Principios
funcionales de las relaciones de pareja
Se
enuncian tres principios fundamentales
a-
Principio de Deslinde: para
que una díada funcione bien debe definirse claramente respecto al
exterior y en cuanto al interior. Toda pareja debería buscar colocarse
en un término medio entre fusión y deslinde rígido, el terreno
intermedio permite el funcionamiento normal de la relación bipersonal.
La
fusión diádica, en la que sus miembros forman una unidad simbiótica,
un uno mismo común. Estas parejas se encuentran con frecuencia
deslindadas rígidamente en relación a los que se hallan fuera y
mantienen impenetrables sus fronteras extra- diádicas, esta forma
extrema es casi siempre la imagen guía de la fase de enamoramiento. Se
quisiera ser uno con totalmente, pertenecerse el uno al otro, participar
en todo mutuamente y estar de acuerdo en una armonía absoluta, se llega
así, fácilmente al exceso de
intimidad, con pérdida de los límites del yo, de sí mismo.
Por
otro lado, se encuentran los consortes que, por miedo a la pérdida de
su individualidad, se delinean el uno del otro con rigidez y temen la
intimidad. Intradiádicamente entre los dos miembros se eleva un muro de
protección, coincidiendo con frecuencia con exteriores difusos. La
intimidad con terceras personas sirve como defensa contra la intimidad
excesiva diádica. Se mantienen relaciones con niños, amigos y
parientes para poderse deslindar del consorte con más seguridad
Un
matrimonio saludable, sano, debe observar el siguiente trazado de límites:
la relación de los cónyuges entre sí debe diferenciarse claramente de
toda otra relación de amistad. La díada debe deslindarse con claridad
respecto al exterior, los cónyuges deben sentirse como pareja, deben
exigirse mutuamente espacio y tiempo propios y hacer vida conyugal. Pero
dentro de la pareja los cónyuges deben continuar distinguiéndose entre
sí, respetando los límites claros entre ellos.
Los
límites intra y extra diádicos deben ser visibles para los cónyuges y
también para los demás, pero no ser
rígidos ni impenetrables.
Uno
de los mayores problemas en las relaciones de pareja es aceptar la
separación en el amor, respetar al compañero en su peculiaridad
diferente y no renunciar a uno mismo por él.
b-
Actitudes de defensa progresivas
y regresivas: el matrimonio presenta
paralelos psicológicos con la relación padres- hijos de la
primera infancia y se halla también
determinado por ésta. Hay mucho de ambivalente en la relación
conyugal, apuntando por un lado, a la regresión y recuperación de la
infancia y por otro, a la progresión
de comportamiento adulto.
La
relación íntima de pareja brinda gran número de oportunidades de
actitud regresiva- progresiva. Ninguna relación humana se aproxima
tanto como el matrimonio a la intimidad padres- hijos de la primera
infancia, ninguna relación procura una satisfacción tan amplia de las
necesidades más elementales de unión, de pertenecerse el uno al otro,
de cuidados de protección y dependencia.
Ninguna
otra relación humana exige tal suma de identidad, estabilidad, autonomía
y madurez como una relación bipersonal íntima, amplia y con
obligaciones. Los consortes esperan uno del otro una profunda comprensión
humana y un verdadero impulso para el propio desarrollo.
En
la relación de pareja, unos se inclinan a fijarse en un comportamiento
meramente regresivo y a rechazar toda exigencia de conducta progresiva.
Esperan del matrimonio la satisfacción constante de sus necesidades de
cuidado, dedicación, cariño y pasividad. Con frecuencia, esta actitud
de expectación se basa en conflictos no superados de la primera
infancia y puede ser una postura neurótica equivocada.
Otros
pretenden realizar una tarea superior a sus fuerzas al pretender ser
adultos. Evitan toda forma de comportamiento que pueda tacharse de
infantil, como por ejemplo necesidad de ayuda y dependencia y se
esfuerzan por parecer fuertes, maduros y superiores, con control de sus
sentimientos, es decir intentan personificar un yo fuerte.
El
intentar mostrarse fuertes ante los demás se presenta como una
constante en los tres casos, pudiéndose notar por ejemplo, en Pablo al
comentar que el trata de mostrarse siempre bien delante de su familia y
principalmente de su esposa, ya que ésta sufre de alergia crónica
debido a nervios. En Juan se
manifiesta cuando dice mostrarse bien delante de su esposa y lo mismo
ocurre con Tomás.
Buscan
en la relación una tarea en la que puedan afirmarse como conductor,
salvador o dispensador inagotable de ayuda. Esta actitud puede ser tan
neurótica como la regresiva y se basa en que de niño no se le permitía
descubrir ningún punto flaco ni dar ninguna muestra de debilidad.
Para
que un matrimonio logre un equilibrio entre éstas dos posturas, las
formas de comportamiento regresivo- infantil
y progresivo- adulto no deben
distribuirse entre sus miembros como papeles polarizados.
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