Neoplasia de recto. Mi propio caso clinico
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  17/03/2011 | Oncologia , Gastroenterologia , Articulos , Casos Clinicos de Gastroenterologia , Casos Clinicos de Oncologia , Casos Clinicos | |
Neoplasia de recto. Mi propio caso clinico .1

Neoplasia de recto. Mi propio caso clínico

García Férriz, P.

Índice

Resumen. Palabras clave
Etiopatogenia de la neoplasia de recto
Comentario
Inervación del recto
Conclusión final
Tabla PEGFER
Bibliografía

Resumen. Palabras clave

A través PortalesMédicos.com - El portal de la Medicina y la Salud en internet he publicado varios trabajos sobre la etiopatogenia tumoral. En la actualidad, curiosamente, se me ha diagnosticado de una neoplasia de recto. Estoy siendo tratado con quimioterapia y con radioterapia y me he negado a que se me practique la cirugía.

En este trabajo expongo mis propias sensaciones, cargadas de sincero optimismo. Trato de demostrar aquí que la explicación que doy a mi enfermedad es la excitación de la membrana celular favorecida por la rica inervación existente en el recto. El recto mide 18 centímetros de promedio, 14 de los cuales constituyen la ampolla y 4 el canal anal. La electricidad por sí sola puede provocar la excitación celular.

El factor desencadenante de la excitación celular pudiera radicar también en una patología química que muy fácilmente puede producirse en el recto, repercutiendo en la corriente eléctrica.

Mucho agradecería mantener contacto con mis compañeros de investigación on¬cológica, incluso fuera del territorio español. Supondría para mí un importante estímu¬lo. GRACIAS.

Palabras clave: Patología electroquímica, excitación de la membrana celular, gen, ADN, neoplasia de recto.

Etiopatogenia de la neoplasia de recto
A veces, en la vida se producen circunstancias que, sin ser sorprendentes, sí pueden catalogarse como curiosas. Me refiero a mi propio caso. Llevo muchos años dedicándome a la investigación sobre la etiopatogenia tumoral; desde el año 1966. Pues bien, actualmente estoy “enganchado” con una neoplasia de recto. Lejos de hundirme, siento una sensación de muy acusada naturalidad, no exenta de optimismo. Tengo mis personales razones.

En estos días estoy siendo sometido al tratamiento tradicional, es decir, a la qui¬mioterapia y radioterapia. Me niego a que se me practique la cirugía. El tumor se ha detectado con oportunidad, circunstancia que intento aprovechar para llevar a la práctica su erradicación total, con la inestimable e imprescindible asistencia y dirección del formidable equipo médico al que muy gustoso y confiado me he sometido.

Mi proceso tumoral fue detectado el martes día 13 de julio del año 2010 tras ob¬servar sangre roja en las heces fecales. En dicha fecha fui atendido en el Complejo Hospitalario de Jaén. No perdí el tiempo. Sospeché la posible existencia de un tumor. Había tomado guindilla muy picante el día anterior y, como padezco de hemorroides internas, se creyó que la causa de la aparición sanguínea correspondía a una patología de origen hemorroidal. Pero yo no me fiaba.

El 21 de agosto tuve una fuerte hemorragia rectal. En esta misma fecha fui ingresado en dicho hospital. Se me hicieron urgentemente las pruebas oportunas (muy duras, por cierto), dando como resultado la existencia de una neoplasia de recto y pólipo pequeño en el colon. Se me practica una polipectomía endoscópica.

Tengo 84 años de edad. Siempre he procurado llevar una vida lo más sana posible. No he fumado nunca, ni bebo. Durante muchos años, incluso de soltero (me casé con 28 años), mi alimentación consistía y consiste en lo siguiente: en el desayuno, un yogur na¬tural con miel, fruta, zumo de naranja y leche, a la que también añado una cucharadita de miel de caña; en la comida siempre han prevalecido las legumbres y, normalmente, he preferido las comidas sin sal; por la noche, mi alimentación siempre ha sido muy ligera, a base también de fruta, una sopa de arroz o de fideos y un flan.

A tenor de lo expuesto, pregunto: ¿cómo es posible que llevando una vida sana, muy tranquila, exenta de preocupaciones y con una alimentación correcta se me produzca un neoplasma rectal?

Siempre he manifestado (y aún mantengo) el criterio de que para que se forme cualquier tipo de tumor maligno es necesario, imprescindible, que se produzca una patológica excitabilidad celular. Esta excitación puede ser provocada por múltiples elementos desencadenantes, tanto endógenos como exógenos. Pero siempre actuando como sujeto la electricidad. Sin su presencia no puede producirse el cáncer (véase Tabla PeGFer).

