Ansiedad en el adulto mayor. Revision bibliografica
Autor: Lic. Manuel J. Boggio | Publicado:  20/09/2011 | Psicologia , Psiquiatria , Geriatria y Gerontologia , Articulos | |
Ansiedad en el adulto mayor. Revision bibliografica .3

Los nuevos antidepresivos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRIs, entre los fármacos de este grupo se encuentran la trazodona (deprax), la fluoxetina (adofen, prozac, o reneuron), la paroxetina (frosinor y seroxat), sertralina (aremis y besitran), fluvoxamina (dumirox) y citalopram (prisdal y seropram). La más estudiada en el tratamiento del pánico ha sido la fluoxetina, administrados gradualmente, parecen reducir significativamente ambos problemas. (10).

Ya que etiológicamente el ataque de pánico está clasificado en la gama de los trastornos ansiosos, el grupo de fármacos más utilizado para estos trastornos como reductor de la ansiedad, son los llamados ansiolíticos, o benzodiazepinas, con mayor efectividad. Estas sustancias fueron comercializadas a partir de los años 60, siendo el clordiazepóxido el primer compuesto sintetizado. Desde entonces se han sintetizado más de 2000 benzodiazepinas, disponiendo en la actualidad aproximadamente 30 en el mercado. (17).

Mecanismos de Acción de las Benzodiazepinas.

Las benzodiazepinas actúan a nivel de la región límbica, talámica, e hipotalámica del sistema nervioso central produciendo una depresión de su actividad que se traduce en sedación, hipnosis, relajación muscular y actividad anticonvulsivante. Recientes estudios apuntan a que las benzodiazepinas ejercen sus efectos a través del complejo receptor benzodiazepínico-GABA. El ácido g-aminobutírico (GABA) es un neurotransmisor inhibitorio que actúa sobre varios subtipos de receptores denominados GABA-A y GABA-B. GABA-A es el subtipo de receptor primario del sistema nervioso central (SNC) a través del cual actúan los ansiolíticos y sedantes. Algunos subtipos de receptores benzodiacepínicos parecen estar acoplados a los receptores GABA-A.

Se conocen tres subtipos de receptores benzodiacepínicos localizados en el cerebelo y corteza cerebral, los situados en el cortex (BNZ1), los receptores BNZ2 en la corteza cerebral y la médula espinal y los receptores BNZ3 en los tejidos periféricos. La activación de los BNZ1 induce el sueño, mientras que los fármacos que se unen a los BNZ2 ocasionan relajación muscular, actividad anticonvulsivante y afectan la memoria. Las benzodiazepinas se unen de forma inespecífica a los receptores BNZ1 y BNZ2 lo que exalta los efectos del GABA. A diferencia de los barbituratos que aumentan las respuestas del GABA manteniendo abierto durante más tiempo el canal del Cl-, las benzodiazepinas aumentan los efectos del GABA lo que permite mantener abierto el canal de cloro en células hiperpolarizadas y evitar una posterior excitación de las mismas. (18).

Farmacocinética

La absorción se realiza principalmente por vía oral. Su absorción es errática, salvo en el caso del lorazepam. Las diferencias de absorción tienen gran interés clínico. En general todas aquellas benzodiazepinas de rápida absorción alcanzan unos niveles plasmáticos más elevados, aunque también presentan un descenso de éstos más acelerado si lo comparamos con las del inicio de la acción más tardío. Debido a su alta lipulosidad, estos fármacos se difunden a través de todo el organismo, atravesando con facilidad la barrera hematoencefálica y placentaria. También se encuentra estas sustancias en la leche materna. Por ende se evita su utilización en el embarazo y en el periodo de lactancia.

Acerca de su metabolismo y eliminación, la transformación se realiza en el hígado, derivándose productos que en ocasiones tienen una mayor eficacia y persistencia de sus defectos que los compuestos originales. La eliminación se realiza por vía renal y en un pequeño porcentaje por vía biliar.

Efectos Secundarios y toxicidad.

Los efectos secundarios son limitados, debido al amplio uso que se les ha dado. Los efectos consisten en somnolencia, dificultades de concentración, limitación en la memorización de nueva información (amnesia anterógrada) y alteraciones en la coordinación motora. Estos efectos suelen ser transitorios, siendo estos más acentuados en la primera semana de tratamiento y disminuyendo notablemente en las siguientes. De todos modos no parece aconsejable la realización de actividades peligrosas, que requieran un elevado grado de concentración, tales como conducción de vehículos o manejo de maquinaria pesada. En ocasiones se pueden presentar efectos secundarios tales como vértigo, ataxia, nistagmus, siendo excepcionales otros efectos adversos como a nivel renal, hematológico, hepático o reacciones alérgicas.

