Aspectos bioeticos en el tratamiento del cancer de mama
Autor: Dra. Magaly Marión Luna Goza | Publicado:  26/03/2012 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Oncologia , Articulos | |
Aspectos bioeticos en el tratamiento del cancer de mama .2

La radioterapia es el uso de radiación de gran energía, primariamente radiografías generadas electrónicamente, para matar a las células de cáncer. La radiación usada para tratar el cáncer de mama se da en dosis muchas veces más altas que la utilizada por las radiografías. Este uso de la radiación de gran energía ha tenido un efecto positivo profundo en la supervivencia del cáncer en general y del cáncer de mama en particular como tratamiento loco-regional reduciendo las recurrencias a dicho nivel.

Las altas dosis de la radiación que dañan o destruyen las células malignas también pueden lastimar las células normales, causando efectos secundarios. Éstos variarán dependiendo del área tratada y de la dosis recibida. El riesgo de efectos secundarios es generalmente menos que las ventajas de matar a las células cancerígenas, además la mayoría son generalmente temporales y desaparecerán gradualmente cuando la terapia haya finalizado.

Los radioterapeutas ven a los pacientes por lo menos una vez por semana mientras que están bajo tratamiento. Esta visita con el equipo del cuidado médico sirve como oportunidad de hacer preguntas y de discutir cualquier efecto secundario que esté ocurriendo, e identificar cualquier cambio físico del tratamiento.

Los efectos secundarios se limitan generalmente a la región del cuerpo que se esté tratando, en este caso la región torácica alta y la axilar, además de lesiones en mucosa digestiva, la fatiga entre otros. (7) A los pacientes no se les restringe su actividad normal durante la radioterapia, y muchos continúan trabajando mientras que experimentan el tratamiento. Sin embargo, deben balancear la actividad normal con períodos de descanso.

De una manera u otra hay que comunicárselo al paciente antes del tratamiento.

Existe otra modalidad menos agresiva que es útil luego de realizar la cirugía conservadora de la mama que es la Braquiterapia: Esta palabra se deriva del griego, donde braqui significa cerca por tanto es la radioterapia donde la fuente radiactiva se encuentra en las cercanías e incluso dentro del tumor, que actualmente se efectúa durante el acto operatorio, como única vez.

Ética y Cáncer

La palabra Ética, según el diccionario de la lengua española Larousse, proviene del griego “ethikos” y se considera la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre; y por otra parte define a la Moral como la ciencia que enseña las reglas que deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal, como el conjunto de facultades del espíritu. (8)

Otros autores plantean que el vocablo Ética significa costumbre o modo habitual de obrar (9) acción del hombre, libre, voluntaria y responsable cuyo objetivo es el bien, cualquiera que sea la corriente de pensamiento que la interprete.

Se ha definido la Moral como el carácter, es decir, como un modo peculiar de ser de una persona apoyado en sus cualidades morales, que por su condición natural, firmeza o energía lo hacen diferente de otros. Siendo esta interpretación de personalidad moral que expresa el carácter lo que interesa, pues es precisamente el carácter virtuoso del profesional de la medicina, en sus aspectos éticos y morales, el que inspira la necesaria confianza al paciente, que resulta tan necesaria en estos tiempos de dominio de la medicina por la ciencia y la tecnología, donde el profesionalismo es asimilado por el conocimiento científico y las habilidades técnicas y un poco el aspecto moral o ético, así entendido se relega o queda atenuado (9,10)

Si se suma a esto que también en Cuba, como en el resto del mundo, se ha enfatizado la autonomía del paciente, se corre el riesgo de que se pueda enfocar la práctica médica como la prestación de un servicio a petición del “cliente”, en este caso “paciente”, en el que sólo se aproveche del profesionalismo médico la vertiente del conocimiento científico y la tecnología en detrimento de una medicina moralmente buena, en la que se viole el valor central del aspecto ético -la benevolencia- que es el principio director de la práctica médica, máxime cuanto este paciente/cliente no está en condiciones de controlar si el servicio prestado es en su propio interés por el carácter tan especializado del mismo, en el caso del tratamiento con el paciente con cáncer.

Es por todo esto que se propone hacer un llamado al análisis de la conducta médica, a ese modo habitual de actuación del cirujano o del oncólogo ante el paciente enfermo con cáncer, aún cuando por razones propias, histopatológicas o de estadio de la lesión, se conozca o espere el buen pronóstico de la afección al proceder terapéutico.

