Vision historica del cuidado humano a la persona diabetica
Autor: Lic. Jorge Hernán Márquez Gutiérrez | Publicado:  10/06/2009 | Enfermeria , Endocrinologia y Nutricion | |
Vision historica del cuidado humano a la persona diabetica.1

Visión histórica del cuidado humano a la persona diabética.

 

Jorge Hernán Márquez Gutiérrez

 

Lcdo. Enfermería Universidad de los Andes. Mgs en Cuidado Integral del Adulto Críticamente Enfermo Universidad de Carabobo. Educador En Diabetes - Federación Internacional de Diabetes

Doctorando en Salud y Cuidado Humano Universidad de Carabobo. Enfermero profesional I - Servicio de Medicina Interna Hospital Universitario “Dr. Luís Gómez López” Barquisimeto, Estado Lara.

 

Universidad de Carabobo. Facultad de Ciencias de la Salud. Dirección de Estudios Avanzados de Postgrado. Doctorado en Enfermería.

 

 

Resumen

 

El presente documento trata la ponencia sobre Visión Histórica del Cuidado Humano a la Persona Diabética, la cual se presento en el marco de la celebración del IV Congreso Nacional de Cuidado Humano: “La Transdisciplinariedad como Integración de Saberes” realizado en fecha 16 y 17/04/09. El tópico tratado es de gran relevancia, dado el valor que han asignado los profesionales de la salud al cuidado humano, desde que se tiene las primeras referencias de la diabetes hasta la actualidad. En la misma se exhiben los aportes más destacados de investigadores comprometidos con el desarrollo de la ciencia y avances para la generación del conocimiento en el cuidado del paciente diabético. Los mismos incluyen las primeras referencias del cuidado y de la diabetes halladas en el papiro de Ebers, encontrado en 1862 en Tebas. Asimismo, las encontradas en la India, Grecia, la medicina árabe, y durante el desarrollo de la medicina occidental desde el siglo XV hasta el siglo XXI, donde se desarrollaron los más grandes avances de la diabetes.

 

Palabras Clave: Visión Histórica, Cuidado Humano, Diabetes.

 

 

Las primeras referencias del cuidado y de la diabetes las hallamos, en el papiro de Ebers (hacia 1550 a. de C.), encontrado en 1862 en Tebas (hoy Luxor), en Egipto. En el papiro se recoge una sintomatología que recuerda a la diabetes y unos remedios a base de determinadas decocciones. No existen otras referencias que hayan analizado tales padecimientos en el Egipto faraónico, por tanto, casi toda la información que existe sobre las enfermedades endocrinológicas se encuentra recogida en las fuentes escritas y artísticas de la época, con las limitaciones que esto conlleva (1).


La antigua literatura hindú en los Vedas, describe la orina pegajosa con sabor a miel de los diabéticos y que atrae fuertemente a las hormigas. Súsruta, padre de la medicina hindú fue quien describió la diabetes mellitus y llegó incluso a diferenciar un tipo de diabetes que se daba en los jóvenes, que conducía a la muerte y otra que se daba en personas de cierta edad. Esta descripción detallada de la diabetes, incluía el hecho de que la orina tenía sabor dulce. En esta misma época, los médicos chinos también conocían sobre la diabetes y para su tratamiento recomendaban evitar el vino y los cereales.

 

En la medicina griega también encontramos valiosos exponentes de la época, entre ellos, Demetrio de Apamea (270 a. de C.) quien clarificó el diagnóstico de la diabetes mellitus; Apolonio de Memfis acuñó el término de diabetes (a partir de Dia “a través” y Betes “pasar”) para definir un estado de debilidad, intensa sed y poliuria. Apolonio creía que era una forma de hidropesía.

 

Siglos después, en su obra "De Medicina" Aulio Cornelio Celso (30 a. de C. – 50dC) dio a conocer dos principios fundamentales del tratamiento de la diabetes: la dieta y el trabajo muscular.

