Las habilidades de comunicacion como instrumento terapeutico en la practica fisioterapeutica
Autor: Héctor Gómez Cuesta | Publicado:  27/02/2010 | Rehabilitacion y Fisioterapia | |
Las habilidades de comunicacion como instrumento terapeutico en la practica fisioterapeutica .2

PLANTEAMIENTO

Habitualmente la relación terapéutica entre paciente y fisioterapeuta o no se ha tenido en cuenta o cuando se ha hecho queda referida al respeto, la empatía, entendida como comprensión y aceptación del sufrimiento, los buenos modales; y aunque estos son elementos importantes, podrían entrar en el apartado del respeto mutuo y la buena educación; sin embargo, cada vez hay más estudios desde el propio campo de la Fisioterapia, como de la Medicina y la Psicología clínica, que tratan de introducir la relación terapéutica y las habilidades de comunicación como un conjunto de instrumentos terapéuticos más en la práctica clínica fisioterapéutica.

Tradicionalmente se ha venido considerando que las herramientas terapéuticas del fisioterapeuta son principalmente sus manos y la utilización de terapias físicas (naturales y/o artificiales); actualmente, y desde la perspectiva de los tratamientos de salud integrales, es conveniente introducir en la práctica clínica otros instrumentos que, aunque conocidos, no han sido tenidos en cuenta como técnicas terapéuticas de esta especialidad, como son las habilidades de comunicación (en el marco de la relación terapéutica)

La práctica clínica de la fisioterapia es más que la mera aplicación de técnicas, supone una metodología de intervención integral, que incluye los sistemas de evaluación-exploración diagnóstica, el diseño de un Plan Fisioterapéutico Individualizado (PFI), la relación terapéutica y la puesta en práctica del Plan Fisioterapéutico Individualizado (prevención, educación, seguimiento…).

En el Plan Fisioterapéutico Individualizado se han de tener en cuenta todos estos factores para poder diseñar las intervenciones adecuadas, entre ellas la información que se le va a facilitar al paciente (qué, cómo, cuándo): tanto del fenómeno del dolor que está padeciendo, como de la relación entre la enfermedad, el dolor, y su comportamiento; conjugado todo ello con los procedimientos fisioterapéuticos que se van a aplicar.

Esta relación es diferente en cada paciente, e incluso en los distintos momentos evolutivos del mismo. Por esto, en la información que se maneje en la comunicación con el paciente, es conveniente utilizar elementos concretos de su propia experiencia, orientándola hacia los aspectos relevante, útiles, para el tratamiento, y evitando tópicos y generalizaciones sobre el dolor, estrés, sufrimiento, sin tener en cuenta la biografía reactiva de la persona (Keefe et al., 2004).

Durante este proceso se construye un contexto de interacción donde se da información científico-técnica adaptada al nivel cultural del paciente, tanto de la patología a tratar, como de los procedimientos que se van a utilizar; llegando a acuerdos con el paciente, que se constituye así en un sujeto activo, en un intento de mejorar la motivación, la adherencia y continuidad del tratamiento, en la medida en que se sienta partícipe de su propia curación y/o mejora: p. ej., en pacientes aquejados de dolor lumbar, el fisioterapeuta debe desarrollar un programa de ejercicios que el paciente tiene que realizar en su domicilio; por lo que se debe llegar a acuerdos acerca de la realización del programa, ya que la simple imposición tiende a fracasar y, por tanto, a disminuir la adherencia al tratamiento (Trede, 2000; Guzman et al., 2001; Lumley et al., 2008).

En cada una de las sesiones se evalúa el estado del paciente, se aplican las técnicas-tratamientos previstos y, a la vez, en la comunicación social informal se van introduciendo los elementos técnicos de la comunicación terapéutica: información, instrucciones, pautas y orientación, manejo de los aspectos motivacionales y de las variables psicosociales que puedan estar influyendo en el proceso, positiva o negativamente, unas para promoverlas y reforzarlas, las otras, para tratar de reducir su efecto.

