradicional “del carácter sagrado de la vida” y el concepto más reciente de la “calidad de vida”. Mientras que la tradición del carácter sagrado de la vida tiene profundas raíces históricas y en general, se entiende que implica la conservación de la vida siempre que sea posible, la noción de la calidad de vida es de cuño más reciente. A veces se piensa que el carácter sagrado de la vida exige mantenerla a toda costa; por otra parte se piensa que el concepto de calidad de vida requiere dejar siempre de lado el carácter sagrado de esta cuando existe un conflicto entre los dos principios. (19)

 

Aceptar la eutanasia es recomendarla la idea eutanásica surge como una solución requerida o buscada por el enfermo, forzada a admitirla sin elección y se ejecuta bajo pretendidos de compasión, esgrimiendo libertades, derechos y filosofías. En el fondo de las discusiones sobre la posible permisividad legal, despenalización o abierta legalización de las conductas eutanásicas están dos ideas básicas: (12, 13, 14, 23,24)

 

El derecho a determinar el momento de la propia muerte, por una exaltación sin límite del principio bioético de la autonomía del paciente.

 

El derecho de la sociedad de intervenir en el proceso de morir, por el principio utilitarista de relación entre costos y beneficios, en una política sanitaria que afirma que la no intervención médica en una determinada enfermedad atendible dentro del sistema público, o la no utilidad social de determinadas prestaciones sanitarias por la “calidad de vida” del paciente.

 

Los principios básicos en toda intervención médica con la de no maleficencia y de justicia y en segundo término, los de autonomía y beneficencia, donde debe existir una adecuada relación de prioridades. En el principio utilitarista de procurar proporcionar el mayor bien, al mayor número de personas, según los recursos disponibles, es importante a la hora de establecer cualquier política sanitaria, que no puede servir para encubrir una mentalidad eugenésica, de un utilitarismo llevado al extremo, que considera cada vez más a la medicina como una crisis al servicio de una sociedad perfecta, integrada por individuos sanos donde la eutanasia seria una acción médica más. Solo desde una ética personalista puede encuadrarse el principio de utilidad. (19, 20, 23, 25, 26)

 

La mentalidad eugenésica supondría eliminar vidas por considerarlas” inútiles” para la sociedad o el sistema sanitario, o excesivamente “costosas” en relación a su mala” calidad de vida”, entendida así por su utilidad social. La batalla más decisiva para el futuro de la profesión está en que la medicina siga siendo un servicio para todos los hombres y cada hombre individual, incluidos incurables y moribundos, o que se convierta en un instrumento de ingeniería socioeconómica al servicio de los poderosos. (19)

 

La decisión de vivir o morir no puede hacerse bajo el principio del utilitarismo. Para que el paciente tome una decisión es requisito indispensable que actúe de forma autónoma y competente. Sin embargo, existen algunas circunstancias que impiden que el paciente sea competente para actuar autónomamente. Tanto autonomía como competencia son conceptos que no deben tratarse como absolutos, sino que deben particularizarse en cada caso. (14)

 

En los últimos años la autonomía ha desplazado a la beneficencia como primer principio  de la ética médica, esta es la reorientación más radical ocurrida en la larga historia  de la tradición hipocrática. Como resultado la relación entre el paciente y el médico es ahora más franca y abierta y en ella se respeta más la dignidad de los pacientes. Este cambio de lugar casi irreversible de la toma de decisiones, es una respuesta a la confluencia de fuerzas sociopolíticas, legales y éticas (14, 26,27)



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