Valoracion medico-deportiva. Aspectos biopsicosociales relacionados con las actividades fisicas y deportivas en niños y adolescentes
Autor: Dr. Ramiro Eduardo Guzmán Guzmán | Publicado:  21/10/2010 | Medicina del Deporte , Pediatria y Neonatologia | |
Valoracion medico-deportiva. Aspectos biopsicosociales actividades fisicas niños adolescentes .5

Muy importante es diferenciar entre “iniciación deportiva” y “especialización deportiva”. La primera se refiere al proceso de enseñanza aprendizaje en la que el niño o adolescente aprende las destrezas básicas de un deporte, mediante el juego y de acuerdo con las posibilidades. Especialización deportiva implica desarrollo y entrenamiento de las capacidades técnico-tácticas y físicas, con el fin de lograr el mayor rendimiento posible. Esto último se consigue en competencias regulares, según categorías establecidas, cumpliendo reglamentos, etc. Para conseguir esto debe existir una maduración física, neurológica, cognitiva y psicológica, así como un contexto social apropiado. Aunque hay una tendencia a que los niños participen en los deportes a edades tan tempranas, por ejemplo, como los 5 años para natación, 4 – 5 años para gimnasia y 6 años para fútbol y aunque es difícil generalizar acerca de cuándo un niño está listo para participar en un deporte organizado, se habrá notado que en el sentido de la confrontación social, ésta no se desarrolla totalmente antes de los 6 años.

La maduración cognitiva para entender la naturaleza competitiva del deporte no se desarrolla antes de los 8 o 9 años. Además, comprender conceptos tales como la posición dentro de un equipo, la posición y función dentro del campo de juego o cómo seguir las instrucciones y estrategias, pueden aparecer aún más tarde. De modo que los niños pueden no alcanzar la madurez psicológica total para competir en los deportes hasta los 11 o 12 años.

Hay niños que sobresalen naturalmente en un deporte, por lo que los padres desean saber si podrán llegar a integrar el grupo de los deportistas de élite. Es muy difícil predecir lo que ocurrirá con ellos, porque se presentan numerosas variables que dificultan el pronóstico, ya que ellas son de naturaleza biológica, psicológica y sociocultural, y se relacionan con el rendimiento. También habrá que tener en cuenta las demandas específicas para cada deporte.

Asimismo, la experiencia en los deportes es percibida de manera distinta en las diferentes etapas adolescentes. Esto se relaciona con los diferentes grados de madurez psicológica y cognitiva en la adolescencia temprana, media y tardía. En la adolescencia temprana los jóvenes entienden conductas y consecuencias sobre una base de “aquí y ahora”; en la adolescencia media ya desarrollan una perspectiva de tiempo futuro y de razonamiento abstracto, siendo importante para ellos la opinión de padres y entrenadores. En la adolescencia tardía perciben sus habilidades deportivas de manera más acorde con la realidad, al mismo tiempo que aparecen otros intereses que pueden ser más importantes para ellos que los deportes.

Los niños y adolescentes pueden sufrir lesiones por sobrecarga o estrés y responden a ellas según sus propias características. Aunque reaccionan mejor frente a una lesión, porque no dudan con respecto a su curación, a veces se presentan situaciones que los vuelven negativos, sobre todo si la lesión tarda en resolverse, lo que también depende del apoyo familiar recibido y si existe un estado de ansiedad o depresión subyacente.

Si bien la práctica de los deportes puede resguardar a niños y adolescentes de caer en conductas negativas, muchas veces, por distintos motivos, ellos participan en actos de agresión y violencia, más común en deportes de contacto, en el uso de sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento o también, en el uso de suplementos nutricionales para aumentar su masa muscular y fuerza, entre otros objetivos. El motivo por el cual un adolescente hace uso de estas sustancias se relacionan con la presión ejercida por su entorno; amigos, padres, entrenadores, etc., para la consecución de determinados logros, el miedo a defraudar a los demás o a sí mismo y, también, con el estrés competitivo. Otra de las conductas negativas es la relacionada con el control del peso corporal, parámetro muy importante en la práctica de algunos deportes como los estéticos (ballet, patinaje artístico, gimnasia, etc.), y que puede llevar, sobre todo a las niñas, al padecimiento de algún desorden alimentario.

La participación intensiva en los deportes implica que el niño, en muchas ocasiones, inicie el entrenamiento específico a edades tan tempranas como los 5 o 6 años y, a veces antes. Este entrenamiento se lleva a cabo, a veces, en horarios extras, aparte de todas las otras actividades normales o sociales que debe realizar y, en muchas ocasiones, pueden conducir al padecimiento de problemas como cansancio y fatiga. Esto, a su vez, provoca lesiones por sobreuso en el sistema musculoesquelético. Toda esta sucesión de eventos puede producir un estado de ansiedad, depresión y desorden alimentario, además de conducir al niño o adolescente al síndrome de sobreentrenamiento y como consecuencia final, al abandono del deporte.

En cuanto a los efectos que la actividad física intensa puede provocar particularmente en las niñas, lo más destacado es, respecto de la maduración biológica, un retraso en el desarrollo puberal y más específicamente retraso en la aparición de su primera menstruación o menarquia. Según Frisch, en un estudio realizado en adolescentes deportistas, la menarquia se retrasa 5 meses por cada año de entrenamiento antes de ella. Esto se relaciona con el menor peso corporal y el menor porcentaje de grasa corporal. Se requiere, como mínimo, 17% de grasa para que las niñas puedan iniciar sus ciclos menstruales. Los efectos del entrenamiento sobre la maduración biológica de los varones, en cambio, no se consideran habitualmente, quizás porque ellos son siempre más activos que las niñas y quizás porque no hay un parámetro tan fácil de objetivar como la menstruación.

Aún está muy arraigado en la actual sociedad deportiva agrupar a los niños por edad cronológica, actitud muy frecuente en la práctica de deportes populares, como fútbol, básquet, voleibol, etc., sin considerar los cambios biofísicos que se producen durante la adolescencia, con la variabilidad que la caracteriza. De esta manera es posible enfrentar a niños de la misma edad, por ejemplo de 12 o 13 años, en donde uno tiene aún todas las características infantiles y el otro está avanzado en su maduración, observándose una marcada diferencia de desarrollo entre estos grupos de jóvenes. Es decir, que las categorías deberían ser establecidas por tamaño corporal (maduración biológica) y no por edad cronológica. Al tener esto en cuenta se estarían previniendo daños físicos, psicológicos y el abandono del deporte por parte de los niños y adolescentes.


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