La mujer, viviendo en el tiempo del VIH/SIDA
Autor: Msc. Leida C. Montero | Publicado:  30/08/2010 | Enfermedades Infecciosas , Medicina Preventiva y Salud Publica | |
La mujer, viviendo en el tiempo del VIH/SIDA .3


Así mismo, tradicionalmente se considera al varón el sostén de la familia, y él cree que debe cumplir esta función, muchos de ellos reaccionan negativamente cuando no pueden encontrar un empleo o son incapaces de sostener a la familia. El enfado o el sentido de falta de poder de los varones pueden conducir al abuso de alcohol o drogas, o a un comportamiento violento, con lo cual aumenta el propio riesgo de infección por el VIH y el de la pareja.

Las oportunidades de empleo para el varón pueden restablecer su autoestima y reducir su tendencia a adoptar tales comportamientos de riesgo. No obstante, el empleo también puede conllevar que las parejas deban vivir separadas, puesto que a veces los varones tienen que emigrar o ser móviles para trabajar, como ocurre con los conductores de camión de largo recorrido.

Como consecuencia de la soledad y de la disponibilidad de dinero, a veces esos varones pueden tener relaciones sexuales sin protección con otras mujeres o varones e infectarse por el VIH. A su vez, esos varones VIH-positivos pueden infectara sus esposas y a otras parejas sexuales.

Muchos varones que tienen relaciones sexuales con otros varones también lo hacen con mujeres: por placer, para cumplir con su deber marital, por auto negación o para ocultar sus preferencias sexuales a los demás.

Por todo lo anteriormente expuesto, es evidente que las actitudes culturales con respecto al sexo tienen como resultado, el riesgo de la infección por el VIH tanto en los varones como en las mujeres, que a menudo son las esposas de varones infectados, es por ello lo importante fomentar una discusión más amplia de las relaciones sexuales por ser esta una de las principales vías de transmisión del VIH, que a su vez trae como consecuencia el incremento de casuística en la población infantil.

Mujer, el mundo laboral y el VIH/SIDA

Las discriminaciones de que son objeto las mujeres que viven con VIH/SIDA evidentemente no se circunscriben al ámbito de la atención proporcionada el sistema público de salud, sino que se reproducen en todos los ámbitos de la vida social de quienes se encuentran en esta situación. El ámbito laboral representa uno de los espacios que reviste mayor vulnerabilidad. La discriminación laboral se recrudece especialmente cuando se utiliza la cuestión del VIH/SIDA para impedir acceso a los trabajos o el ascenso en ellos (22).

En Venezuela, La Resolución SG-439 del Ministerio de Salud, del 26 de agosto de 1994 (23), prohíbe someter a las personas a la práctica de la prueba del VIH sin su consentimiento libre, expreso y manifiesto; y el Dictamen del consultor jurídico del Inpsasel, del 8 de agosto de 2007 (24), en el que se recopila la normativa aplicable al VIH, las relaciones de trabajo y la discriminación.

Con respecto a la norma superior del ordenamiento jurídico venezolano, la Constitución Nacional garantiza el derecho a la igualdad y la no discriminación (artículos 19 y 21), (25) dado que todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia, no se permiten discriminaciones que tiendan a anular o menoscabar sus derechos y libertades, siendo obligación del Estado garantizar el goce y ejercicio de los derechos humanos.

En cuanto a la exigencia de hacer las pruebas de despistajes del VIH, la Constitución (artículo 46, numeral 3), establece la prohibición de someter a las personas, sin su libre consentimiento a exámenes médicos (25).

Las leyes nacionales del trabajo (Ley Orgánica del Trabajo y su Reglamento, y la Lopcymat) también protegen a las personas con VIH. Además, a nivel internacional, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Interamericana sobre DDHH impone a los Estados la obligación de respetar los derechos y libertades de las personas

Aunque en nuestro país existen suficientes herramientas legales que permiten impedir o dificultar el despido de las fuentes laborales por motivos vinculados con la condición serológica de las personas. Aún se sigue presentando esta problemática.

