La interaccion como arte del cuidado hacia la mujer gestante en trabajo de parto
Autor: Msc. Leida C. Montero | Publicado:  10/07/2008 | Ginecologia y Obstetricia , Enfermeria , Gestion Sanitaria | |
La interaccion como arte del cuidado hacia la mujer gestante en trabajo de parto.2

Siendo así, el objeto formal de la “relación de ayuda” en la práctica enfermera la persona en sus cuatros dimensiones: psicológica, fisiológica, social y espiritual, centrando los cuidados en la respuesta humana, producto de una situación de salud. Esto lleva a considerar que la relación de ayuda debe centrarse en la valoración del problema y resolución del mismo, de esta forma la ayuda a la persona trasciende de la simple solución del problema a una interacción humana y en esencia más útil. En este sentido, la finalidad última de dicha interacción es poner en marcha los recursos sanadores que existen en la propia persona; lo que realmente importa es ella misma, y la acción en la que se ayuda aún cuando es importante, pasa a un orden secundario.

 

La relación de ayuda comprende la interacción humana, dinámica y armónica entre la enfermera y la persona para lograr los objetivos del cuidado. La relación de ayuda como proceso sistemático, está comprendida en una serie de fases o etapas, las cuales Cibanal y Arcé (1992), describen: encuentro, presentación y clasificación del problema, confrontación y reestructuración, trabajo y separación del proceso de parto. Dentro de este contexto, la fase de encuentro, según los autores citados:

 

…se refiere a la recepción adecuada del paciente tanto en el ámbito físico como psicológico. Así en el ámbito físico se dan las características que debe tener el espacio físico, así como el aspecto, expresión etc. que debe tener el profesional de la salud para mostrar una sensación de acogida al paciente. En el ámbito psicológico se vuelve a hacer hincapié en la empatía, disponibilidad que debe mostrar el enfermero. (p. 2)

 

Dicha fase es fundamental ya que de ella depende la relación en su posterior proceso, en este caso está relacionado con la manera de ser, pensar y sentir de la enfermera, ello incluye su disposición e interés en ayudar y acercarse, mostrarse receptiva, amable, cortés y despertar la confianza en la embarazada en proceso de parto, de allí que sea definida como la acogida que da la enfermera en el cuidado a la embarazada durante el trabajo de parto relacionado con el saludo inicial. Ahora bien, esta fase de la relación de ayuda, se inicia con el saludo, comenta Aree y colb. (1991), que el mismo “… es un encuentro personal de dos expectativas, ambas esperan lo mismo, ser reconocidas como personas plenamente y no simplemente como un “caso” entre tantos” (p. 25).

 

Es decir, establecer de manera auténtica las normas de cortesía, porque decir: buenos días, buenas tardes o buenas noches de manera cálida, sincera y con una sonrisa genera un clima de cordialidad para iniciar la relación de ayuda; de tal manera que la embarazada capte la intención de apoyo de la enfermera y la confianza que puede tener para poder expresar sus ideas. Al respecto, es importante que la enfermera, en su forma de pensar deba transmitir primeramente respeto hacia la individualidad de la embarazada, el encuentro con la embarazada a su ingreso a la sala de parto debe ser en primer lugar reconocerla como un ser único, con sus diferencias y conflictos personales durante el proceso de parto, etapa trascendental en la vida de la mujer.

 

En este sentido, la enfermera debe tener presente que todas las embarazadas son distintas y con diferentes estados emocionales, donde mostraran una forma de pensar, de expresarse y de vivir, distinta; en tanto deberá ser escuchada y sin emitir juicios de valor o críticas, respetando su individualidad y su dignidad. Establecida la primera interacción entre enfermera-gestante, se debe continuar la etapa donde se realiza la presentación y clasificación del problema, cuyo objetivo según Cibanal y Arcé (1992) es:

 

… definir el problema. Para ello también es necesario que el profesional posea determinadas actitudes como las ya repetidas de la escucha activa, empatía, autenticidad y respeto así como saber ayudar al paciente a concretarse en su problema, a comprometerse y responsabilizarse del trabajo terapéutico… (p. 3)”

 

Es decir, en esta fase la enfermera ayuda a la embarazada a encontrarse a sí misma y los recursos con los que cuenta para afrontar el parto, por lo que se debe crear un clima de confianza para escuchar las demanda de la embarazada en relación a sus necesidades de cuidado durante el trabajo de parto, de esta manera la enfermera sabrá reconocer los signos que representan la demanda de ayuda y trabajar en ella.

