Sensibilidad. Valor condicional del Equipo de Salud para el Cuidado Humano
Autor: Lic. Orelis Mercedes Alvarez Canache  | Publicado:  22/07/2008 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Enfermeria | |
Sensibilidad. Valor condicional del Equipo de Salud para el Cuidado Humano.2

Pone el acento en el espíritu crítico y la creatividad, dentro de un momento científico, en donde la prospectiva es la utopía más la verificación, en donde la cibernética misma apela, como medio de investigación y descubrimiento, al razonamiento por analogía considerado por mucho tiempo como del dominio exclusivo de la poesía. Creatividad que, se ha evidenciado, exige un pensamiento crítico, científico, a veces dado con la anuencia o complementariedad del pensamiento ilógico, incluso, no racional, circundado por una razón poética como visión del mundo, en acechanza permanente del "asombro" que hoy se llama "creación", invención.

De donde, más que nunca, la razón poética ha de asistir a la razón científica, y viceversa, en aras de una unidad de conocimiento humano sobre la base del diálogo y la unidad de las ciencias. De donde, urge decidirse por la sensibilidad artística en función del Proyecto de Vida, del Proyecto Creador, en los que cada hombre ha de afianzar su vocación, al interior de un contexto, comprometido, crítica y participativamente.

 

Atento el hombre a su vibracionalidad, en cuanto eje y flecha de la evolución, inmerso en el gran flujo de creación de la humanidad; entre ansiedades, inseguridades, angustias y hecatombes, un día da con la luz o la luz da con él. Llámese metanoia, conversión, encuentro personal, cambio interior, íntima revolución en sinergia fecundante de co-creación, manía humana ha sido siempre la de captar y realizar la unidad de la persona que llevamos, que exhibimos en heterorrelación constante, dentro de la mántica encarnada en la simpatía filo-ontogenética de la razón humana. Materializando el espíritu o espiritualizando la materia, damos con nuestro yo, esa sensibilidad humana comprensible sólo al interior de un sistema total orgánico, donde convergen por igual las distintas facultades espirituales. Capacitado para sentir, susceptible al sentimiento y la emoción, dotado de voluntad, intelecto e imaginación, el hombre es capaz de auto-conciencia, de sensibilidad, en cuanto germen ésta de racionalidad, pasaje de lo sensible a lo racional en gradual continúo

 

A partir de la percepción, suma selectiva de sensaciones, como por ensayo y error, por tanteo, el hombre va desde una sensibilidad externa a una interna, alcanzando una genérica - sintética, gracias a su tacto personal, tacto seguro del que depende que podamos fijar la sensación de nuestra existencia, la radiografía de nuestra humanidad, en búsqueda de estrategias vitales de auto - realización, dentro del mejor autodiagnóstico existencial, en comunión con los demás hombres. En un como vaivén existencial, el sentido del tacto -fundamento del entero comportamiento humano- nos permite permear el real hasta aproximarnos o adentrarnos en nuestro fuero personal interno, dar con los fundamentos de esa "fuerza que tiene el espíritu de ponerse en contacto, de una manera u otra, con el ser circunstante, penetrarlo y posesionarlo", es decir, dar con su sensibilidad, la que a la larga le permite someterse a la prueba del real para confirmar su propia naturaleza emocional sensitiva, donde el "sentido común" emerge como el vértice de una sensibilidad externa, al tiempo que umbral de la sensibilidad interna.

 

La memoria como conciencia del pasado, influye en nuestro presente, junto con todas las huellas psíquicas hechas rutinas y hábito, aprendizaje, código y clave de comprensión socio-humana. La imaginación en cuanto facultad de representación de los objetos y fenómenos ausentes, inexistentes, dota a la memoria de una carga imaginativa que va configurando al hombre de fantasía o de imaginación creadora gracias a nuestras potencialidades intrínsecas. Surge, entonces, el momento de la emoción y el sentimiento, esa afirmación espontánea inmediata de quien percibe lo que percibe, de quien constata su ser, en orden a un juicio particular de valor, la vía estimativa o cogitativa considerada punto supremo de sensibilidad, inicio de la racionalidad. Fuerza estimativa que evoca la antigua "caña pensante" que, al interior del sentimiento, configura el juicio estético, dándole validez a la sensibilidad interna con toda su peculiaridad de representación, conciencia e inclinación.

 

El sentimiento, así, recoge en una unidad singular los datos de los sentidos externos y todas las síntesis parciales de los internos, gracias a esa "ratio particularis", fuerza totalizadora de la esfera de las operaciones sensibles del hombre que, quiérase o no, inflama de racionalidad a las facultades sensitivas, dándole significado a las operaciones endógenas y exógenas, transformándolas en signos expresivos de interioridad del sujeto. Fuerza que, desde otro ángulo, va a ser "la capacidad de participar en las emociones de los demás o de simpatizar", más aún, de participar y acoplarse con la totalidad de humor que colorea las expresiones socioculturales anímicas de una época, un aquí y un ahora.