Por otra parte, a juicio de las agrupaciones de personas que viven con VIH, este instrumento legal no asegura que se ponga término a la discriminación laboral que les afecta, ya que sólo indica que los empleadores no podrán exigir la realización de exámenes de ELISA para postular a una fuente laboral. Desde la perspectiva de las personas que viven con esta condición de salud, este artículo deja abierta la posibilidad de que los empleadores busquen formas más sutiles de conocer el estado serológico de las personas, como “solicitarles” la realización de exámenes de salud.

La discriminación laboral de que son objeto las personas seropositivas puede expresarse, en los despidos arbitrarios al conocerse su estado serológico, en las dificultades para cambiar de fuente laboral por temor a ser sometidos/as a exámenes de salud y en el descubrimiento de la orientación sexual homosexual del trabajador.

Los vacíos y ambigüedades legales señaladas se combinan con la poco ética entrega de información que realiza el personal de salud a los empleadores sobre la situación serológica de los/as trabajadores/as. De este modo, se refuerza la vulnerabilidad laboral de quienes han adquirido el virus del SIDA. La discriminación laboral se conjuga con el rechazo social de que son objeto los familiares de las personas que hacen pública su seropositividad. La discriminación en algunas ocasiones también opera bajo la figura de la censura y de la imposibilidad de abordar laboralmente el tema del SIDA.


A Modo de Reflexión:

El Hecho mismo de ser mujer supone de entrada toda una serie de circunstancias, de valoraciones, de modos de entender su vida y la de los demás adecuada a la asunción de un rol o roles socialmente impuestos, si bien perfectamente cuestionables. En todo el mundo, las mujeres declaran estar expuestas a un riego superior de contraer el VIH/sida, en función de su falta de poder o capacidad para decidir sobre cuándo, dónde y cómo tener las relaciones sexuales, aunado a la promiscuidad en sus parejas sexuales.

Evitar la transmisión del VIH/sida es el único modo de impedir su expansión. Pero lograrlo comporta fundamentalmente dos exigencias: a) educar sin desmayo o la población en los modos de prevención, y b) poner en pie los recursos necesarios para ello: información, aprendizaje y alternativas a las vías de contagio (condones y programas de disminución de riesgos, en especial).

Esos procesos valen para todos los implicados y, por tanto, también para las mujeres de todas las edades. Pero ¿están las mujeres de toda edad y condición a lo largo y ancho del mundo en situación de imponer las conductas que evitan el contagio? Ciertamente, la respuesta no es única y depende de muchos factores como, por ejemplo, la educación de que disponen, los recursos y habilidades personales y sociales, la actitud de sus compañeros, la posición económica, etc.

En todo caso, la incidencia del VIH/sida entre ellas no depende exclusivamente (y menos en situaciones de dependencia socio-afectiva) de ellas mismas. De hecho nos compete a todos: padres, educadores, profesionales de salud y, dando un paso más, al desarrollo de una sistemática labor de actuación para la concienciación comunitaria.

Además La prevención del VIH en las mujeres debe hacerse desde diferentes enfoques, por una parte es necesaria la prevención de la violencia, en especial la violencia doméstica, y para ello existe en Venezuela un marco legal favorable, en el cual destaca la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia que busca “fortalecer las políticas públicas de prevención de la violencia contra las mujeres y de erradicación de la discriminación de género. Se debe establecer También “la protección a la dignidad e integridad física, psicológica, sexual, patrimonial y jurídica de las mujeres víctimas de violencia, en los ámbitos público y privado” y “la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer”. Para garantizar estos derechos se debe contar con un sistema que incluya personal capacitado y sensibilizado.

El otro enfoque de prevención del VIH en las Mujeres es el directamente relacionado con la salud sexual y reproductiva, donde la mujer consciente de sus derechos sexuales asuma la exigencia de la práctica del sexo seguro.


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