 

En consecuencia, se debe contar con la participación activa de la embarazada en su interacción con la enfermera, en relación a con sus necesidades durante el proceso de parto, las cuales en muchas situaciones pudiesen relacionarse con ansiedad, temor y dolor. Con respecto a la ansiedad, es definida como un estado emocional caracterizado por sentimientos de tensión, nerviosismo, miedo, preocupación, aprensión y aumento en la actividad del sistema autónomo (Lederman, 1990). La ansiedad ocasiona problemas maternos y fetales, porque se liberan catecolaminas que se inhiben las contracciones, provocando complicaciones en el parto y en el feto, la ansiedad puede ser desencadenante de un parto difícil y laborioso, que conlleva el tratamiento con inductores del parto.

 

En cuanto al temor, indica Rodríguez (2000), que “…el parto produce sentimientos encontrados: se desea y se teme a la vez” (p. 5). El deseo está alentado por la fantasía de conocer al hijo(a), poder verlo y tocarlo, poder comprobar que es sano y lindo como tantas veces se lo ha imaginado. También se desea el parto porque luego de él todo se retornará en lo físico a la normalidad, cesando las molestias del embarazo. El temor se alimenta en la idea de que se perderá algo muy valioso, de lo que fue dueña exclusiva: el hijo (a) que una vez afuera del vientre materno será necesariamente compartido. El temor al dolor y a lo desconocido, cuando se trata del primer embarazo son imposibles de evitar. Preocupa y angustia la idea de no saber comportarse durante el proceso de trabajo de parto.

 

Siempre se ha asociado al parto con el dolor y este varía de una mujer a otra y de un embarazo a otro, Rovati (2006), explica que los dolores del parto son provocados por las contracciones de los músculos uterinos y en cierta medida por la presión que ejerce el feto sobre el cuello del útero. Estos se caracterizan por ser espasmódico y de ir aumentando de frecuencia e intensidad en la medida en que el feto va descendiendo por el canal cervical, donde algunas mujeres vivencian dolor en los costados y en los muslos, otras experimentan una fuerte presión; oleadas de un dolor extremadamente intenso.

 

La enfermera, ante el dolor que expresa la gestante debe instruirla sobre técnicas de respiración y relajación, también debe existir contacto físico, motivándola a participar durante el parto, explicándole lo que ocurrirá en cada etapa y para que guarde sus energías para la última fase que es la más importante y esta participación que confronta la enfermera con la usuaria permite que esta exprese percepciones y sensaciones que tienen los seres humanos en momentos inesperados; de allí radica que la interacción es un arte donde se desarrolla la confianza para soporte y ayuda a pasar de una fase a otra.. Superada la fase anterior, la relación de ayuda se vuelve más personal, cuando se acepta la situación y se colabora para afrontar el parto. Esta fase confrontación y reestructuración, explican Cibanal y Colbs. (1999), que “…el enfermero debe ayudar al paciente a cambiar su visión del problema y ver en esta nueva visión perspectivas de solución” (p. 4).

 

En otras palabras la enfermera ayudará a la embarazada a tomar conciencia de que ella es responsable de sus experiencias y vivencias, le enseña a que existe una situación que ella misma debe asumir para resolverla, interpretando los pensamientos y sentimientos de la gestante mostrando empatía y evidenciando comprensión para introducir cambios en la percepción de la embarazada con respecto al trabajo de parto.

 

Los pensamientos y sentimientos de la gestante, lo que genera sentimientos de simpatía, comprensión y ternura hacia ella; esta condición es propia de cada enfermera quien posee la habilidad de conectarse con las embarazadas y puede adoptar la perspectiva de los demás o atender a sus propios estados internos, a esta cualidad se le denomina empatía que según Cibanal (1991) la empatía es “… la capacidad de sumergirse en el mundo subjetivo del otro y de participar totalmente en su experiencia en la medida en que se lo permita la comunicación verbal y la no verbal” (p. 74).

 

Es decir, que la habilidad de la enfermera de integrarse en la vivencia y experiencia de la embarazada de inferir los pensamientos y sentimientos de otros (embarazadas), permitiéndole expresar con libertad sus pensamientos positivos como negativos que serán reconocidos y considerados en el proceso de cuidado humano, apoyándola emocionalmente.

 

Ciertamente, la empatía se vale de la comunicación, la cual es un proceso en el que las personas se ven influenciadas unas con otras a través del intercambio de información, ideas y sentimientos. En este contexto, comunicación es sinónimo de relación, así Kozier y colb. (1999), la explican como “cualquier modo de intercambiar información o sentimientos entre dos o más personas”. Ahora bien, las ideas se transmiten a los demás no sólo con palabras habladas o escritas sino también por gestos o acciones corporales y en el caso de las embarazadas son significativas. De allí que los mensajes que envían durante el proceso son verbales y no verbales.

 


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