La violencia desde una perspectiva bioetica
Autor: Lic. Norely Mendoza | Publicado:  13/09/2010 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
La violencia desde una perspectiva bioetica .2

Cuando se produce con fines de sobre vivencia se considera normal y hasta positivo, pero algunas veces por patrones culturales o educativos, esta agresividad es reprimida, lo que puede producir tensiones con características corporales como trastornos alimentarios, de eliminación, retardo en el aprendizaje, en el trabajo y alteración en las interrelaciones. Algunas veces es difícil aceptar o manejar en forma lúdica la agresividad, lo que puede traer como consecuencia la violencia. En forma tal que, la persona puede proyectar sobre sí misma, las personas de su entorno y en su contexto, su violencia.

La violencia posee una raíz indoeuropea “wi” que significa fuerza vital, de la cual procede la palabra latina “vir” o “vis” que quiere decir fuerza, poder. (4) La fuerza vital referida puede ser comparable a un torrente impetuoso que puede ser incontenible y convertirse en una acción violenta. La naturaleza de esta fuerza es variada pudiendo ser de orden material, muscular, armada, es decir, ser manifiesta, pero también puede ser inadvertida bajo forma de: ideas transmitidas verbalmente, que generan un vinculo de dominio-sujeción como en el caso de las ideologías (3) sentimientos y juicios de valor, generando vulnerabilidad en el autoestima y el concepto de sí mismo, amenazas que pueden ir provocando temor y mermando la confianza en sí mismo, en la persona maltratada. (5)

La fuerza no es productora de la violencia, si no la intención al utilizarla, la fuerza en si no es violencia, es apenas una fuerza usada por los hombres; de ahí el carácter exclusivamente humano de la violencia. (6)

La violencia es vista como la exacerbación racional de la agresividad que lleva a la razón a la sin razón, la cual al manifestarse lo hace en estadios crecientes de anomalía individual y social amenazando con acabar con todo cuanto consiga a su paso. (2)

La violencia es entonces una ruptura del equilibrio dinámico humano que tuerce la agresividad volviéndola nociva a la supervivencia, porque modifica las condiciones vitales tanto en la persona receptora como en el agente mismo de la violencia.

Existen diferentes aspectos a considerar que permiten la clasificación de la violencia, de acuerdo a la persona vulnerable: violencia infantil, juvenil, del anciano, a la mujer o de género. Según el énfasis dado en la persona susceptible: físico, psicológico, verbal, sexual, ideológica. De acuerdo al contexto donde se realice: doméstica o familiar, laboral, escolar, organizacional, ecológica, local y globalizada entre otras.

Cuando se sostiene la naturaleza humana en la violencia, se hace referencia a la moralidad del hecho que se funda en la conciencia de la persona y el reflejo que recibe de su contexto en forma de valor moral, el cual avala o rechaza la conducta asumida por la persona ante la violencia, lo que trae como consecuencia el surgimiento de los conceptos de valor y antivalor, según los cuales se tiende a designar al valor amor, el antivalor violencia, el cual a su vez no solo es un antivalor como fin, sino también como en los medios que debe utilizar para obtener un fin egoísta relacionado con la búsqueda de la satisfacción de las necesidades individuales o grupales capaces de movilizar todas las formas que sean necesarias y validas para obtenerlo con el menor esfuerzo posible. La persona violenta va creando a través de su actitud amenazante y alienante, un entorno asfixiante que va cercando a la víctima hasta arrinconarla y hacerle actuar reactivamente, en una forma violenta. Creando más violencia y formando así un círculo violento.

Desde el punto de vista psicológico, la existencia de la violencia se describe como la exaltación de la agresividad, de la pulsión humana que en los animales es denominado instinto (7); la cual puede ser reproducida por los violentados cuando internalizan todas las represiones, sanciones y prohibiciones como parte de un falso yo, el cual está constituido por todas esas características repudiadas, no aceptadas ni reconocidas por si mismo que luego se transforma en deseos de realizar lo que le hicieron antes, que es lo llamado por Miller, compulsión a la repetición, la cual no es susceptible de control o regulación, pero que se activa en situaciones como actualización de lo reprimido.

