Propuesta de un material de consulta sobre el pensamiento de Jose Marti relacionado con la Medicina y la salud humana
Autor: Lázaro Ulises Soltura Verdecia | Publicado:  19/05/2011 | Otras Especialidades , Articulos | |
Material de consulta pensamiento de Jose Marti relacionado con la Medicina y salud humana .3

• ´´Para la cefalalgia nerviosa, infusión de eucaliptos globulus´´ (cuaderno de apuntes, t. 21.328 (2);(7)
El 15 de abril de 1982; comentó “Con mejunjes de yerbas, cuyo secreto no quieren entregar a los hombres blancos, curan las mordeduras de las víboras los indios Hondureños.

En este particular citaremos algunos análisis que realiza de otras enfermedades en las cuales plantea la utilización de dicho método terapéutico.

Vómito negro: Se denominaba también a la fiebre amarilla y señala una vez más sobre esta planta, “Tonatiyacapan es el nombre de un medicamento mexicano con que un indio compasivo salvó a Esmeralda del vómito negro…” Se refiere a una planta sagrada de la cultura aborigen. En su época se populariza en Argentina (Buenos Aires) y Uruguay por medio de su propia beneficiaria: una arpista española quien, recuperada de su enfermedad emprende giras artísticas a esos países. Martí consigna también que el Tonatiyacapan había recibido el reconocimiento de los consejos higienistas de varios países de nuestra América.

Afección pulmonar crónica: Plantea que “la ciencia ha analizado los elementos de que se compone la leche de burra y que la halla eficacísima contra las afecciones pulmonares. Según criterios de algunos especialistas, está reconocida por su alto valor nutricional y sus propiedades digestivas. Se inscribe así en la relación de alimentos que pueden mejorar el estado de cualquier paciente.

Insomnio: Martí lo refiere como una muestra de alteración del equilibrio emocional del individuo, destaca la existencia de varias medicinas contra la falta de sueño, y que además resulta peligroso automedicarse sin acudir a un especialista y sin tener un diagnóstico acerca de las causas que lo generan. Propone tratamientos específicos: “Si viene de pesares, conviene el uso de la morfina, narceína y codeína… En los insomnios puramente nerviosos, no hay otra cosa como el cloroformo en cortas cantidades. En todos los casos es aplicable el hidrato de coral, menos en los de dispepsia y males del corazón…El insomnio de los ancianos y personas débiles debe ser tratado con vinos amargos y cosas semejantes…”

Asma: Para esta enfermedad recomienda “el té de yagruma”.

Afección bronquial: “Agua de hojas de guanábana, es pectoral bueno y cocimiento grato”, escribe.

Cáncer de piel: Hace referencia a una planta medicinal originaria de Brasil, conocida como alveolos “que de hace algún tiempo se viene aplicando en aquellas tierras con éxito contra el cáncer”. Las propiedades terapéuticas de la planta habían sido corroboradas por un médico local, Alcibíades Belloso. Según reseña Martí, “el alveolos es una planta clasificada en la familia Euphorbiacea, crece abundantemente en Pernambuco, y su aplicación debe realizarse en forma de jugo sobre la piel afectada, pues su uso es de forma natural y directa, es externo”.

Comenta, asimismo, algunos ejemplos de curaciones de cáncer de piel con esta planta: “Un magistrado había sanado de un epitelioma de la cara, con sólo aplicarle el jugo de alveolos y Belloso, que lo quiso averiguar, por sí vio con sorpresa que los pacientes a quienes sometió como prueba al remedio, uno que tenía cancroide en la nariz curó en 40 días y otro con un epitelioma en el labio, en dos meses”.

Describe también la forma en que el alveolo actúa y sus posibles contraindicaciones: “Es irritante y produce una exacerbación en la piel. Parece que el alveolo destruye el tejido mórbido, que es reemplazado enseguida por granulaciones sanas.

En otra de sus citas, resalta la importancia de las medidas de asepsia y antisepsia y la importancia de yugular el sangramiento y enunciaba:

• “murieron de hidrofobia muchos desventurados en el verano de 1881 en Paris, y el departamento del Sena encargo a un medico que propusiese las medidas más importantes para la prevención del contagio de ese mal, ciertamente terrible. Ya el médico las ha propuesto. Recomienda que no se absorba la herida hecha por la mordedura, sino que se la lave muy cuidadosamente, procurando sacar de la herida la mayor cantidad de sangre posible y se rodee luego el miembro herido con una ligadura que cubra el lugar de la mordida, todo lo que ha de ser hecho en el instante mismo del accidente. Luego es preciso cauterizar con un hierro candente la mordida, y profundizar en el cauterio cuando se pueda: con pasta de Viena, con cloruro de zinc, o con ´beurre d´ antimoine´ se cauterizará, cuando no haya hierro candente. Cree el médico que par este mal son ineficaces las cauterizaciones con álcali, con fenol, o con tintura de árnica”.

