Carta a S.M. Don Juan Carlos y a las autoridades politicas latinoamericanas a proposito de la sancion de la Ley del Aborto en España. “El Bebe Aido”. Ciencia, gnoseologia y metafisica nos hablan de la verdad del embrion
Autor: Dr. Juan Herrera Salazar | Publicado:  28/07/2011 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Articulos | |
Carta a S.M. Don Juan Carlos y a las autoridades politicas - Ley del Aborto - El Bebe Aido .1

Carta a S.M. Don Juan Carlos y a las autoridades políticas latinoamericanas, a propósito de la sanción de la Ley del Aborto en España. “El Bebé Aído”. Ciencia, gnoseología y metafísica nos hablan de la verdad del embrión.

Dr. Juan Herrera Salazar. Appointed Director del Proyecto del Centro de Bioética de la Universidad Juan Pablo II, Managua, Nicaragua.

S.M. Don Juan Carlos:

Proemio:

Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!...

Rubén Darío.

Nos permitimos escribirle, porque hemos oído el clamor del “ Bebé Aído ” y del auxilio que puede prestar la ciencia, la gnoseología y la metafísica, para esclarecer a su Ministra de Igualdad, Sra. Bibiana Aído Almagro, que el “Bebé Aído” es realmente un ser vivo, un ser humano, una persona, y que la biología, embriología y ciencias médicas pueden demostrar.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, reconoce y protege al “Bebé Aído” (1).

La metafísica nos presta su ayuda y de manera práctica su Ministra, lo podrá constatar en una conversación con su madre y su padre don Francisco Aído, preguntándoles, si al ser acogida al banquete de la vida, ellos tuvieron dudas o certeza cierta, de que su hija en el vientre fuera o no un ser humano, una persona, a la que se debía respeto por su dignidad y trascendencia.

Le escribimos para expresarle como lo hizo el poeta ante los Reyes Católicos, nuestro sentimiento continental solidario.
“Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos;
mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte; ”

Leimos la carta “ Su Majestad no firme ” a la cual nos adherimos.
Su Majestad:
“ya veréis el salir del sol en un triunfo de liras,
mientras dos continentes, abonados de huesos gloriosos,
del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando,
digan al orbe: la alta virtud resucita
que a la hispana progenie hizo dueña de siglos”.

Su Majestad, decía Séneca:

“Habita en nosotros un espíritu santo como espectador y guardián de nuestras buenas y malas acciones”.

Con auxilio de la razón y la metafísica, su Ministra quedará clara de que su obligación es reconocer, La Ley Moral Natural que llevamos escrita en nuestros corazones, “consciencia”. Es obligación del derecho positivo fundamentarse en ella y no borrarla.

Su Majestad, siempre de nuestro amado Rubén:
“Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos;
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas razas,
muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo.”
Su Majestad, así habló Rubén Darío ante los Reyes Católicos:
“Quimeras, polvo de oro de las alas de las rotas quimeras, ¿por qué no fui lo que yo quería ser, por qué no soy lo que mi alma llena de fe, pide, en supremos y ocultos éxtasis al buen Dios que me acompaña ? En fin, acatemos la voluntad suprema”.

Su Majestad, la exhortamos, desde América abrir su espíritu al resplandor de la verdad para que su reflexión axiológica, ilumine el mundo.

“Y así sea esperanza la visión permanente en nosotros.
¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda”.

Introducción:

En la postmodernidad, muchos de nuestros contemporáneos limitan su horizonte de análisis. Sólo son capaces de verse a sí mismos, buscan en su interior los valores que deben ser respetados, y no los buscan en la realidad de las cosas (quid est res).

Si usamos la razón descubrimos que la realidad está en el mundo, razonando captamos la realidad de las cosas, la realidad de los entes, captamos la realidad de que la vida humana simplemente por el hecho de existir encarna un valor que merece ser respetado.

