Reflexion filosofica sobre la obesidad
Autor: Dr. Nerkis Angulo  | Publicado:  30/09/2010 | Otras Especialidades , Endocrinologia y Nutricion | |
Reflexion filosofica sobre la obesidad .2

Actualmente se sigue manteniendo este criterio Hipocrático de la salud, entendiéndose a la enfermedad como una entidad opuesta a la salud, es una relación dialéctica, que se concibe como una unidad y lucha de contrarios, cuyo efecto negativo es consecuencia de una alteración o desarmonización de un sistema a cualquier nivel (molecular, corporal, mental, emocional, espiritual, etc.), del estado fisiológico y/o morfológico considerados como normales, equilibrados o armónicos (homeostasis).

Desde la antigüedad hasta finales de la edad media, se pensó que el cuerpo estaba constituido por cuatro elementos fundamentales: agua, tierra, aire y fuego. La proporción de cada uno daba lugar a los humores y su desequilibrio era una de las causas del mal humor. Para Sócrates el cuerpo era algo secundario y para Platón alma y cuerpo eran dos realidades contrarias cuya unión era violenta.

La filosofía aristotélico-tomista destaca el carácter relacional entre cuerpo y alma. Aristóteles señaló que constituyen una sola estructura y Santo Tomás pensaba que es una unión sustancial de dos realidades incompletas. En los siglos XVII y XVIII, con la influencia de Descartes, se despreció la visión unitaria y sustancial del hombre. Alma y cuerpo son dos sustancias completas y autosuficientes, unidas accidentalmente. De aquí surgen distintas teorías como el idealismo o el empirismo (11).
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Desde la visión antropológica, lo propio de la naturaleza humana no es la ruptura ni la destrucción, sino una articulación armónica de sus instancias operativas: la normalidad psicobiológica. Para lograrla, es evidente la necesidad de alimentarse, que además supone una obligación y un placer. Cuando las leyes biológicas no se cumplen, lo que hay es una enfermedad. La alimentación no lo es todo, ni es el único ángulo desde donde puede planearse una persona. Las dimensiones biológicas, por importantes que sean, no agotan el contenido del corazón ni del pensamiento; deben garantizar la supervivencia y facilitar el cumplimiento de los deseos humanos. Corresponde a la reflexión filosófica, y no a la observación científica, enunciar lo que el ser humano necesita para realizar su esencia de acuerdo a sus exigencias fundamentales.

Basándonos en los paradigmas explicativos de las ciencias sociales, se encuentra a Herbert Blumer, quien plantea que las conductas de los individuos están sujetas al significado que tengan las cosas, lo que signifiquen las cosas para el sujeto dependen de su interacción social con otros actores del entorno y además que los significados dependen del empirismo propio del sujeto (Interaccionismo simbólico) (12).

Al relacionar esta hipótesis con el postulado de Blumer, se infiere que los malos hábitos alimenticios son una de las causas fundamentales por la cual se produce la obesidad infantil, ya que no se tiene interiorizada una adecuada educación nutricional, debido a los distintos factores que nos proporciona el medio en que estamos insertos.

Los seres humanos actúan hacia los objetos en base a los significados que estos tienen para ellos. El significado que se atribuye a las cosas, surge de la interacción social que se tiene con sus congéneres, y los significados son manipulados y modificados a través del proceso de interpretación utilizado por la persona, al relacionarse con las cosas que encuentra en el mundo que le rodea. Desde la infancia, se tiene grabado aquellos momentos en que se recibe alimentación. Pero no siempre existe el conocimiento de lo que realmente significa una alimentación sana o adecuada para cada etapa de la vida. Errores que se cometen en cada estrato social, ya sea por falta de recursos o por el contrario exceso de recursos que permite optar por lo más rápido o fácil sin importar costos. Los inicios en la alimentación generalmente marcan su patrón por muchos años y para algunos para siempre (13).

La cultura incluye valores de todo tipo, desde la alimentación, los medios de producción, el manejo de su economía, hasta elementos ideológicos como la estética del cuerpo. Las conductas derivadas de la cultura y las creencias se adquieren en la infancia y raramente son cuestionadas en la adultez, considerándole como un conocimiento obvio que trasciende a la descendencia. Cada grupo cultural transmite de generación en generación pautas de alimentación, mediante la educación a los hijos y esto pudiera explicar en parte, las formas de comer adecuadas o erradas de una comunidad. Además el concepto cultural sólo reconoce como causa de obesidad, a los factores ambientales o a la herencia, con la creencia de que se es gordo, no por la alimentación que consume, sino porque la familia es gorda.

