d)-
Aislamiento social: Por razones diversas, la pareja con un paciente
crónico se aísla socialmente. Dejan de tener tiempo para hacer visitas
a los amigos. Los amigos mismos no saben bien como reaccionar ante el
enfermo, les resulta incómoda la situación y disminuyen los contactos.
Algunas
enfermedades resultan estigmatizantes o despiertan mucha ansiedad,
quizás recibir ayuda resulta
humillante para el enfermo. Cuando la familia necesita más contacto,
tiende al aislamiento social. La familia y el enfermo requieren de apoyo
emocional, información
clara y apoyo material. De
forma inevitable, la enfermedad coincide con uno u otro momento del
ciclo evolutivo y, en parte, de ello depende la magnitud de su impacto.
La enfermedad fuerza a un momento de transición en la familia que la
lleva a adaptarse a las necesidades que impone, a la pérdida ( si es
fatal ) a la muerte. La familia, y especialmente la pareja, pierde su
identidad como sana. Sus posibilidades de adaptación son las que ayudan
a sobreponerse a todos los problemas. Cuando la enfermedad que afecta a
uno de los padres es muy incapacitante, el impacto sobre la familia en
el momento de la crianza es doble: por un lado el padre enfermo compite
con el hijo por la atención del resto de la familia y de su pareja, por
otro lado, la familia se asemeja a una familia monoparental en la que
uno de los padre no está presente.
6.4.2-
Alteraciones de la respuesta emocional
Dentro
de las alteraciones de la respuesta emocional, José Góngora enuncia
cuatro items.
a)-
Ambivalencia: la situación más
claramente ambivalente se produce por los deseos de ayudar al enfermo y
lo inevitable de sentirlo, a la vez como una carga por la cantidad de
cuidados que demanda o por lo inaguantable que resulta su respuesta
emocional ante la enfermedad.
b)
- Conspiración de silencio:
ciertos contenidos son mantenidos en silencio. La expresión de
sentimientos negativos puede juzgarse incompatible con la condición física
y psicológica del paciente, porque aumenta su sensación de ser una
carga, o porque incluso agrava
el estado de su enfermedad. Se produce también una falta de participación
del enfermo en la vida familiar y la consiguiente pérdida de su
capacidad de decisión, al quedar aislado de los problemas familiares.
La conspiración del silencio lo es con respecto al diagnóstico y pronóstico
de la enfermedad y el margen de esperanza que permiten ambos. En la
conspiración entran los familiares, pero también los profesionales
que, con o sin razón, no comunican lo fatal de una dolencia. Se tiende
a pensar que un diagnóstico fatal excluye toda esperanza.
c)-
El duelo: El sentimiento de
duelo deriva de la pérdida de identidad como pareja sana. Contraída la
enfermedad y una vez que se cronifica ya nada puede ser como antes, se
pierden objetivos vitales muy estimados. Hay
duelo por los objetivos perdidos, por las funciones perdidas, por
los hábitos a los que tiene que renunciar. Este proceso de duelo es
observado en todos los casos. Se evidencia el duelo por la situación de
pérdida laboral presente en los tres casos y encadenada esta situación
a no poder seguir siendo el sostén de la familia. Otro de los factores
que inciden es el presentarse limitaciones en la vida diaria, como el
levantar un objeto pesado, el hacer desarreglos en las comidas.
d)-
Sobreprotección: Existen
muchas formas en que la familia protege al enfermo, la conspiración de
silencio es una de ellas. Otra es evitándole cualquier esfuerzo físico
o de otro tipo. Los enfermos se quejan amargamente que se les hace
sentir más inútiles de lo que son en realidad, quienes se acomodan a
las ayudas se infantilizan, se vuelven perezosos en grado extremo e
incrementan sus sentimientos de incapacidad. Son frecuentes las
situaciones en las que las que la pareja del enfermo no sólo hace todo
por el enfermo ( recados, lo baña, no lo deja llevar carga) sino que
hasta se convierte en la memoria del enfermo para ciertos actos
elementales. El problema no es tan sólo que se está usurpando
funciones del enfermo impidiéndole la reintegración al límite de la
normalidad de vida
que le permita su enfermedad, sino que una vez que se le trata
como discapacitado, el paciente tiende a comportarse como tal. Exige no
poco esfuerzo de la familia y sobre todo de su pareja, negociar que
puede hacer o no hacer el enfermo y dejárselo hacer.
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