FARMACOTERAPIA CARDIOVASCULAR
EN EL ANCIANO.
Tanto las características
fisiológicas del anciano, como los factores psicosociales
(polifarmacia, automedicación, pluripatología, incumplimiento de
pautas terapéuticas, etc...), alteran el comportamiento
farmacocinético y farmacodinámico de numerosas sustancias, lo que
hace que a la hora de establecer un tratamiento en estos paciente
debamos evaluar la capacidad funcional y biomédica tanto física
como mental y social, haciendo un especial hincapié en la
valoración del estado nutricional, hidratación, actividades
básicas, grado previsible de cumplimiento, etc...23. El
metabolismo de los fármacos se encuentra reducido y con una
sensibilidad aumentada pudiendo ocasionar reacciones adversas de
mayor entidad que en un paciente joven, por lo que para ajustar las
dosis habrá que contemplar al menos los siguientes cambios
biológicos:
1º)
La reducción progresiva de la función renal que afecta a fármacos
como Digoxina, Procainamida y Enalapril.
2º)
El flujo hepático reducido que afecta a medicamentos que tienen un
metabolismo de primer paso hepático, tales como Lidocaina,
Propranolol o Verapamil.
3º)
Una reducción en la unión de fármacos a la albúmina y proteínas
que ocasionan aumentos de niveles plasmáticos de los mismos como la
Warfarina.
4º)
Las modificaciones en el número y sensibilidad de los receptores que
provocan respuestas anómalas en fármacos como Benzodiacepinas,
Anticoagulantes orales o Betaestimulantes24,25.
5º)
Los frecuentes trastornos hidroelectrolíticos ocasionados por los
diuréticos por lo que deberán ser restringidos a la fase aguda de la
IC, para seguir posteriormente con dosis mínimas de mantenimiento y
evitar volver a entrar en fallo cardíaco y/o en HTA.
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