 

M. Blondel atribuye a la sensibilidad un rol propedéutico con relación al conocimiento racional y científico, donde la vida psíquica humana es el resultado de una ósmosis entre hombre y cosmos, estando la vida consciente precedida de aquella inconsciente y fisiológica siendo los sentidos externos puntos de partida psicológicos. Justamente, el punto de partida real no puede ser dado sino por el cuerpo, globalmente considerado a través del encuentro del yo con el mundo; estado real y complejo del cual, en sinergia constructiva, fecundante, nacen las diferentes energías preliminares que dan vida a la conciencia.

 

De donde, con el italiano Sante Babolin, podríamos concebir la sensibilidad humana como "aquella tendencia del espíritu, radical, originaria, única e indeterminada, que funciona, actualizándose y especificándose, en todas las facultades humanas, sensitivas y racionales, como un denominador y vínculo de unidad". Siendo así que aquel algo de común existente entre las potencias de nuestra animación -sentir, conocer y querer- manifiesto en la actividad perceptiva, es lo que configura la sensibilidad humana, la nota esencial y constitutiva del espíritu humano, equivalente a la misma naturaleza humana singular. Diríase que el mundo de las cosas y el de las ideas, lo sensible y lo inteligible, encuentran en la sensibilidad la clave gnoseológica en la que converge la explicación del conocimiento.

 

A partir de estas premisas, cabe indagar acerca del papel de la sensibilidad en la persona humana, en la búsqueda de la visión del mundo de cada hombre. La sensibilidad debería ser la plataforma real que nos permita la toma de la conciencia del ideal interior junto con el descubrimiento y posicionamiento de los medios expresivos, del lenguaje adecuado al diseño de nuestro Proyecto de Vida, a partir del reconocimiento de nuestras propias potencialidades, en una genuina libertad que nos permita pronunciarnos frente al propio destino. A través del papel activo de la sensibilidad externa, por medio de abstracciones y selecciones perceptivas, podrá el hombre alcanzar el mejor desenvolvimiento de su ratio particularis, de su diferencia individual en consonancia con el contexto existente inmediato y mediato.

 

Dentro del más racional reconocimiento del sufrimiento y flexibilidad humana, progresivamente, el hombre debería ir despejando las incógnitas de su propia creación y destino; de su auto-creación, desindividualización, co-creación y socio-creación. Allí es donde, en sano Humanismo Integral, la creación artística puede llegar a ser objetivación de la experiencia estética en aras de creación global. La vocación humana estribaría en una gestión de vocación artística en función del Proyecto Creador de cada hombre.

 

La gloria del vivir nacería, entonces, desde el corazón del hombre como fruto de su misma sensibilidad, de su templanza y perseverancia, de su valor y entereza; de la conciencia de ese gran dolor en viaje, de esa lúgubre letanía del dolor humano, donde sólo el liviano equipaje de la libertad le permitiría pronunciarse frente al propio destino, hasta alcanzar algún día la explosión del triunfo.

 

Surgiría, así, la visión de un hombre artífice de su propio destino, arquitecto de su propia vida, de manos con la lámpara de la sensibilidad, dando cada día con su arte, con su mejor yo. Entonces, podría corroborarse que el paradigma real de la existencia humana no sea otro que la sumatoria de los intríngulis conscientes signados por la sensibilidad en función de Vocación Creadora. Tarea del hombre sería vivir en permanente búsqueda de completitud humana, en creciente realización. La vocación podría entonces ser definida como la permanente atención que el hombre brinda o depara al llamado personal, sociogénico, con miras a un sinérgico desarrollo colectivo.

 

Evolución y Metanoia

 

A pesar de que sepamos que la "humanidad nace sobre todo en las horas de crisis", difícil para el hombre de hoy elegir, encontrarse a sí mismo, participar en la hechura de un mundo cada día más violento, donde la misma "economía del conocimiento" nos presenta una ingente brecha. Entre tanto, el éxito del hombre estriba en entrever su propio sueño, en llegar a un cambio interior, a una conversión, a una metanoia, en lenguaje paulino, capaz de llevarlo a una revolución de su estado de conciencia, en función de una sinergia optimizadora de su realización colectiva y práctica diaria.

 

 


Revista Electronica de PortalesMedicos.com
INICIO - NOVEDADES - ÚLTIMO NÚMERO - ESPECIALIDADES - INFORMACIÓN AUTORES
© PortalesMedicos, S.L.
PortadaAcerca deAviso LegalPolítica de PrivacidadCookiesPublicidadContactar