Después del Código de Nuremberg (1947) y de la Declaración de Helsinki (1964), se crean las condiciones para que se establezcan los principios éticos de la investigación con seres humanos y de la actuación médica en general. Estos principios son internacionalmente reconocidos como. (11): El respeto a las personas o principio de autonomía, el principio de beneficencia (del que nace el próximo): el principio de la no-maleficencia y el principio de justicia.

El término Bioética fue acuñado por primera vez por Van Potter como un llamado a una forma de actuación moral ecológica que contrarrestara la creciente y desmedida capacidad de intervención del hombre sobre la naturaleza a través de la ciencia y la tecnología. Lo cierto es que durante el siglo XX y lo poco que ha transcurrido del XXI, la bioética ha encontrado en la medicina mucho más desarrollo que en la biología y la ecología. Es decir, la bioética ha venido a poner sobre la mesa los problemas morales que plantea la creciente capacidad de intervención de la ciencia y la tecnología médica en la salud y la vida de las personas, ha delineado la actuación médica actual y sus principios.
Esto se debió a cuatro grandes ejes de fuerza que modelaron la actual bioética médica. El primero de estos ejes es precisamente el desarrollo de la ciencia y la tecnología médica, el cual arranca desde los últimos años del siglo XIX y experimenta un desarrollo exponencial después de la segunda guerra mundial. Al decir de muchos la medicina avanzó en el siglo XX mucho más que en todos sus 25 siglos previos de historia. El problema se constituye en que este aumento de capacidad de intervención de los médicos, les concede un poder que hasta ahora no habían ni soñado; y este aumento de poder implica el aumento de la fragilidad de aquellos sobre los que se ejerce dicho poder, los pacientes. (12)

El segundo eje de fuerza lo constituye uno de los mecanismos de defensa de todo ser humano frente al poder, la rebelión, o dicho de otra forma, la autoafirmación. Aspectos que caracterizaron la década de los años 60 en cuanto a la rebelión de los ciudadanos frente a la sensación de que las estructuras políticas, institucionales, económicas y culturales habían desarrollado un poder capaz de controlar casi todos los aspectos de la vida humana. Por supuesto el engrandecido poder médico no podía quedar al margen de este proceso de cuestionamiento general y mucho más porque este poder tradicionalmente había venido siendo ejercido de una forma bastante despótica, siguiendo un modelo de corte paternalista.

Toda la ética médica y de enfermería había estado dominada por la tradición naturalista heredada de la ética médica hipocrática y de la mitológica de Esculapio, que no tenían en cuenta al enfermo. Para ella el profesional médico es la encarnación de lo perfecto, lo sublime, lo verdadero, lo bueno y lo bello, mientras el enfermo encarna lo desordenado, lo malo, lo falso y lo feo. El enfermo era moralmente incapaz de saber qué le conviene, cual es su “Bien”, y su única obligación es obedecer fielmente las instrucciones del profesional, que es el único que sabe qué debe hacerse cuando se pierde ese orden.

Nace aquí una relación humana casi igual a la que tienen los padres con los hijos, sin tener en cuenta que esta relación médico paternalista se lleva a cabo entre individuos adultos capaces de tomar sus propias decisiones. Es por ello que los ciudadanos de la década de los 60 no podían tolerar que el poder médico, además de haberse hipertrofiado siguiera ejerciéndose de esta forma, reivindicando su participación activa en el proceso de toma de decisiones clínicas que afectaran su salud o su vida. Comenzaron a exigir información sobre lo que se les iba a realizar, a demandar que se contara con su autorización, con su consentimiento. De aquí surge como una consecuencia judicial de confrontación médico-paciente el consentimiento informado.

El tercer eje de fuerza de la historia de la bioética lo constituye la socialización de la medicina y la equidad, como una necesidad que demanda la población de las instituciones estatales a partir también de la segunda guerra mundial, demanda de generalización del acceso a los sistemas sanitarios. (12)

El cuarto eje que permite situar correctamente el nacimiento de la bioética es el de concebir a esta disciplina como una ética aplicada, es decir, como una parte de la filosofía moral que permita una adecuación de la conducta médica a las nuevas exigencias, para las que la fundamentación naturalista de la ética médica tradicional resultaban insuficientes. En esta nueva concepción aplicada tuvieron mucha participación tanto los filósofos como los teólogos morales, abriéndose paso el argumento de la racionalidad discursiva y crítica que permitió alumbrar el camino de la bioética. (13)


Revista Electronica de PortalesMedicos.com
INICIO - NOVEDADES - ÚLTIMO NÚMERO - ESPECIALIDADES - INFORMACIÓN AUTORES
© PortalesMedicos, S.L.
PortadaAcerca deAviso LegalPolítica de PrivacidadCookiesPublicidadContactar