La mujer, viviendo en el tiempo del VIH/SIDA
Autor: Msc. Leida C. Montero | Publicado:  30/08/2010 | Enfermedades Infecciosas , Medicina Preventiva y Salud Publica | |
La mujer, viviendo en el tiempo del VIH/SIDA .2

Por otro lado nos encontramos con las trabajadoras sexuales, la cuales Por mucho tiempo se ha considerado como vector de la infección del VIH. Sin embargo, las trabajadoras sexuales que no se inyectan drogas, tienen el mismo grado de infección con el VIH que la población femenina en general, a pesar de que tienen múltiples parejas sexuales. Estudios hallaron que el 80% de las prostitutas usan condones con sus clientes, situación que les permite mantenerse libres de la infección (9).

El riesgo más grande para muchas mujeres y niñas de adquirir del VIH / Sida parece ser el matrimonio, las estadísticas así lo demuestran: Más de cuatro quintas partes de las nuevas infecciones ocurren en mujeres en el matrimonio o en relaciones a largo plazo con parejas estables(10), en la India, alrededor del 90 por ciento de las mujeres que viven con el VIH dijeron que eran vírgenes cuando se casaron y se mantuvieron fieles a sus maridos(11), En Ghana, las mujeres casadas tienen casi tres veces más probabilidades de infectarse con el VIH que las mujeres que nunca se han casado(12). En África y América Latina, más del 80 por ciento de las mujeres jóvenes de 15-19 años que han tenido relaciones sexuales sin protección la semana pasada están casados(13) En Tailandia, el 43 por ciento de nuevas infecciones por el VIH en el 2005 correspondieron a mujeres, la mayoría de los cuales se cree que contrajeron el VIH de sus esposos o parejas que se habían infectado durante relaciones sexuales remuneradas peligrosas o mediante la inyección de drogas. (14)

Lo anteriormente expuesto se debe a que a menudo las mujeres experimentan sistemática y profunda discriminación por su sexo y género, que muchas veces las imposibilitan de La elección de abstenerse o practicar sexo seguro y/o en la negociación del uso del condón, en ocasiones por la dependencia económica de los hombres, el cual reduce las opciones sobre el sexo y puede obligar a las mujeres a participar en pago o transacción a prácticas sexuales de riesgo como medio de supervivencia. Otra situaciones también pudiese deberse a la violencia a las que son sometidas las mujeres y la coerción y/o presión para tener sexo ya que con mayor frecuencia, la violencia en contra de las mujeres es perpetrada por su pareja o esposo, lo que dificulta la negociación para tener sexo más seguro. En situaciones como esta en las que el hombre tiene más poder, es poco probable que la mujer insista en usar condones para protegerse del VIH. (15) Es por ello que el amplio rango de desigualdades relacionadas con el género tiene un impacto en la transmisión del VIH en las mujeres. (16).

MUJER, LA MATERNIDAD Y EL VIH/SIDA.

La incidencia del VIH/SIDA entre la mujer ha crecido hasta llegar a unos niveles abrumadores, el número de mujeres VIH positivas, está aumentando considerablemente y en la medida en que la infección por VIH se traslada cada vez más a la población femenina, así mismo, va en aumento el número de casos de mujeres seropositivas embarazadas y en consecuencia el incremento de casos de niños y niñas infectados.

En el año 2005 se estimó, que existían en el mundo una cifra significativa de 2,3 millones de niños infectados con el virus de inmunodeficiencia humana (17), situación alarmante si se considera a estos como futuro de la humanidad. Con respecto a los casos de pediatría, en el año 2001 se infectaron 800.000 niños lo que representó el 16% de la población mundial (18) de los cuales el 90% se debió a transmisión de madre a hijo, alrededor de un 15% a un 20% de los lactantes infectados con el VIH contrajeron el virus durante el embarazo, un 50% durante las labores de parto y el alumbramiento, y un 33% sufrieron la infección durante el amamantamiento. (19). Esta última cifra está relacionada con la capacidad que tiene el virus de transmitirse de madre a hijo, lo que se conoce como transmisión vertical, siendo este el modo dominante de la infección por VIH en la población infantil.

Aunado a la vulnerabilidad del grupo infantil, la infección también está relacionada con otros aspectos, tales como: el incremento en la tasa de infección por el virus de inmunodeficiencia humana en mujeres en edad reproductiva, la carencia de programas de tamizaje para VIH en mujeres gestantes y su repercusión sobre el feto o accesos a intervenciones terapéuticas a las mujeres seropositivas. Estos datos justifican porque la transmisión vertical se ha convertido en este momento en el centro para la prevención del Virus de inmunodeficiencia humana.