El concepto cultural de obesidad difiere del biológico y evolutivo. Según Brown existen 3 niveles en el sistema de la cultura; la economía productiva, la organización social y el sistema de creencias (14). La definición social de obesidad encuadra dentro de las creencias, dependiendo del ojo del observador, como fenómeno subjetivo relacionado con los ideales de belleza, posición social y económica, comportamiento social, demostración de fuerza y perseverancia, etc. La propuesta médica de considerar obesidad riesgosa a la que se produce a expensas de la grasa abdominal, dándole menos importancia a la grasa periférica, poco modifica por el momento la definición cultural e individual de obesidad (15).

Los criterios sociales, culturales y religiosos que se utilizan para determinar qué es y qué no es una enfermedad, son complejos y están sujetos a diversos cambios en la historia. La religión no ha estado al margen de actitudes discriminatorias hacia la obesidad, para el budismo y el cristianismo la obesidad es estigmatizante; para el primero representa un castigo por pecados morales cometidos en vidas anteriores, para el cristianismo sería una consecuencia de transgresiones contra la voluntad divina (16).

Las consecuencias negativas de la imagen obesa son tan impactantes que puede llegar a constituirse en el centro de su sistema de valores, del cual se excluyen otras cualidades como la inteligencia o la simpatía (17).

Para la medicina racionalista, es necesario el conocimiento de las causas ocultas que envuelven las enfermedades para saber cómo curarlas. A veces las enfermedades consecuencia de la obesidad, no se dan como de costumbre y lo que a una persona lo afecta, no daña a otra, o los afecta pero en otro momento. Pueden permanecer ocultas ciertas condiciones en el cuerpo, las cuales no existen en otro, o bien no existieron en otro momento, y que no han sido por sí mismas tan grandes como para suscitar una enfermedad, pero pueden hacer al cuerpo más propenso a otras afecciones. Nada sucede por una sola causa, sino que se toma por causa lo que parece haber contribuido principalmente. Una causa que actúa sola puede no perturbar, pero si se añade alguna otra circunstancia, puede perturbar muchísimo.
Esto sucede con la obesidad, porque es una enfermedad compleja, cambia según la intencionalidad y según el estilo de vida. El estilo de vida, tiene un papel determinante sobre la influencia en el sistema de relaciones socioeconómicas y culturales del hombre en la sociedad, y sobre el proceso salud-enfermedad (18).

Conclusiones

El hombre es indisolublemente esencia y existencia, naturaleza y biografía, cuyo conocimiento conjunto es difícil y complicado de modo que la antropología filosófica nos ayuda a formular con que criterios filosóficos hay que interpretar los datos científicos. En opinión de E. Coreth, el dato empírico solo tiene sentido antropológico por el hecho de que conocemos de antemano el significado del hombre (19). Hay que tener un criterio filosófico para interpretar correctamente el dato fenoménico, porque la ciencia relaciona correctamente un dato con otro, mostrando al hombre como un ser más de la naturaleza, es decir como el conjunto de sus determinaciones biológicas, psicológicas y sociales. La filosofía, en cambio asume estas realidades, pero se fija en el proyecto humano, en la trascendencia que presenta dicho proyecto, esto es en la relación que el hombre guarda con el ser.

Al estudiar la obesidad, desde el punto de vista filosófico, se evidencia que no solo se puede juzgar la alimentación como causa fundamental, sino que hay que situarse en niveles ambientales y áreas universales, para emplear procedimientos racionales basados en leyes del entendimiento y estudiar la obesidad como una totalidad y alteridad. El niño obeso no vive en un mundo de simples acontecimientos, sino que se enfrenta a sus vivencias (místicas, religiosas, artísticas, lingüísticas), en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial.

De acuerdo al análisis cartesiano reduccionista, la obesidad, que es una enfermedad por exceso, debería afectar solo a individuos pertenecientes a clases sociales con dinero para afrontar tales excesos. La realidad es diferente y demuestra que las clases pobres sufren de obesidad más que las clases acomodadas (20)

Por lo general, debido al alto impacto de los determinantes ambientales sobre la predisposición genética, una vez que se ha instalado el exceso de grasa, no existe tendencia a su pérdida sino más bien a su mantenimiento e incremento.


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