Aunque durante decenios se han logrado adelantos espectaculares en la profilaxis y el tratamiento las enfermedades infecciosas siguen siendo causa de muerte y debilidad y son responsables del empeoramiento de las condiciones de vida en millones de personas en el mundo. Nótese como a través de sus escritos trata de incorporar al conocimiento humano posibilidades terapéuticas desde su contexto histórico (6);(7)

Parte III

Una observación oportuna al abordar los elementos contenidos en este aparte es resaltar el espíritu humanista de Martí reflejado en los trabajos de uno de los grandes historiadores de la obra martiana Dr. Néstor Carbonell Rivero:

……Y el propio Martí que vivió en su etapa universitaria española tan estrechamente unido a estudiantes de medicina y que logró adquirir conocimientos teóricos en algunas de sus ramas, en los pocos días que estuvo en la guerra se desdobló en funciones de médico, obligado por la necesidad y el historiador doctor Néstor Carbonell Rivero (1883-1966) en su libro “Martí. Carne y espíritu”, hilvanó con las propias palabras de Martí un relato conmovedor de sus actividades como tal en campaña:

Y cuando dieron la orden de descansar y se tendieron las hamacas, yo, primero que dormir o reposar, hurgué en mi jolongo y saqué de él medicina. A uno, que del jugo del tabaco, de apretar tanto el cabo en la boca, se le habían desprendido los dientes, le di a beber un sorbo de Marrasquino. Y cuando llegó el agua fresca, con Paquito Borrero, de tierna ayuda, me puse a curar de un soldado la herida narigona. La bala le había entrado por el pecho y salido por la espalda. En una de las bocas, la de entrada, le cabía un dedal: en la otra la de salida, una avellana. Se la lavé y le aplique yodoformo y algodón fenicado. Habilidades de médico me habían salido, y por piedad y por casualidad, se me habían juntado al bagaje mas medicinas que ropa- y no para mí por cierto, pues nunca me sentí más sano, sino para los demás. Y en las curas tuve algunos aciertos por lo que gané un poco de reputación, sin más que llevar conmigo el milagro del yodo, y el del cariño, que es otro milagro […]” (8)

José Martí en sus días de campaña en la guerra de 1895 fue el médico más lleno de ternura ante los que tuvo cerca en las memorables jornadas.

En carta a Carmen Mantilla y sus hijos aseguró “Y han de saber que me han salido habilidades nuevas, y que a cada momento alzo la pluma, o dejo el taburete. Y corte de palma en que escribo, para adivinarle a un doliente la maluquera.” Y agregó: “Se me han juntado en el bagaje más remedios que ropa, y no para mí, que no estuve más sano que nunca… Y ello es que tengo acierto, y ya me he ganado mi poca reputación, sin más que saber cómo está hecho el cuerpo humano, y haber traído conmigo el milagro del yodo, y el cariño, que es otro milagro.”

Al final de su existencia, en las últimas páginas de su extraordinaria obra escrita dejaba a todos los médicos cubanos una máxima recomendación: curar con el milagro del yodo, que quiere decir con la mejor medicina y con el cariño, la más alta expresión de la sensibilidad humana.

Igualmente el Maestro destaca la ética que debe presidir la actitud de los profesionales de la salud ante el dolor ajeno: “La medicina pasa al médico, que ya por serlo cura, y con su sonrisa suele abatir la fiebre”.

José Martí abordó en sus obras preceptos relacionados con el deber y la justicia y relacionó brillantemente estos conceptos e ideas con la salud y la Medicina.

En la época que le tocó vivir conoció el legado de la filosofía griega y la ética de Hipócrates con respecto al trato y el respeto que los médicos debían profesar a los enfermos. Hoy se conoce una ciencia social, relativamente nueva, denominada Bioética, que estudia precisamente la relación entre el profesional de la salud y las personas enfermas, que requieren la atención de estos profesionales. La Bioética, establece normas y principios axiológicos y deontológicos que rigen la relación médico-paciente a partir de un enfoque biopsicosocial, teniendo en cuenta siempre en esta relación, el desarrollo de las ciencias médicas, las ciencias biológicas y el medio ambiente en que se desarrolla el hombre.

El Apóstol no conoció la Bioética, sin embargo sus ideas con relación a las ciencias, a los médicos, a los enfermeros, al trato que estos debían ofrecer al hombre enfermo, a la relación con la medicina, y a la salud; constituyen hoy día, de manera sorprendente, conceptos éticos de justicia, beneficencia y dignidad, que derivan en acertados juicios de valor en favor de preservar y cuidar la integridad del ser humano, al reconocer la dignidad del prójimo, cualesquiera sean sus condiciones y estado: principio fundamental en la ética martiana.


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