El cleptómano no utiliza ni vende lo robado y nunca se ayuda de cómplices. El cleptómano, a diferencia del ladrón, roba por necesidad de satisfacer un desorden mental, mientras que el último roba por diversión, o necesidad de satisfacer un bienestar material, económico o social. El cleptómano obedece generalmente a un impulso relativo dependiendo del lugar y tiempo en que se encuentre.