Para esto se usa el mecanismo de la proyección, a través del cual se repiten en los otros el daño vivido, descargando en ellos las humillaciones padecidas y vengándose inconscientemente del dolor sufrido.
Por otro lado, existe una arista sociológica sobre la violencia la cual visualiza como un mal manejo del conflicto, de modo que los límites del mundo interno y del mundo externo no están claros, lo que les hace presentar conductas impulsivas, descontroladas, así como también volverse hipersensibles y vulnerables a las exigencias y requerimientos de las personas con las que se relacionan. Esta situación generalmente hace que las personas tengan dificultad para enfrentar los conflictos de forma productiva e inteligente.

Por otra parte, no hay que dejar de lado el aprendizaje social de la violencia, el cual es posible a través de la modelación de comportamientos agresivos y violentos tomados del hogar, entorno social nacional e internacional, en forma de vivencias o visualizados a través de los medios de comunicación, donde se promociona la violencia como un valor de supervivencia, las actitudes de riesgo unidas a la violencia como el consumo de alcohol y drogas, lo que permite replicar las conductas violentas en las siguientes generaciones que han sido violentadas. (8)

Los progenitores tienen un papel fundamental en la transmisión de valores, creencias y costumbres a sus hijos dentro del hogar, en el caso de la violencia los padres transmiten sin cálculo previo lo que de la historia con sus propios padres hizo lugar en su inconsciente y al mismo tiempo la significación que en su deseo tiene el hijo - hija, inscritos también en los avatares de su relación de pareja.

En algunos casos el maltrato que el progenitor da a su hijo, niño o adolescente, se sostiene en una exacerbada queja sobre la reiterada resistencia del hijo a otorgar aquello que real o imaginariamente puede darle, y que el progenitor cree merecer como resarcimiento de sus desvelos, trabajo, tribulaciones y renuncias sufridas por causa del hijo. (9)

De lo antes expuesto, se puede decir que el progenitor da significaciones a los actos de los hijos, tanto en los pensamientos como en las actitudes de ellos; significados que han permanecido registrados en su inconsciente, los cuales surgen en el momento de la actuación de los hijos, sin quererlo y sin saberlo ellos, y que da pie a una acción o reacción impredecible, pues son el resultado de las huellas particulares que ha dejado la historia infantil en ese progenitor.

Situación de violencia en los niños, las niñas y los y las adolescentes en Venezuela.

La problemática de la violencia en los niños y las niñas, los y las adolescentes es cada vez más compleja, pues las cifras de lesionados y muertos a causa de la inseguridad así como también de los que son víctimas de sus propios padres y madres va en aumento a pesar de los esfuerzos realizados por parte de las instituciones gubernamentales y particulares.

De acuerdo a lo mostrado por el Ministerio de Interior y Justicia entre el año 2005 - 2006 las lesiones cometidas a los niños, niñas y adolescentes alcanzaron la cifra de 3129 casos, lo que representa el 9.3% del total de este tipo de casos en el país. El número de casos reportados para la categoría maltrato al menor (sic) fue de 303 lo que representa el 0.13% del total de casos, mientras que los casos de violencia contra la mujer y la familia que podrían involucrar un niño, niña o adolescente, se reportaron en un número de 11.070, representando el 4.83% del total de casos conocidos.

El registro hemerográfico de la Organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP) para el año 2005-2006 arrojo un total de 264 casos donde las categorías más relevantes fueron:

Heridos por negligencia familiar o social 12 casos 41.54%
Heridos por causas a asociados a la violencia social y política 123 casos 46.59%
Heridos por maltrato familiar 3 casos 1.13%

En lo que se refiere a niños, niñas y adolescentes lesionados a causa de la violencia social hubo 141 casos en 2004-2005 donde las categorías más relevantes fueron:


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