El
filósofo alemán Max Scheler, afirma que todo ser viviente posee, bajo
una u otra forma, la certeza intuitiva de la muerte. En todos los seres
vivos de nuestro universo, el humano es el único que se sabe mortal. Al
parecer en él, la aparición de la conciencia de sí precede por muy
poco a la conciencia de la muerte, y nunca en ninguna parte parece
considerarse la muerte como un proceso trivial.
Freud
considera a la libido como la energía común a todos los instintos y la
denomina instinto de vida.
Poco a poco, Freud llega a la concepción de un instinto de muerte que
se opone a la libido y quiere establecer nuevamente el estado inanimado.
Llega a distinguir dos
especies de instintos: aquellos que quieren llevar la vida hacia la
muerte, o sea que están al servicio del Thánatos y otros, los
instintos sexuales ( o de vida) que
aspiran de continuo a la renovación de la vida y la imponen siempre de
nuevo, o sea al servicio del Eros.
En
la última fase de su teoría, Freud atribuye la primacía del instinto
de muerte sobre los de vida, llega
a verlo como el primero y esencial del hombre.
El
temor instintivo a la muerte por la que el ser humano se cree amenazado,
es una reacción normal de todos los seres vivos. Este temor ejerce una
función positiva, no sólo
porque nos protege de ella, sino también porque estimula y aumenta la
alegría de vivir.
El
miedo a la muerte, cuando se hace angustioso, paraliza la acción, hace
al hombre un inadaptado a la vida, le quita a veces la alegría de
vivir. En cambio, el temor, está al servicio de la vida.
En
ocasiones la muerte de otro, puede convertirse para cada uno
en una auténtica experiencia de la muerte, a condición de que
se la viva afectivamente, es decir, que
haya identificación en cierta medida con ese otro que muere o
que acaba de morir.
Los
enfermos orgánicos,
principalmente los enfermos cardíacos, que padecen una afección
en un órgano que presenta tan importante simbolismo, tienen
constantemente conciencia y temor de morir, constituye una fuente
importante de tensión sobre su adaptación emocional y social.
La
muerte es un tema espinoso y secreto, del que se piensa pero que ninguno
discute abiertamente. El temor a la muerte es
una fuente potencial de
tensión, sobre todo para estos pacientes que se encuentran alguna vez
al borde de la misma.
La
enfermedad incapacita, al menos temporalmente, al sujeto y las
actividades ya nunca pueden ser las mismas. Se debe elaborar un proceso
de duelo por el cuerpo sano y por las actividades que dejan practicarse.
Este
ataque a la autoestima se ve
acrecentada por el cambio laboral que los sujetos deberán seguramente
implementan.
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