No podemos abandonarnos a la comodidad de no razonar, vamos a usar nuestras facultades, nuestra inteligencia: la razón no puede abdicar sólo porque el clima cultural actual nos hace ese llamado, o la oportunidad política nos lo señala, al contrario vamos a usarla más que nunca para defender la vida, la razón nos va a ayudar a combatir la sin razón de la postmodernidad, la razón nos va a aclarar la verdad, nos va a permitir captar la “esencia necesaria” (quidditas), reconocer la substancia, la naturaleza de la persona humana (corpore et anima unus). Sabemos que sólo reconociendo la persona humana con la razón, la vamos a respetar por su valor, dignidad y trascendencia.

El relativismo hoy es el eje de la cultura postmoderna: “Todo es igual”, “nadie tiene derecho a imponer su posición sobre los demás”, cada quién tiene “su verdad”, “la verdad está por igual en todas las religiones y filosofías”. El famoso consenso democrático, la dictadura de la mayoría a veces se impone en las democracias avanzadas.

S.M. Don Juan Carlos: la responsabilidad que sus hombros cargan, es como la que cargo Caupolicán en nuestra amada América.

Así una persona o un grupo social, con el fin de justificar su modus vivendi, sus intereses económicos, ideológicos, se dedica a defender una teoría gnoseológica, un modelo bioético, o una teoría relativista del conocimiento y a tildar de “intolerante” y de “dogmático” cualquier postura que defienda la capacidad natural del hombre para conformarse a la verdad objetiva y a Ley Moral Natural. (2,3,4)

Tal uso ideológico hace que se vaya diluyendo o desapareciendo en tantas personas el sentido de la vida. El relativismo crea una cultura que no respeta los valores humanos y espirituales, que va en contra de la dignidad de la persona humana. Crea una cultura que pretende borrar la conciencia humana, la capacidad de hacer juicios morales sobre los propios actos, sobre los cambios culturales y las leyes del Estado.

En este clima cultural actual, cabe preguntarse legítimamente:

¿Conocemos la realidad como es, o sólo lo que nuestra mente proyecta en su interior?
¿Somos capaces de conocer la verdad? (1,2,3)

En latín estas preguntas se formularían así: “An sit veritas ”

Por eso debemos trabajar para responder al relativismo cultural, debemos estudiar el relativismo como doctrina, reconocer sus exigencias positivas, pero debemos señalar sus deficiencias estructurales, refutarlo desde la filosofía del conocimiento adecuadamente. Los relativistas no pueden hablar de la validez de su doctrina y negar la diferencia entre verdad y falsedad. El relativismo niega el principio de no-contradicción, afirma que todo es “verdadero”, tanto una cosa como su contraria. Por eso les vamos demostrar que sí se puede conocer la verdad y que los actos buenos son aquellos que afirman la verdad y buscan incansablemente el bien, como su fin último.

Argumento prestando a de Santo Tomás, la teoría del conocimiento (adaequatio intellectus et rei), De veritate, q.1a.2.s.c.2, para demostrar que la verdad es cognoscible.

La teoría de la correspondencia del Aquinate: conformidad o adecuación entre nuestro conocimiento y la realidad misma, nos permite afirmar que podemos conocer una verdad formal o lógica, es decir establecer una conformidad mental de la inteligencia con la realidad.

Por ejemplo, cuando veo una ecografía que muestra los latidos del corazón del embrión, mi mente establece con él una relación de adecuación ideal: “crea”, por decirlo así, una idea, un concepto, un juicio, a través del cual conocemos al embrión presente.

Es importante subrayar que nuestra mente no crea la realidad del embrión, sólo la reconoce, él está presente aunque no tengamos un aparato de ultrasonido, la realidad ontológica o trascendental sólo mide o determina el contenido del conocimiento, está allí presente independientemente de nuestra mente, cuando nuestra mente se conforma con la realidad (verdad formal o lógica), el hombre conoce, posee la verdad (fenoménica), la realidad se “manifiesta” a la inteligencia y ésta la “asimila” a través del proceso de conformidad mental.


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