El 25% de los bebés que nacen de madres seropositivas desarrollan la infección del VIH. Muchos de estos niños fallecen antes de llegar al año o a los dos años de edad y, aunque algunos viven por años, su desarrollo se atrasa acompañado de infecciones oportunistas recurrentes. (18) Las madres embarazadas y seropositivas deben recibir tratamiento antirretrovirales para evitar que el virus se transmita a sus futuros hijos e hijas. Actualmente se dispone de mayor capacidad para admitir más mujeres embarazadas en los programas antirretrovirales y reducir el riesgo de transmisión en un 90%; ya que esta transmisión es prevenible si se detecta tempranamente en la madre la presencia del virus y si la madre y el recién nacido son sometidos oportunamente a tratamiento con drogas antirretrovirales y suspendiendo el amamantamiento.

En este marco de referencia, la clave de la prevención estaría en concienciar a la mujer ante la necesidad de realizarse la prueba para la determinación de su estado serológico ante el virus de inmunodeficiencia humana, sobre todo si desea ser madre y de esta manera, disminuir la posibilidad de la transmisión vertical. En el caso de las mujeres que viven con la condición de VIH/SIDA, y deseen ejercer su derecho a la maternidad, hacerlas conscientes de su condición de salud, explicándole los posibles riesgo de infección a su futuro hijo o hija y que se ella quien decida, y asuma a la vez el compromiso con este nuevo ser.

Aunque en muchas ocasiones las mujeres que viven con VIH/SIDA que tienen pareja y se encuentran en edad fértil se les induce a no procrear hijos. Respecto de la mujer embarazada, se viven situaciones absolutamente contradictorias que no se encuentran reguladas por ninguna política pública y que quedan al arbitrio de las consideraciones de cada médico tratante. Es así como algunos médicos consideran que la interrupción del embarazo es la única decisión moralmente aceptable que debería tomar una mujer en esa situación, mientras que otros se niegan a esterilizar mujeres seropositivas a pesar de las reiteradas peticiones por parte de ésta y muchas otras son víctimas de esterilizaciones forzadas (20). Violándose así sus derechos sexuales y reproductivos, como el Derecho a decidir si tener o no hijos/as, y el Derecho a la atención de la salud.

La Cultura Machista,
Riesgo para la mujer contraer VIH/SIDA

Las imágenes de la masculinidad construidas por la sociedad pueden fomentar los comportamientos de riesgo, como la violencia, la adopción de riesgos sexuales, el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas. Esas actitudes machistas, que en muchas culturas reciben el estímulo de la sociedad y hacen más vulnerable a la infección por el VIH a la mujer como consecuencia del desequilibrio en el poder de decisión, implican que muchas mujeres no puedan negociar el uso del preservativo y a menudo se vean forzadas a tener relaciones sexuales no deseadas. Además, esas actitudes hacen también más vulnerable a la infección por el VIH al varón, ya que suelen realzar las proezas sexuales, animar al varón a tener múltiples parejas sexuales e incitarlo a imponer su voluntad sobre la mujer. (21)

Dentro de los patrones culturales, que pudiesen influir podemos señalar las siguientes:

• Los varones están influidos por normas culturales acerca de la virilidad, algunas de las cuales son muy negativas en el contexto del VIH.
• Por motivos sociales, culturales y económicos, los varones suelen estar en una posición más fuerte en sus relaciones con las mujeres. Eso les da un mayor control a la hora de decidir cuándo y dónde se tiene una relación sexual, así como si se utiliza o no un preservativo.
• Las actitudes machistas que incitan a tener múltiples parejas sexuales y a adoptar riesgos exponen al varón –y a sus parejas- al riesgo de contraer la infección por el VIH.
• Con frecuencia el varón y la mujer tienen dificultades para hablar sobre el sexo y revelar su estado serológico respecto al VIH.
• Las actitudes, tradiciones y valores propios de cada cultura afectan al comportamiento sexual de los muchachos y los varones.
• En la mayoría de las culturas, los muchachos y los varones tienen más parejas sexuales que las muchachas y las mujeres.

Propugnar la abstención, la fidelidad y la utilización del preservativo puede ser difícil para muchas parejas. En la comunidad, discutir abiertamente sobre las infecciones de transmisión sexual puede implicar a menudo romper los tabúes locales, con lo cual se produce una pérdida de prestigio. Muchos varones tienen miedo de revelar su seropositividad porque temen perder su empleo y verse rechazados por su grupo social, o porque se sienten culpables con su pareja habitual.

Además, muchas culturas y religiones dan más libertad al varón que a la mujer. Por ejemplo, en algunas culturas se considera normal y a veces se fomenta que los varones jóvenes experimenten sexualmente antes del matrimonio. Asimismo, es aceptable que los varones incluso los que están casados tengan relaciones sexuales con profesionales del sexo.


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