Desde los tiempos antiquísimos del judaísmo, la ética occidental ha expresado su conciencia moral sobre el respeto a la vida humana en la expresión “no matarás”. Este imperativo es el eje, la clave de todas las exigencias éticas en relación con la vida humana. Más aún, el respeto a la vida humana es uno de los núcleos primarios en torno a los cuales se ha desarrollado la conciencia moral de la humanidad.
El hombre como ser humano no puede ser cosificado o tratado como mercancía, ya que este es una persona y no un objeto. La dignidad de la persona no debe ser medida a través de medios económicos, por la belleza física, o condición social que esta tenga, la dignidad es algo no mensurable que incondicionalmente debe respetarse.
La organización mundial de la salud ha definido la salud como un estado de bienestar mental, físico y social completo y no sólo como la falta de afecciones ó enfermedades. (1). En última instancia, es la salud y no la enfermedad, lo que constituye el foco de atención de enfermería que puede variar desde el simple acto de asear a un paciente hasta medidas complejas como las relacionadas con la atención de pacientes recluidos en UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) de un hospital.