El nivel de toxicidad de estos productos es muy bajo, siendo frustrados la mayor parte de los intentos autolíticos que se realizan con estos productos. Sin embargo esta toxicidad se multiplica notablemente cuando se asocian otros depresores del sistema nervioso central (alcohol, antihistamínicos, etc). En casos graves de intoxicación emplearemos un antagonista benzodiazepínico que actúa sobre los mismos receptores, bloqueando por tanto su acción. (17).

Discusión.

La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) utiliza el estándar de las Naciones Unidas de 60 años de edad para describir a las personas ancianas, edad que puede parecer joven en las sociedades desarrolladas y en países en vías de desarrollo donde la esperanza de vida ha aumentado. El aumento de la proporción de Adultos Mayores de 60 años, ha crecido a un ritmo mucho mayor que el resto de la población total.

En general, todos los trastornos psicológicos que aparecen en la vejez, pueden debutar en forma de un estado ansioso, presentándose en un periodo posterior a las manifestaciones características del trastorno. Esto puede provocar un enmascaramiento del trastorno primario.

A nivel mundial, el 2% a 5% de la población sufre de algún tipo de trastorno ansioso, y en la práctica médica en general el 25% de los pacientes presentan un rango de ansiedad. La prevalencia de los ataques de pánico aumentó de 1980 (5,3%) a 1995 (12,7%) en casi un 150%. Por esta razón, se hace necesario que, con este explosivo aumento en la población adulta mayor, el sector salud proyecte un cambio de paradigma enfocado a brindar prioridad a la salud materno-infantil, infecto-contagiosa, a un modelo que deberá poner la atención en los adultos mayores, portadores de enfermedades crónicas y degenerativas.

En esta población adulta mayor surge el problema del subdiagnóstico, principalmente porque los diferentes estudios epidemiológicos para valorar la prevalencia de trastornos de ansiedad en el anciano utilizan criterios basados en el DSM-IV, los cuales han sido desarrollados para estudiar la morbilidad psiquiátrica en adultos jóvenes, sin considerar que en la tercera edad la presentación de los síntomas de ansiedad puede ser atípica. Es así como en el anciano hay una alta comorbilidad con trastornos médicos y con las depresiones (entre un 30-70%). Además los ancianos suelen estar polimedicados y sufren cambios psicosociales importantes, todo lo cual no es tenido en cuenta al utilizar los criterios diagnósticos.

En general, todos los trastornos psicológicos que aparecen en la vejez, pueden debutar en forma de un estado ansioso, presentándose en un periodo posterior a las manifestaciones características del trastorno. Esto puede provocar un enmascaramiento del trastorno primario.

En el adulto mayor son de gran valor un conjunto de procederes psicológicos que proveen el abordaje de la ansiedad para el beneficio del bienestar del geronte. Se ha destacado que las técnicas no medicamentosas son de vital importancia y que el tratamiento medicamentoso se debería emplear sólo en aquellos casos en que resulte imprescindible para el adulto mayor.

Referencias Bibliográficas.

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3.- Gabay, P., Fernández, M. (1998). Trastornos de Ansiedad en la Tercera edad. Consultado el 30 de Abril de 2011 en
http://www.gador. com.ar/iyd/ansie2 /gabay.htm
4.- Spar J.E., La Rue A. (1990). Concise Guide to Geriatrie Psychiatry, American Psychiatric Press lnc, Washington, DC,, págs. 4~7.
5.- Folks DG, Fuller WC. (1997). Anxiety disorders and insomnia in geriatric patients. Psychiatric Clinics NA 20 (1): 137-164,
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9.- Molina, C., Meléndez, J., (2005). Crisis de Pánico o Trastorno de Pánico. Simplemente el miedo al miedo. Consultado el 13 de Junio de 2011 en http://www.rie.cl/?a=30637
10.- Roca, E. (2005). El trastorno de pánico y su tratamiento. Terapia cognitiva focal en formato de grupo. Consultado el 13 de Junio de 2011 en http://www. comportamental. com/articulos/5.htm.
11.- Layton ME, Dager SR. (1988). Treatment of anxiety disorders, en The psychiatric clinics of North America: Annual of drug therapy, Dunner DL, Roenbaum JF, WB Saunders Company, Philadelphia,, págs.183-209.
12.- Martin, J. C. et al. (2009) Generalización y efectividad de la aplicación del modelo de control de pánico en centros de salud mental.


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