Relación Terapéutica

La relación paciente-fisioterapeuta está determinada por las características de los roles y funciones que ejercen ambos, la interacción comunicacional y el contexto en el que se produce. El conjunto de estos elementos constituye la relación terapéutica, en cuanto que relación de ayuda técnica, que implica un proceso en el que se construye dicha relación: contacto, evaluación, diagnóstico, tratamiento. Todo ello apoyado en una base metodológica y espacio temporal que es la “sesión”, y en un contexto que encuadra las normas socioculturales, los condicionantes temporales, las características de la enfermedad y las variables idiosincrásicas del caso.

Se pretende crear las condiciones que posibiliten que la propia relación pueda ser terapéutica por sí misma (Stone, 1991). La World Confederation of Physical Therapy (1999) considera la relación terapéutica entre paciente y fisioterapeuta como parte integral del propio tratamiento fisioterapéutico. La Chartered Society of Physiotherapy (Inglaterra) en su 3ª edición de Standard of Physiotherapy Practice (Mead, 2000) subraya la importancia de la comunicación y la relación terapéutica, como componentes clave en el proceso terapéutico.

A menudo se ve como un efecto inespecífico del tratamiento, sin embargo, es tal su influencia sobre la eficacia y resultados de cualquier intervención que surge la necesidad de transformarla, epistemológica y metodológicamente, en un instrumento terapéutico.

Aunque suele incluirse en el diseño curricular de los temarios de formación del fisioterapeuta, con un considerable aumento de espacio en las publicaciones más recientes, no suele encontrarse a menudo esta perspectiva, esta forma de entenderla como un instrumento terapéutico más en el acerbo de técnicas y estrategias profesionales del fisioterapeuta. En la formación del fisioterapeuta suele verse una división entre “habilidades técnicas” y “habilidades sociales” (Hengeveld, 2000), en la propuesta que se hace, desde una perspectiva clínico-profesional, habría que romper epistemológicamente esta división, pudiendo contemplar, y utilizar, las habilidades sociales como unas habilidades técnicas más. (Tabla 1)

Efectos positivos de la relación terapéutica. (Tabla 1)

  • Posibilitar la participación del paciente.
  • Integración activa del paciente en cada sesión del proceso de rehabilitación.
  • Facilitar el cumplimiento de instrucciones, consejos y ejercicios.
  • Apreciación de los resultados del tratamiento, como aumento de la autoeficacia.
  • Confianza en probar de nuevo ciertas actividades que causaban temor, restablecimiento de la autoconfianza y el bienestar.

Habilidades de Comunicación

La comunicación es un proceso interrelacional de intercambio de mensajes, verbales y no-verbales (gestuales, posturales, tono de voz, movimientos, etc.). En la información, tanto en la expresión como en la comprensión, influyen variables relacionadas con las creencias, expectativas, atribuciones (Clèries, 2006).

Las personas pueden expresar el dolor, la molestia o la limitación de su actividad con diferentes expresiones. Tan importante es lo que se dice como lo que no se dice (Turk, Okifuji, 2002), tanto en lo verbal como en lo gestual. La manera como una persona expresa el dolor, estrés, sufrimiento está relacionada con la propia vivencia del dolor, más factores de personalidad, aprendizaje y estilo de vida.

Algunos pacientes expresan el malestar sin tener en cuenta los logros, mejoría, alivio, por lo que el fisioterapeuta ha de estar atento y a la vez que escucha la queja, ser capaz de orientar sobre la evolución hacia los logros que se están consiguiendo, la participación y destrezas del paciente, el manejo de sus propios recursos personales, reforzando la autoeficacia.

La comunicación terapéutica es una destreza profesional que puede aprenderse y mejorarse mediante el entrenamiento y la práctica cotidiana. Crear un contexto relacional terapéutico es importante para que la comunicación sea más fluida y flexible; a la vez que congruente entre lo verbal y no-verbal (Tazón et al., 2000) (Tabla 2)


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