 

Por su parte, Claudio Galeno (129-200 d. de C.) pensaba que la diabetes era una enfermedad muy rara, y utilizó términos alternativos para denominarla tales como “diarrea urinosa” y “dypsacus”, este último término lo utilizó para enfatizar la extremada sed asociada a la enfermedad. Pablo de Egina (625-690 d. de C.) quien ejerció en Alejandría, clarificó más aún el diagnóstico de “dypsacus” (diabetes) y lo asoció a un estado de debilidad de los riñones, exceso de micción que conducía a la deshidratación. Prescribió un remedio a base de hierbas, endivias, lechuga y trébol en vino tinto con decocciones de dátiles y mirto para beber en los primeros estadios de la enfermedad, seguido de cataplasmas a base de vinagre y aceite de rosas sobre los riñones. Previno sobre el uso de diuréticos pero permitió la venisección (sangría).

 

Areteo de Capadocia (50-130 d. de C.) describió el tétanos, y utilizó el término diabetes para referir la condición que conducía a un aumento de cantidad de orina. Asimismo indicó que esta enfermedad era como un sifón, dándole el nombre de diabetes a la misma (que en griego significa sifón), el signo más llamativo es la eliminación exagerada de agua por el riñón, expresando que el agua entraba y salía del organismo del diabético sin fijarse en él. Asimismo, prescribió una dieta restringida y el consumo de vino diluido, y en los estados terminales el uso del opio y la mandrágora.

 

La medicina Árabe también realizó aportes importantes en el tratamiento y cuidado. Avicena autor del Canon traducido al latín y primer exponente de la medicina árabe, describió la diabetes, el coma hipoglicémico y recomendó un tratamiento de semillas de alholva y cedro, ambas con propiedades hipoglicemiantes. Otros nombres como Abú-Bekt-Ibn Razés (o Al-Razi, 865-925 d. de C.), Haly Abbás, Abú Alí al- Hussein Abadía Ibn Sina –, Abú Salid Muhammad ibn Ruschid, o Abú-l-Walid Ibn Rusd – más conocido como Averroes (1126 – 1198) o Maimónides (1135-1204) se destacaron en la historia de la medicina por sus aportes sobre todo en los campos de la alquimia, la farmacia y el desarrollo de una medicina social en los hospitales (bimaristanes) que alcanzaron un nivel muy elevado para aquella época. (2)

 

A partir del siglo XVI comenzaron a sucederse descubrimientos médicos, principalmente en Europa. Paracelso (Felipe Teofrasto Bombasto de Hohenheim 1491-1541) escribió que la orina de los diabéticos contenía una sustancia anormal que quedaba como residuo de color blanco al evaporarse la orina. Éste creía que se trataba de sal y atribuyó la diabetes a una deposición de ésta sobre los riñones que causaba la poliuria y la sed de estos enfermos. Guillaume Rondelet (1507-1566), de Montpellier, médico del cardenal de Tournon, fue quien detectó el carácter hereditario de la diabetes.

 

Sin embargo, la primera referencia en la literatura médica occidental de una "orina dulce" en la diabetes se debe a Thomas Willis (1621-1675) autor de "Cerebri anatome", el mejor tratado de anatomía del cerebro realizado hasta la fecha. De esta manera, aparece en la medicina occidental un hecho ya conocido por la medicina oriental desde hace más de 1000 años. Willis escribió que "antiguamente esta enfermedad era bastante rara pero en nuestros días, la buena vida y la afición por el vino hacen que encontremos estos casos a menudo..."

 

La figura más sobresaliente de la medicina clínica del siglo XVII fue Thomas Sydenham (1624-1689), quien realizó doctorado en Cambridge e hizo que la Medicina volviera a regirse por los principios hipocráticos. Sydenham especuló que la diabetes era una enfermedad sistémica de la sangre que aparecía por una digestión defectuosa que hacía que parte del alimento tuviera que ser excretado en la orina

 

Cien años más tarde, Mathew Dobson (1725-1784) médico inglés de Liverpool hizo por primera vez estudios en pacientes. Después de tratar un grupo de pacientes Dobson informó que éstos tenían azúcar en la sangre y en la orina y describió los síntomas de la diabetes. Algunos años más tarde otro médico inglés, John Rollo publicó sus observaciones sobre dos casos diabéticos, describiendo muchos de los síntomas y el olor a acetona (que comparó con olor a manzana).


 


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