Sensibilidad. Valor condicional del Equipo de Salud para el Cuidado Humano
Autor: Lic. Orelis Mercedes Alvarez Canache  | Publicado:  22/07/2008 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Enfermeria | |
Sensibilidad. Valor condicional del Equipo de Salud para el Cuidado Humano.3

Equivaldría a una experiencia de liberación capaz de plasmar una autenticidad, una unanimidad y una verdad, dignas de trascendencia y de advenimiento histórico. Es decir, un real estado naciente entendido éste como "un estado de transición del social en el que se constituya una solidaridad alternativa y una exploración de las fronteras del posible dentro de un cierto tipo de sistema social, a fin de maximizar lo que de aquella solidaridad sea realizable en un momento histórico determinado".

 

Estado Naciente que respondería a un real Humanismo Positivo Integral, caracterizado por una individualización (ego-creación), una desindividualización (co-creación) y una contextualización o creación social (socio-creación).

 

Para ello, es indispensable el concepto de autoestima: esa energía, fuerza interna, proveniente del organismo mismo, que organiza todos sus procesos, les proporciona sentido y dirección, les ordena y orienta, dando lugar a la experiencia, integrándola a su contexto propio individual. Energía que se afianza en dos sub-sistemas interdependientes: el sí mismo y el contexto, representado en el tiempo, el espacio, los aprendizajes, las experiencias del otro, las alternativas, los recursos, valores y normas: un campo de fuerzas que proporciona actualidad, especialidad, originalidad y creatividad a nuestra experiencia total.

 

Sistemáticamente, a partir del sí mismo y del contexto individual, de pareja, familiar, organizacional y social, en orden a niveles de complejidad creciente, respondemos a una cultura y a una ecología, donde la autoestima, conscientemente entendida y vivida, nos libera de cualquier catástrofe, individual o social, permitiéndonos llegar a ser, es decir, encontrarnos, hacernos, realizarnos en optimismo existencial, en Humanismo Integral, lejos del miedo al universo o a lo humano mecanizante y absorbente. 

 

Los profesionales universitarios, especialmente los que se relacionan con el campo de la salud, deben participar en la discusión de estos temas y en la toma de las respectivas decisiones. Para que estas decisiones sean en lo posible lo más acertadas, no deben ser exclusivas del ámbito de unos pocos, científicos o políticos, sino la resultante de consideraciones pluridisciplinarias ya que, para realizar este análisis, no bastan las reglas cotidianas de la moral tradicional; se requiere de un conocimiento mucho más amplio y complejo de las intrincadas relaciones entre variadas disciplinas científicas y humanísticas, así como del análisis de las consecuencias sociales o personales que estas situaciones puedan acarrear.

 

Abordar temas tan variados y extensos, que abarcan prácticamente la totalidad de las relaciones, eventos y problemas implicados en el surgimiento, desarrollo, realización y extinción de la vida humana individual y colectiva, y de las condiciones que la hacen posible, requiere de la Bioética. Ello no significa que esta disciplina sea una especie de cóctel de saberles entre los cuales, con la pretensión de interdisciplinariedad, se busque definir lo lícito de lo ilícito[i]; ni que la Bioética sea un apéndice de alguna ciencia. Por eso, para encontrar la solución adecuada a un dilema bioético, es imprescindible despojarse de haberes fragmentarios y reduccioncitas y abrirse a la reflexión analítica de cada situación en particular. Pero este análisis no podrá hacerse si no se sabe bioética y, si ésta no se aprende, existe el peligro de que decisiones trascendentales que afectarán profundamente la vida del hombre, sean la consecuencia de un saber experimental cuyo objetivo es obtener resultados operativos en término de aprobación numérica de las decisiones, es decir, de la estrategia equívoca y oscura del consenso, que reduce al hombre a una dimensión exclusivamente práctica.

 

Las decisiones que de alguna manera inciden sobre la vida misma, deben ser el resultado de la reflexión apoyada en el conocimiento, la sabiduría y la prudencia. En vista de que el desarrollo del conocimiento científico-tecnológico en el campo de la salud hace cada vez más complejo el juicio ético envuelto en la asistencia, en la docencia, en la investigación, en la administración y en los aspectos gremiales, el juicio ético requiere de un adiestramiento axiológico tan exigente como el científico del juicio clínico. Por otra parte, la enseñanza de los aspectos éticos en las profesiones de la salud se basa, tal como sucede con los aspectos científico-técnicos de estas profesiones, no solo en una metodología precisa sino también y sobre todo, en el ejemplo de los educadores. Lamentablemente, por omisión la mayoría de las veces, y otras por desconocimiento, nuestros profesores universitarios no garantizan este aspecto de la enseñanza.

