Actualmente
es poco frecuente encontrar al médico internista acompañando y compartiendo
con el enfermo su "dolor", aunque sea desde otro lugar, es entendible,
es más útil en ese momento para el paciente que el médico haga un
ecocardiograma, mida presiones endocavitarias con la computadora a través de un
catéter, que indique la colocación de una bomba de infusión con el fármaco
adecuado.
Esto no
descarta que el médico recuerde que no solo está frente a un infarto, un
electrocardiograma, un ecocardiograma, un monitor de presiones, sino frente a un
enfermo que padece una coronariopatía.
Por lo
tanto son dos seres humanos con un problema y un objetivo en común. El problema
un infarto, el objetivo que el resultado sea favorable.
Por
supuesto tanto en el problema como en el objetivo, el enfermo y el médico se
encuentran parados en lugares distintos, quien lo padece (el enfermo) y quien
desea ayudar (el médico).
Una parte
de nuestros interrogantes es; si el problema es el mismo para ambos
participantes de esta escena, al igual que el deseo de la resultante final, por
qué separar enfermo de enfermedad.
Pareciera
que el avance tecnológico y farmacológico que tanto ha beneficiado al paciente
ha reemplazado esa contención por parte del médico y el compartir ese padecer
común, el infarto.
Quizás
al médico le angustie compartir ese "padecer", el contactarse con la
vivencia de muerte en forma cotidiana, por lo tanto desplaza en la tecnología y
la farmacología parte de esa responsabilidad médica de "curar"
sabiendo que desde otro lugar ayudará al enfermo en la evolución de la
enfermedad sin la necesidad de contactarse con el "dolor", por el
temor a su propio dolor, a su propia vivencia de muerte.
Actualmente
se habla mucho del médico de familia. ¿Qué nos ofrecía el médico de familia
hace unos años atrás? ¿Qué se busca al querer volver a aquel médico de
familia?.
Si
hiciésemos una lectura desde lo académico estricto, el volver al médico de
familia sería un retroceso.
El
médico clínico actualmente cuenta con una información mayor que hace unos
años, con métodos de diagnóstico y tratamiento que antes no existían, es
más, el médico actualmente acepta a la psicología y deriva a los pacientes
para realizar tratamientos psicológicos, para realizar psicoprofilaxis ante
intervenciones quirúrgicas, cuando el médico de familia tradicional podía
hasta negar y renegar de la psicología.
Sin
embargo algo había en ÉL que el paciente valoraba y quizás hoy demanda, más
allá de los éxitos médicos. Quizás ésto parezca paradójico pero el médico
de familia era el médico, el amigo, hasta en algunos casos el confesor. Era
quien escuchaba al enfermo, lo contenía y al despedirse había un apretón de
manos o una palmada en la espalda que le daba al paciente y a su familia la
tranquilidad o la esperanza buscada.
¿Qué se
busca hoy al querer volver al médico de familia? Quizás esa interrelación
médico paciente donde la enfermedad es lo común entre esos dos individuos y la
tecnología el avance para lograr ese objetivo que es el vivir mejor.
En las
Fig. 2-a- y 2-b- la interrelación se da entre médico y enfermedad, el enfermo
es un ausente.
Por lo
tanto no existe relación médico - paciente, sino relación médico -
enfermedad
Mientras
que en la Fig.3 en los platillos de la balanza están como protagonistas dos
seres humanos, médico y paciente, buscando ese equilibrio deseado por ambos con
los medios que cada uno de ellos tiene a su alcance que es la enfermedad, junto
al saber y la tecnología.

Quizás
ésta sea la conjunción adecuada entre el antiguo médico de familia, el
enfermo y el avance de la ciencia.
Donde la
relación sigue siendo médico - paciente, la enfermedad el causal, la
tecnología el medio y la vida el objetivo.
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