La eyaculacion precoz
Autor: Xavier Conesa | Publicado:  14/12/2006 | Urologia | |
La eyaculacion precoz 2.

El tratamiento

El primer paso que corresponde dar en el tratamiento que se ofrece en la Fundación es asegurar a la pareja que el problema de la eyaculación precoz tiene solución. Es importante que el paciente confíe en sí mismo. La esposa debe tener en cuenta que el marido puede tener ciertos temores ante la perspectiva de someterse a un tratamiento que, a lo mejor, no es eficaz, por lo que deberá mostrarse comprensiva.

Por lo general, cuando la eyaculación precoz aparece como problema, la pareja adopta la técnica de no tocar los genitales del hombre. A veces es el propio médico u otro consejero sexual quien dice a la pareja que hay que proceder de este modo. Esta técnica abstencionista no sólo es un fracaso en sí, sino que además priva a la mujer del placer de este contacto y al hombre del placer de ser acariciado. Masters y Johnson utilizan una técnica «táctil» que permite al hombre adquirir un control y deja a la pareja en libertad de acariciarse mutuamente sin tener que obedecer el tema de «prohibido tocarse».

1. El enfoque genital directo fue tratado por vez primera por James H.

Durante los primeros días del tratamiento, el marido y la esposa han practicado la técnica de los focos sensoriales (véase capítulo 8). En el quinto o sexto día de tratamiento los coterapeutas explican a la pareja cómo iniciar la técnica específica para el control de la eyaculación en el curso de sus prácticas en casa. Se explica a la mujer que deberá sentarse en la cama, apoyándose cómodamente en una almohada recostada en la cabecera. El hombre se situará tendido sobre la espalda, frente a ella y con el cuerpo colocado entre las piernas de la mujer y las plantas de los pies apoyadas sobre la cama, junto a la parte exterior de los muslos de ella, según indica la figura 4. Masters y Johnson llaman a esta postura de «aprendizaje del control eyaculatorio». La mujer, acariciando los genitales del hombre, estimula la erección.

Tan pronto como el marido llega a la erección completa, la esposa utiliza la maniobra llamada «.la técnica de la presión». Los pacientes de Masters y Johnson han conseguido sorprendentes resultados con esta técnica. La mujer sujeta el pene entre el dedo pulgar y los dos dedos siguientes de la misma mano. El pulgar debe situarse sobre el frenillo (parte inferior del pene, exactamente en el punto donde comienza la cabeza del pene) en tanto que los dos dedos se colocan en el lado opuesto al pulgar, uno a cada lado del borde que separa el glande del resto del miembro viril. La mujer entonces ejerce una presión con los dedos que .prolonga de tres a cuatro segundos. Esta presión hace que el hombre sienta desaparecer la inminencia de la eyaculación, llegando incluso a perder parte de la erección; no se sabe con exactitud por qué motivo se produce este resultado.

Pasados de quince a treinta segundos, la esposa vuelve a acariciar a su compañero hasta conseguir la total erección del pene, momento en que utiliza de nuevo la técnica de la presión a fin de evitar la eyaculación. Gracias a la repetición de este procedimiento, es fácil que pueda prolongarse de quince a veinte minutos este juego sin que se produzca la eyaculación ..

Los terapeutas deben asegurarse de que la esposa entiende perfectamente dónde debe colocar los dedos. Para ello se sirven de dibujos y reproducciones plásticas que aclaran a los pacientes las particularidades anatómicas. Esta técnica de la presión puede utilizarse de tres a cuatro veces durante las primeras sesiones de aprendizaje de la misma. Esta práctica no está planeada para llegar a la eyaculación sino únicamente para acostumbrar al hombre a someterse a esta técnica. Aun siendo bastante acusada, esta presión no lastima el pene en estado de erección.

La rápida efectividad de este tratamiento brinda a la pareja una confianza inmediata y abre una comunicación física y verbal que anteriormente había estado bloqueada. Por lo general, al cabo de dos o tres días de iniciada la técnica de la presión, en el día cinco o seis del tratamiento, la pareja ha aprendido perfectamente la técnica. Para aquellos que no conocen el problema de la eyaculación precoz, resulta difícil apreciar la satisfacción que proporciona este resultado a marido y mujer.

Una vez dominado parcialmente el control de que hablábamos, el paso siguiente que corresponde dar a los cónyuges consiste en que el marido introduzca el pene en la vagina, aunque sin vaivén. El hombre se tiende sobre la espalda y la mujer monta a horcajadas sobre él en la postura que se muestra en la figura S. Una vez practicada dos o tres veces la técnica de la presión, la esposa introduce el pene en la vagina. Permanece inmóvil para que el marido vaya acostumbrándose a la nueva sensación de mantener el pene en la vagina de la mujer sin la necesidad inminente de eyacular. Antes de someterse al tratamiento, el procedimiento normalmente utilizado por las parejas con eyaculación precoz consiste en que el marido estimule a la esposa hasta casi el orgasmo y, en este momento, introduzca el pene en la vagina. La mujer, excitada, se moverá entonces frenéticamente para llegar al orgasmo antes de que el hombre eyacule, pero su excitación no tendrá otro efecto que provocar la inmediata eyaculación del hombre. Con esta técnica, la represión de la mujer permite que el hombre controle la eyaculación.

Si el hombre advierte que está a punto de eyacular, la mujer no hace sino levantar el cuerpo y repetir la técnica de la presión; al cabo de un momento, volverá a introducir el pene en la vagina.

Pasados unos pocos días de práctica de la técnica de la presión, se instruye al marido para que inicie unos movimientos, aunque sólo los necesarios para mantener la erección. El marido y la mujer descubren que pueden permanecer en la postura descrita de quince a veinte minutos antes de llegar a la eyaculación. El hecho de que sean ellos quienes resuelvan el problema, da a los cónyuges una gran confianza en sí mismos. La esposa, a menudo por vez primera en su vida, tiene ocasión de pensar y sentir de manera sexual. Muchas de estas mujeres, que nunca habían experimentado el orgasmo porque sus maridos eyaculaban con rapidez excesiva, responden ahora plenamente y son capaces de llegar al clímax.

Tan pronto como aumenta el control, se pide a la pareja que pase de realizar el acto sexual en la postura de la mujer en la parte superior a la postura lateral. Deberán hacerse algunos «ensayos» antes de tratar de variar de postura durante el acto sexual. Partiendo de la postura en que la mujer se encuentra en la parte superior (fig. 5), la esposa se reclina hacia adelante sobre el cuerpo del hombre al mismo tiempo que extiende una pierna hacia atrás y que el hombre dobla la rodilla situada al mismo lado de la cama, manteniéndose tendido igual que estaba. Entonces la mujer desplaza ligeramente el tronco hacia el lado de la rodilla doblada del hombre, según muestra la figura 6. La mujer puede tener ambas rodillas en contacto con la cama a fin de impulsar sus movimientos. Los dos cónyuges pueden moverse libremente y disponer de una mano libre para la manipulación. El pequeño esfuerzo que supone aprender esta postura compensa con creces porque permite una máxima libertad para la experimentación y brinda el máximo control posible de la eyaculación. Una vez las parejas han probado la postura lateral, dicen Masters y Johnson que la eligen en un setenta y cinco por ciento de los casos al realizar el acto sexual. La postura del hombre colocado en la parte superior es la más difícil para lograr el control de la eyaculación.


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