Reparacion de fracturas de suelo orbitario. Nuestra experiencia con diversos materiales
Autor: Dr. Oscar Garcia Roco | Publicado:  25/09/2007 | Cirugia Maxilofacial | |
Reparacion de fracturas de suelo orbitario. Nuestra experiencia con diversos materiales.

Dr. Oscar Norberto García –Roco Pérez.

Resumen


Con el objetivo de mostrar nuestra experiencia en la reparación de fracturas de suelo orbitario con diversos materiales de implante o injerto, se realizó un estudio clínico y radiográfico pre y posoperatorio en 16 pacientes con fracturas del suelo orbitario selectivas o asociadas a fracturas del complejo cigomático tratados por diferentes métodos según criterios de inclusión establecidos. Predominaron las fracturas aisladas del suelo orbitario (75.5%) en pacientes masculinos (68.8%). Los materiales más utilizados fueron la Hidroxiapatita HAP-200 (37.5%) y el Silastic (31.3%), aportando el primero los mejores resultados. En ninguno de los pacientes se encontró reacción adversa ante este material implantalógico y sí muy buena tolerancia y adaptabilidad, lo que reafirma su biocompatibilidad, lográndose resultados estéticos y funcionales adecuados con escasas complicaciones posoperatorias no inherentes a este.

Introducción

Desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, han existido las fracturas faciales; en esta región se ubican varios de los más importantes órganos de la economía humana, de manera que la asociación de las lesiones de estos con los huesos de la cara, aumentan su importancia y en ocasiones su atención inmediata.1,2

Diversos autores plantean en estudios realizados, que no son infrecuentes las fracturas del suelo orbitario, estas pueden ser aisladas o selectivas del piso orbitario y asociadas a fracturas del tercio medio facial; incluso se reporta que casi el 90 % de los casos con este trauma tiene algún tipo de daño ocular con diversos grados de seriedad.1-4

La conminución, evolución de la fractura, magnitud y dirección del desplazamiento, magnitud del defecto óseo, así como la edad del paciente, son indicadores clínicos a considerar en la selección del método de reparación de las fracturas orbitocigomáticas. 1,4-6

Desde hace muchos años la literatura médica recoge cierta cantidad de investigaciones, en las cuales se exponen resultados exitosos en el tratamiento de este tipo de fracturas, ya sea con distintos tipos de materiales implantalógicos como el acrílico, el teflón, el silastic, el supramid, metales, hidroxiapatita o con injertos autólogos de hueso o cartílago.5-12 Actualmente no existe un criterio común en cuanto a la conducta a seguir ante tales fracturas, motivado por la gran variedad de técnicas quirúrgicas y materiales de reconstrucción.1,4,7,13

En la institución radica el Centro Provincial de Atención al Politraumatizado de Camagüey y existe una tradición de 30 años de aplicación de diversas modalidades en el tratamiento de las fracturas del suelo orbitario en general, pero no se han realizado estudios que evalúen los resultados obtenidos. El presente estudio se realiza con el objetivo de describir estos en relación al material empleado.

Método

El universo de trabajo para este estudio estuvo representado por un grupo de ocho pacientes que presentaron fracturas del suelo orbitario, tratados en los servicios de cirugía maxilofacial del Hospital Universitario Provincial "Manuel Ascunce Domenech" y del Hospital General Docente ¨Martín Chang Puga¨ de Camagüey, Cuba durante el período comprendido entre enero de 2001 y diciembre de 2005. Se utilizó para reparar dicha fractura, bloques de Silastic, Teflón e Hidroxiapatita porosa HAP-200 de fabricación nacional, previamente tallados y esterilizados en autoclave, según indicaciones del fabricante o se tomaron injertos óseos de cresta ilíaca o pared anterior del maxilar y condral de la VII costilla o concha auricular. Los pacientes siguieron los mecanismos institucionales establecidos para el tratamiento de su patología quirúrgica13-15.

A cada paciente se le realizaron estudios preoperatorio clínicos y radiográficos. Se midió el enoftalmo en milímetros, con el exoftalmómetro de Hertel; exámenes de motilidad ocular, desnivel pupilar y de determinación de la diplopia; así como radiografías simples vista Waters y Cadwell y T.A.C cuando se estimó necesario16,17. De acuerdo al enoftalmo y desnivel pupilar se distribuyeron en cuatro grupos: Grupo I (3-4 mm), Grupo II (5-6 mm), Grupo III (7-8 mm) y Grupo IV (más de 8 mm) a fin de planificar el tratamiento.