Como se sabe, nuestra propia electricidad es el mayor excitante que tenemos en nuestro organismo. Hasta hoy, nadie ha negado esta importante y vital actividad endógena. Presiento que el origen del cáncer que padezco en el recto estriba en una patología electro¬bioquímica. Más adelante lo veremos al referirnos al yeyuno e íleon en el comentario que a continuación se expone.

Comentario

Con esta breve descripción pretendo llamar la atención de investigadores de Oncología Clínica y de Laboratorio para que me ayuden y me aporten su personal criterio. Con ello podríamos abrir la ventana que facilite la entrada de alguna luz y ver con mayor claridad. Puede que las pruebas que voy a aportar nos ayuden a que la oscuridad sea menos densa, y, poco a poco, paso a paso, pero sin detenernos, podamos visualizar la meta que con tanto tesón y ahínco vengo persiguiendo durante toda la vida.

Pienso que si nuestra propia electricidad es el mayor excitante que tenemos en el cuerpo (1), es lógico, normal y de sentido común que se pueda atribuir como causante principal de la excitabilidad celular (nerviosa y muscular). Por tanto, sólo pretendo conocer algún compuesto químico que sea eficaz para conseguir la reducción de la intensidad eléctrica, o mejor dicho, la excitación celular.

Creo que si se encontrase un adecuado producto antiexcitante celular que se sumara a la quimioterapia y a la radioterapia actual, no extrañaría obtener una total curación. Supongo que, reduciendo la intensidad eléctrica a nivel subumbral o al mínimo posible o permitido, nuestro inmenso ejército leucocitario conseguiría una mayor eficacia.
Desde hace muchos años postulo que nuestra electricidad es el origen esencial de todo proceso tumoral, y esto es debido a los cinco puntos siguientes:

1. Está suficientemente demostrado que, con el aumento de la intensidad eléctrica, las células malignas avanzan con mayor rapidez. (2)

2. Si la intensidad eléctrica disminuye se hace más lenta la proyección tumoral. La prueba con 30 ratas (15 de ellas bien nutridas y las otras 15 nutridas deficientemente) lo demostró: A las 30 ratas se les aplicó la misma dosis de benzopireno. En las ratas muy bien nutridas apareció el cáncer a los 7 meses y en las desnutridas a los 12 meses. Fui testigo presencial de esta importante y vital prueba, efectuada por el Profesor, Dr. Bartolomé Ribas Ozonas, Jefe Emérito de los Servicios de Toxicología del Instituto de Salud Carlos III de Majadahonda (Madrid).10

3. Si la corriente electromotriz desaparece es imposible la formación tumoral. Un claro ejemplo (lo vuelvo a recordar) lo tenemos en el enfermo parapléjico. Es imposible la formación tumoral por faltarle la electricidad en las extremidades inferiores, porque la excitabilidad celular no puede realizarse. Sin ella no puede aparecer ni una simple hiperqueratosis. (10)

Las citoqueratinas, proteínas de las células gliales, dejan de elaborar queratina por falta precisamente de la excitación celular por ausencia eléctrica. (10) Y, curiosamente, en los enfermos parapléjicos sí les aparecen los tumores en el sistema neurovegetativo. (10) La causa es muy simple: en esta región de nuestro organismo permanece intacta su fisiología electrobioquímica. En el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo me confirmaron las dos patologías: la del sistema esquelético y la del sistema neurovegetativo, que en este tercer punto se han expuesto.

4. En todo proceso tumoral aparece un pH ácido y en la enfermedad de Alzheimer por el contrario, el pH es alcalino. Creo sinceramente que la causa es muy clara: en el cáncer existe una intensidad eléctrica superior a la normal; en cambio, en el Alzheimer no hay electricidad. (10) Por tanto, “considero al pH como un efecto y no como un causante de ningún tipo de cáncer”.

El pH solo representa el logaritmo (numeración) de la inversa de la concentración de iones hidrógeno. El pH 7 es el punto neutro. Por encima de 7 es alcalino (caso Alzheimer) y por debajo es ácido (caso cáncer).

Otras partes de este trabajo
Este trabajo consta de distintas partes. A continuación se listan todas:
  1. Neoplasia de recto. Mi propio caso clinico
  2. Carcinoma rectal. Episodio II. Como se ha curado

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