Episodio IV. Carcinoma de recto. Mi propio caso clinico. Como se ha curado
Autor: Dr. P. García Férriz | Publicado:  27/03/2012 | Oncologia , Articulos | |
Episodio IV. Carcinoma de recto. Mi propio caso clinico. Como se ha curado .2

He procurado colaborar fielmente con el extraordinario equipo médico de Oncología. Sin ellos nunca me podría haber curado. Todo es cuestión de actuar en equipo, de colaboración mutua y ser riguroso en tan delicado tratamiento.

Para que sea creíble cualquier proceso de investigación hay que demostrarlo y presentarlo sin la menor fisura. En mi caso concreto ya he procurado ser preciso y claro en la exposición de todo el proceso desde su inicio hasta el final, que es el que a continuación procedo a describir.

Con fecha 31 de enero de 2011 se me practicó una resonancia magnética a los veinticinco días de haber terminado con el ciclo del tratamiento quimioterapéutico y la radioterapia. El informe emitido sobre el resultado de la resonancia magnética dice: “Con respecto al estudio de septiembre de 2010 llama la atención una excelente respuesta al tratamiento, ya que ha disminuido significativamente la lesión del recto medio que ha quedado reducido a un ligero engrosamiento de aspecto fibroso de las paredes del recto a nivel de la reflexión peritoneal”.

Como resultado de este informe, la doctora Nuria Cárdenas Quesada me prescribe la continuación del mismo tratamiento con capecitabina y la misma dosis durante el mismo espacio de tiempo, pero sin radioterapia.

Nuevas pruebas dan como resultado un informe médico entregado a la oncóloga el 20 de mayo de 2011. Estos informes son tres: resonancia magnética, colonoscopia y diagnóstico anatomopatológico, que muestran lo siguiente:

RESONANCIA MAGNÉTICA. Hallazgo:

_En la exploración realizada no se aprecia un engrosamiento mural rectal significativo que sugiera de forma concluyente la existencia de una neoplasia. Por lo tanto, se sigue manteniendo el diagnóstico previo de aparente remisión completa de la enfermedad tumoral macroscópica. Tampoco se aprecian adenopatías meso ni extrameso rectales.

COLONOSCOPIA

Estenosis leve cicatricial de recto. No se aprecian otros hallazgos.

DIAGNÓSTICO ANATOMOPATOLÓGICO. Recto (biopsia):

Inflamación crónica inespecífica y fibrosis, compatible con cambios cicatriciales.

A la vista de estos informes sobre el resultado final y definitivo, la situación me obliga a entregarme a una profunda y detenida concentración. Pero una concentración salpicada de múltiples ideas y conjeturas, que, como es lógico, van centradas todas ellas en una misma dirección y hacia un mismo objetivo: demostrar cuál es el verdadero punto inicial o primera fase de arranque que se produce para la formación de cualquier proceso tumoral. Todos mis pensamientos me han conducido hacia el mismo punto causal, que ya conocemos: la hiperexcitabilidad de la membrana celular. Si ésta se produce y persiste de forma continuada, aparecen fuertes oscilaciones eléctricas que son precisamente las que arrancan los electrones de la membrana celular y de la mielina que envuelve al axón, y no las intensidades eléctricas, como en un principio se creía.

Ante este hecho real y suficientemente demostrado, me decidí a intentar frenar dichos impulsos nerviosos (eléctricos). Parece ser que lo he conseguido.

Al faltarles su principal aliado (la electricidad), las células malignas no pueden ejecutar sus habituales acciones bioquímicas. Como también se frena su avance por otro “frente”, dichas células mueren irremisiblemente. Este frente encargado de contener el avance de las células malignas lo constituye la acción conjunta entre la quimioterapia y la radioterapia, es decir, frenan el avance del “enemigo”. Pero simultáneamente se ha atacado a su “puesto de mando” (la causa) con el procedimiento que se describe en el Episodio III. En esta lucha para intentar vencer la causa, me decidí a usar un producto al que considero lo suficientemente capaz para frenar y disminuir las intensidades y oscilaciones eléctricas originadas por la referida hiperexcitabilidad celular.

Agradezco se me disculpe por este breve pasaje jocoso que he descrito sobre la lucha para vencer a tan temible y horroroso enemigo. Mi carácter es así, y así me manifiesto, incluso en estas situaciones tan delicadas y serias. Creo no estar en un error si pienso que el buen humor nunca debe estar ausente, aunque se trate de situaciones muy tristes y penosas.

