Anorexia Nerviosa en jovenes y niños
Autor: Dr. Rafael Emilio Bello Diaz | Publicado:  11/09/2006 | Pediatria y Neonatologia , Endocrinologia y Nutricion , Psiquiatria | |
Anorexia Nerviosa en jovenes y niños.

 
La anorexia nerviosa es una enfermedad psicosomática caracterizada por una alteración de la imagen corporal y un trastorno de la conducta alimentaria.

El rasgo clínico principal es la negativa a alimentarse de forma apropiada por un temor irracional ante la posibilidad de ganar peso; estos datos específicos permiten diferenciarla de otras enfermedades que cursan con restricción de la ingestión asociadas o no a descenso ponderal.

Actualmente, en orden de frecuencia, es la tercera enfermedad crónica más común entre los adolescentes. Si bien esta alteración neuroendocrinológica ha sido reconocida hace más de dos siglos en los países occidentales, se ha producido un incremento progresivo de la incidencia de los trastornos de la ingestión alimentaria debido, fundamentalmente, a factores socioculturales.

En Europa, la prevalencia de la anorexia nerviosa ha ido aumentando progresivamente en los últimos años hasta alcanzar las cifras publicadas por otros países desarrollados, y oscila alrededor del 1%, con una incidencia de 5-10 casos nuevos por 100.000 habitantes y año.

Los primeros criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa fueron propuestos por Feighner en 1972. En 1980, la Asociación Americana de Psiquiatría elaboró los criterios DSM-III, que han permitido comparar los estudios realizados en esta patología, aunque no se tuviera demasiado en cuenta la existencia de formas parciales o subclínicas.
En el año 1994 se han actualizado los criterios diagnósticos para la anorexia nerviosa en el catálogo DSM-IV.

La expresión clínica varía con la edad de comienzo, la duración y la forma o variante clínica.

La anorexia nerviosa en los adolescentes presenta un cortejo plurisintomático que abarca prácticamente todos los sistemas.
En muchas ocasiones, esta sintomatología difusa provoca el primer contacto médico, y enmascara el verdadero problema que es el trastorno del comportamiento alimentario subyacente.

La mayoría de los investigadores han descrito la existencia de concentraciones plasmáticas elevadas de la hormona del crecimiento que se normalizan tras terapia nutricional adecuada, un fenómeno similar al que se observa en las situaciones de malnutrición.

En nuestra experiencia, en lo que a la secreción de esta hormona se refiere, hemos observado la existencia de dos grupos de pacientes claramente definidos; por una parte, aquellas en las que existe una normohipersecreción de hormona del crecimiento y, por otra, aquellas en las que existe una hiposecreción de la hormona (valores inferiores a 3 ng/ml/24 h).

Estas alteraciones en la secreción espontánea de la hormona de crecimiento son moduladas por modificaciones en la amplitud de los picos secretorios y no por la frecuencia de los mismos.

Luego de la recuperación de peso ( 6-8% del peso inicial al diagnóstico), la secreción de esta hormona tiende a normalizarse.
Junto a ello, las concentraciones de los factores de crecimiento semejantes a la insulina (IGF-I) se encuentran significativamente disminuidos en el momento del diagnóstico en estas pacientes, como manifestación del estado de malnutrición y no se incrementan significativamente a pesar de que la recuperación ponderal sea superior al 10% del peso en el momento del diagnóstico, al menos durante un período de seguimiento de un año.

Las concentraciones de las proteínas transportadoras de los factores de crecimiento similares a la insulina número 1 (IGFBP-1) y 2 (IGFBP-2) se encuentran significativamente elevadas en el momento del diagnóstico, y se correlacionan inversamente ambos parámetros con las concentraciones de insulina.
Estas proteínas, no dependientes de la hormona de crecimiento , después de la recuperación de peso, persisten elevadas cuando se comparan con los controles.
Las concentraciones basales de la IGFBP-3, principal proteína transportadora de los IGF, se encuentran significativamente disminuidas en el momento del diagnóstico, y no se modifican tras la recuperación de peso.

Las concentraciones plasmáticas de la proteína transportadora de la GH de alta afinidad y baja capacidad (GHBP) se encuentran muy disminuidas en el momento del diagnóstico, lo que refleja posiblemente una disminución en el número de receptores de Hormona de Crecimiento y la existencia de un cuadro de resistencia parcial.
Otra posible explicación a este hallazgo sería la existencia en estas pacientes de una alteración en la rotura proteolítica del receptor que genera la GHBP.

Tras la recuperación ponderal, las concentraciones de GHBP se normalizan.
En el momento del diagnóstico, pese a la disminución de las concentraciones séricas de IGF-I, la fracción libre de esta proteína y, por tanto, la forma biológicamente activa se encuentran dentro de la normalidad.
Ello podría ser debido a la disminución concomitante de las concentraciones de la IGFBP-3.
La recuperación ponderal determina un incremento significativo de las concentraciones de IGF-I libre, sin modificaciones en las de IGF-I total9.

Los pacientes con anorexia nerviosa presentan un hipogonadismo hipogonadotropo, de origen hipotalámico, y la amenorrea es una de las constantes y uno de los criterios necesarios para el diagnóstico del cuadro clínico.

Distintos factores pueden encontrarse implicados: la disfunción hipotalámica, la pérdida de peso, las alteraciones de los esteroides sexuales y de los neurotransmisores, el ejercicio físico y la melatonina, entre otros.

Las mujeres con anorexia nerviosa tienen concentraciones basales disminuidas de la hormona luteinizante (LH) y de la hormona foliculoestimulante (FSH), así como concentraciones bajas de estradiol, lo que indica una alteración de la función hipotálamo-hipófiso-ovárica16.

La recuperación del peso se acompaña, en general, de un incremento de las concentraciones de ambas gonadotropinas.

En estudios de la secreción espontánea de hormona luteinizante durante 24 horas en pacientes con anorexia nerviosa se ha observado una disminución de la frecuencia y de la amplitud de los pulsos de dicha actividad secretoria. Tras la recuperación de peso de estas pacientes, se produce un incremento de la secreción de gonadotropinas; por tanto, la malnutrición podría ser uno de los factores implicados en la alteración de esa actividad secretoria.

Se han descrito alteraciones en el sistema de los neurotransmisores, fundamentalmente del sistema dopaminérgico, como de los opioides endógenos en las pacientes afectadas de anorexia nerviosa, ambos péptidos involucrados en la regulación de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH).

Aún permanece sin clarificar si la alteración de los neurotransmisores es un trastorno primario o secundario a la malnutrición.
Existe una asociación clara entre concentraciones de melatonina y función gonadal en los seres humanos, y se observan concentraciones nocturnas elevadas de melatonina en las mujeres con amenorrea hipotalámica.

En diferentes estudios , se observan concentraciones nocturnas elevadas de 6-sulfatoximelatonina (principal metabolito excretado por la orina) tanto al diagnóstico de la enfermedad como tras la recuperación de peso, y las pacientes están en las dos situaciones en amenorrea.

Esto podría ser debido a una insuficiente ganancia ponderal o a la necesidad de un período más largo de recuperación de peso. La disfunción tiroidea en las pacientes con anorexia nerviosa tiene dos formas de presentación: una, en la que las concentraciones de triyodotironina (T3) están disminuidas, las de tetrayodotironina (T4) normales o bajas y las de T3r aumentadas, y otra, con bajas concentraciones de T3 y T4.


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