Los pacientes fueron sedados para la operación, con anestesia general buco traqueal, a todos se les realizó incisión infraorbitaria, la que creó un lecho subperióstico para implantar el material o colocar el injerto libre. Una vez liberado el músculo recto inferior, se adaptaron bien al lecho receptor, variando la necesidad de fijación adicional.

Estos pacientes fueron examinados a las 72 horas, a la semana se les retiró la sutura y luego se siguieron estudiando al mes, a los tres, seis meses y al año. A cada uno se le confeccionó una planilla para recoger los datos generales, así como la evaluación clínica y radiográfica, la medición del enoftalmo y el desnivel pupilar; comparándose con los resultados preoperatorios. Se aplicó estadística descriptiva con distribuciones de frecuencia en números absolutos y porcentajes y media aritmética.

Resultados

En la tabla 1 se expone la distribución de los pacientes según el tipo de fractura y el sexo. De ellos el 75 % fueron fracturas selectivas del piso orbitario y el 25 % asociada a fracturas del complejo cigomático, predominó el sexo masculino, con un 68.8%. La edad media fue de 34.18±0.9, con 37.02±0.6 para hombres y 31.33±1.2 para féminas, ligeramente inferior.

Tabla 1. Distribución de pacientes según sexo, edad media y tipo de fractura.

tabla

En la tabla 2 se observa la agrupación según medición preoperatoria de cada paciente, recogida en milímetros del enoftalmo y del desnivel pupilar, predominó el grupo II con 5-6 mm de enoftalmo y de desnivel pupilar, siendo más significativo en el cuarto grupo con dos pacientes (12.5%) que sufrieron de una fractura selectiva del suelo orbitario por un traumatismo intenso y directo, provocado por un bate de béisbol durante la práctica de este deporte. En general la Hidroxiapatita fue la modalidad más empleada (37.5%), de acuerdo al grupo en el I fue el Silastic (50.0%), en el II la Hidroxiapatita (50.0%), en el III una frecuencia similar de las diversas modalidades exceptuando al injerto condral auricular. En el grupo IV con dos pacientes se empleó la hidroxiapatita y el injerto óseo de cresta ilíaca.

Tabla 2. Distribución de los pacientes por grupos según medición en milímetros (mm) del enoftalmo y el desnivel pupilar preoperatorio y modalidad terapéutica.

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Se hace referencia a la aparición de complicaciones, dada su estrecha relación con la eficiencia terapéutica de los métodos aplicados y la indudable repercusión que esto provoca. La mayoría de los pacientes no presentaron complicaciones posoperatorias (75.0%). Cuando aparecieron, la más frecuente fue la sepsis de la herida (12.5%) y las estéticas, neurológicas sensitivas y reacción a cuerpo extraño (6.2 %), se distribuyeron homogéneamente con un caso. (tabla 3).

Tabla 3. Distribución de las fracturas de suelo orbitario según la modalidad terapéutica y de acuerdo con la aparición de complicaciones.

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En el orden morfofuncional los resultados obtenidos se consideraron buenos en el 81.3 % de los pacientes (tabla 4), lo que se relacionó directamente con la complejidad de la terapéutica aplicada, la aparición de complicaciones y por ende, del tipo de la fractura y no solo del material de reparación, en relación a estos fueron buenos en el 80.0% de los casos en que se empleó Silastic, Hidroxiapatita y Cresta Ilíaca 100.0% aunque en este último la casuística fue muy escasa, al igual que en el injerto de cartílago costal (50.0%) y concha auricular que se evaluó de regular. En ningún caso se consideraron malos los resultados, teniendo en cuenta que el enoftalmo y el desnivel pupilar fueron corregidos significativamente después de la cirugía. Se logró la desaparición de la diplopia en 13 pacientes (81.3%) antes del mes de operados y el resto demoró 3-4 meses para que esta desapareciera.

Tabla 4. Evaluación de los resultados posoperatorios según la modalidad terapéutica.

tabla4

 


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