Y volviendo al cauce normal del tema, y para poder concluir, considero que con el resultado obtenido con el tratamiento de mi enfermedad hemos conseguido dar con la causa. Y al desaparecer la causa principal (la hiperexcitabilidad de la membrana) desaparecen todos los efectos que de ella se derivan. Y entre los efectos, el principal, como es lógico, lo constituyen las células malignas.

Finalmente, y como colofón, he creído oportuno y necesario hacer un breve esbozo sobre la gran importancia que tiene la inclusión del electroimán para complementar el tratamiento de la neoplasia de recto en fase ya avanzada que he padecido.

El electroimán que me he aplicado consiste en una bobina de hilo conductor con núcleo de hierro dulce o de acero que se imanta cuando la corriente lo recorre, comportándose como un imán.

La corriente eléctrica que fluye a través de los nervios lleva consigo el 50% de magnetismo. Esta corriente magnética se desplaza hasta la superficie del cuerpo, y es la que contacta con el mismo imán que yo me he aplicado tanto en la fosa ilíaca izquierda como en la derecha. He de resaltar que cuando llevaba varias horas aplicando el imán, notaba una especie de rechazo que me inducía a retirarlo. Esto me hace pensar que el imán ha hecho efecto y que había que retirar el imán. Y así lo hacía.

Como se sabe, el campo magnético forma parte de las ondas electromagnéticas. La acción de un campo magnético consiste en variar la dirección de la velocidad de las partículas, manteniéndose constante su módulo (1).

Pero en nuestro organismo, el electroimán ejerce también una importantísima función: frenar el impulso nervioso (eléctrico), y con ello se consigue disminuir ostensiblemente la intensidad eléctrica, es decir, que se destruye la causa que ha provocado inicialmente el proceso tumoral.

Así tenemos que, por una parte, la quimioterapia y la radioterapia han frenado el avance de las células malignas (efectos); y, por otra, el régimen alimentario, el calcio + vitamina D, magnesio, 2 litros de agua (escasa de Na+) como mínimo y, sobre todo, el imán, han eliminado el factor causante del cáncer: la hiperexcitabilidad de la membrana celular y la excitación de las espinas dendríticas, que son los puntos más excitables de la neurona.

Pero sigamos con el campo magnético.

El campo magnético está generado por las cargas en movimiento y en consecuencia por la corriente eléctrica (1). Vuelvo a insistir: los imanes son materiales que producen campos magnéticos debido a las corrientes microscópicas de sus electrones y a los espines de sus partículas, tanto electrones como núcleos (1). Cada espín genera un campo magnético, al igual que lo haría una corriente microscópica (1).

Las corrientes eléctricas involucradas en los potenciales de acción generan (junto con las diferencias de potencial) campos magnéticos que se propagan hasta la superficie del cuerpo y pueden ser detectados (1). Ante esta situación, el imán que me he aplicado ha ejercido una labor claramente reparadora sobre dicha patología electrobioquímica de la región rectal en mi caso personal.

Las ondas electromagnéticas procedentes de la inervación rectal se dirigen a la superficie del cuerpo y al contactar con el imán, éste se imanta ejerciendo la función electromagnética. El electroimán (imán) colocado en ambas fosas ilíacas ha frenado los impulsos nerviosos; por tanto, disminuye ostensiblemente la intensidad eléctrica y sus aceleraciones. Las células malignas, como se sabe, mueren al faltarles la electricidad.

Yo me he aplicado el electroimán el mayor tiempo que me ha sido posible, tanto de día como de noche. El resto del tratamiento ya lo conocemos.

Como decimos, el campo magnético está generado por las cargas eléctricas en movimiento, es decir, por la corriente eléctrica. Y el magnetismo procedente de nuestra electricidad es el que contacta con el imán que yo me he aplicado. Su resultado ya lo hemos visto. Yo me he curado totalmente del cáncer en menos de 25 días, que fueron los días a los que me sometí al tratamiento con quimioterapia y radioterapia de forma simultánea.

Ante este hecho clínico, perfectamente cabe preguntarse lo siguiente:

¿Me hubiera curado en tan poco espacio de tiempo sin la aplicación del imán? Creo que no.


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