 

Por lo tanto deben exhibir determinadas actitudes fundamentales para promover conductas éticas en los demás. Con la visión puesta en estos objetivos, será necesario elaborar una teoría, de la cual se pueda derivar una metodología dirigida a mejorar el desempeño profesional en el conjunto de actividades técnicas y científicas cuyo objetivo es el conocimiento y estudio del hombre como un ser multidimensional, donde lo biológico y lo psíquico se entrelazan con lo sociocultural y espiritual, e inciden con mayor o menor intensidad en su proyecto de vida, produciendo consecuencias positivas, negativas o neutras en este proyecto.

 

Esta metodología debe tener como finalidad primera, infundir en los futuros profesionales, a través del entrenamiento sistemático integrado a los componentes del currículo, la noción del deber y el hábito de reflexionar sobre acciones y situaciones, antes de opinar o decidir en una determinada dirección acerca de los hechos que pueden afectar al hombre y su espacio vital.

 

Las escuelas venezolanas de enfermería, medicina y otras deben autointerpelarse con el objeto de evaluar la calidad humana del profesional de salud que están formando; deben sintonizarse con el país y con el mundo, adecuándose a las exigencias éticas que demanda la atención del profesional de salud actual, y deben hacerlo en un espacio unitario de triple libertad: libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión.

 

La moralidad de una persona se exterioriza a través de la actitud que ésta adopta frente a una determinada situación, pues una persona con buenas intenciones que nunca actúa con base en ellas, no es plenamente una persona moral. El actuar de un modo determinado se basa en los valores morales que tenga esa persona, entendiendo por "valor moral" una preferencia permanente para una conducta en concreto o para una selección, que responde a una tendencia en creer en la bondad o maldad de una acción, estado o situación. Tampoco es moral una persona que sólo conoce intelectualmente la virtud, pues para considerarse moral, es preciso que realice actos virtuosos y que los haga habitualmente. La bioética es la disciplina llamada a revertir estas tendencias.

 

La bioética no es deontología, la incluye, pero no se reduce a ella, porque no se limita al método clásico de los códigos. La bioética no es ética profesional, pues ésta generalmente defiende a ultranza ciertos valores preestablecidos. La bioética no ofrece un conjunto de recetas simplistas, valores rígidamente establecidos o fórmulas hechas, que indican claramente lo que está bien y lo que está mal. Tampoco es un conjunto de mandamientos o de prohibiciones absolutas, ni una serie de afirmaciones subjetivas e irreductiblemente relativas. La bioética trasciende a la persona como ser individual, y se refleja como testimonio de vida, impulsando la comprensión, la tolerancia, el respeto, la solidaridad y la justicia. La Bioética es la disciplina que estudia los problemas éticos que se suscitan en el ámbito de la vida del hombre y tiene una herencia biológica, social y espiritual que se evidencia en todas las culturas, religiones y escritos antiguos.

 

En un proceso de educación continua, la bioética es necesaria para percibir y construir valores que conduzcan a un cambio de actitudes traducido en comportamientos adecuados para el bienestar íntegro personal, familiar, profesional y social.

 

Para lograr ese clima institucional es imprescindible que todos los docentes de esa institución tengan en común el saber práctico bioético, y ésa no es la realidad actual. Por el contrario, en Venezuela lo que se percibe generalmente es un absoluto desconocimiento acerca de lo más elemental del saber bioético. Esta es una verdad que no podemos ignorar ni obviar, de tal forma que, pretender construir un ambiente institucional de práctica de la bioética de manera universal en cada componente del currículo, en ausencia del saber bioético en los docentes, no solo práctico sino también teórico, es una utopía que raya en la ingenuidad. Pero también es muy inconveniente mantener la posición de que, siendo la bioética una práctica que en buena parte se aprende, o se enseña a través de modelos de actitudes coherentes con sus principios, no puede incluirse en el currículo porque no hay docentes con formación bioética, pues de esa manera nunca lograremos que ese currículo esté sumergido en la bioética.

 


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