Breves consideraciones sobre algunos fenomenos medico-misticos
Autor: Dr. Guillermo Murillo-Godínez | Publicado:  29/05/2012 | Otras Especialidades , Articulos | |
Breves consideraciones sobre algunos fenomenos medico-misticos .1

Breves consideraciones sobre algunos fenómenos médico-místicos

Guillermo Murillo-Godínez
Medicina Interna

Introducción

Existen varios fenómenos médico-místicos también llamados fenómenos sobrenaturales o fenómenos divinos los cuales, a pesar de su evidencia incuestionable, han merecido poca o nula atención por parte de los investigadores médicos. Entre tales fenómenos se encuentran los siguientes:

- De orden cognoscitivo, las visiones: visiones externas o apariciones, visiones imaginativas o sueños proféticos y visiones intelectuales; las locuciones, las revelaciones, conocimiento del interior de otro, la hierognosis (conocimiento de lo sagrado), y la ciencia infusa universal.

- De orden corporal, la estigmatización religiosa, el sudor de sangre (hematidrosis), las lágrimas de sangre (hemolacrimia), el ayuno absoluto y prolongado sin repercusiones adversas (inedia), la vigilia o privación prolongada del sueño, la agilidad, la bilocación, las levitaciones (éxtasis ascensional, vuelo extático y marcha estática), la sutileza, los esplendores, la osmogénesis o clariesencia (percepción injustificada de olores), la invisibilidad, la incorruptibilidad, la incombustibilidad, el discernimiento de espíritus, la telestesia (percepción extrasensorial de objetos o situaciones) religiosa, el profetismo.

- De orden afectivo, éxtasis místico, incendios de amor (1).

Las ciencias médicas, pueden constituir una valiosa herramienta, aportando la parte que les corresponde, en algunos casos de éstos fenómenos (2,3,4,5,6,7,8,9,10,26). Sin embargo, sobre los fenómenos de la inedia y el de la incorruptibilidad, no parece haber alguna publicación médica al respecto, ni tampoco parece haber alguna propuesta teórica científica sobre su fisiopatología.

A continuación se hará un breve análisis de algunos de estos fenómenos, tales como: la hematidrosis, la estigmatización, la inedia, y la incorruptibilidad. Sería prudente que hubiera mayor interés por parte de la medicina científica para éste tipo de hechos, aunque, seguramente, se vieran cuestionados los investigadores en sus creencias religiosas personales.

Hematidrosis

«En medio de la angustia, Él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo»
Lc 22,44

La hematidrosis en general, se ha clasificado por sus causas en: como un componente de enfermedad sistémica, menstruación vicariante (cuando se presenta sangrado no uterino concordante con el ciclo menstrual), por ejercicio excesivo, psicogénica (púrpura psicógena o sensibilización autoeritrocítica o síndrome de Gardner-Diamond *), y de causa desconocida (mística?) (30).

(*) Gardner FM, Diamond LK. Auto-erythrocyte sensitization. A form of purpura producing painful bruising following autosensitization to red blood cells in certain women. Blood 1955;10:675-690

El sudor de sangre (hemodiapédesis o efidrosis cruenta [30]) es un fenómeno que lo presentó Jesucristo, de forma no milagrosa, producto del máximo estrés durante la oración en Getsemaní, por el conocimiento sobrenatural de su próxima Pasión. Según el médico Frederick Zugibe (ex jefe examinador médico del Condado de Rockland, Nueva York), «ha habido muchos casos»; aunque, la mayoría de autores opina, que es un fenómeno raro (29,30,32). Un caso concreto de hematidrosis ocurrida hace varios siglos, sería el de Passidée Crogi, de Sena (1564-1615). Se ha tratado de explicar racionalmente éste fenómeno por medio de la hemofilia; sin embargo, en dichos casos, no hay sangrado por la piel intacta (13). La hematidrosis debe ser diferenciada de la cromhidrosis roja (3). La etiología precisa de la hematidrosis, no se conoce, aunque, la asociación del fenómeno con estrés, ha dado pie para el uso terapéutico de betabloqueadores (31,32) y de benzodiazepinas, con buenos resultados (33). El sustrato histológico de este proceso, no se ha podido determinar con precisión uniforme, en los pocos casos en que se han realizado biopsias cutáneas (33,36), en un caso en particular (33), dados los hallazgos histopatológicos, los autores proponen el nombre de hematofoliculohidrosis; otros en cambio, han encontrado vasculitis (36).

Un caso relacionado con la hematidrosis, es el de las lágrimas de sangre (hemolacrimia) (15), como las que presentaba Teresa Neumann (14,15); se ha propuesto la sensibilización autoeritrocítica como causa de la hemolacrimia (17). Cabe señalar que también, se ha documentado hemolacrimia en estatuas religiosas (25,26), para lo cual, se han argüido explicaciones racionalistas (19) y se han encontrado casos falsos (25), llegando estos últimos hasta toparse con casas que chorrean sangre (35).

Estigmatización

«Las ulceraciones persistentes de la piel, no son raras en los trastornos del sistema nervioso, como lo demuestran los estigmas de San Francisco de Asís y las úlceras de Luisa de Lateau»
Jean-Martin Charcot (1825-1893)

La guerisón par la foi

La palabra estigma proviene del latín stigma y significa picadura, marca o señal. Las marcas o incisiones que los paganos se hacían en su cuerpo en honor de alguna divinidad, constituían una acción prohibida al pueblo hebreo. Uno de los preceptos del Levítico dice textualmente «Ni sajaréis vuestra carne por causa de un muerto ni haréis algunas figuras o estigma sobre vosotros» (XIX, 28). Tolomeo Filopator mandó imprimir una hoja de hiedra, planta consagrada a Baco, sobre los judíos que habían dejado su religión para aceptar el paganismo, y a esta costumbre alude Juan en el Apocalipsis, cuando dice que la bestia ha impreso su carácter en la mano derecha y sobre la frente de aquellos que son suyos, y que no permite vender o comprar sino sólo a aquellos que llevan la marca de la bestia o su nombre. Procopio de Gaza hace notar que era una antigua costumbre de los cristianos hacerse en los brazos estigmas que representaban la Cruz o el monograma de Cristo, para diferenciarse así de los paganos y de los ceftos de Egipto. Se dice también que imprimían con un hierro candente la señal de la Cruz en la frente de los niños para impedir a los mahometanos los robasen para hacerlos esclavos (24). En la Edad Media, se denominaban con la palabra estigma, las marcas a fuego que se aplicaban en las manos y en la frente de los traidores, malhechores y esclavos (2,16).

La Teología trata de los estigmas no naturales, y distingue los diabólicos o estigmas mágicos (proeter naturalia) y los milagrosos (supra naturalia); los primeros, se atribuyen a un pacto con el demonio, del que son señales evidentes las marcas por él mismo impresas; los sitios en donde se decía se podían hallar dichos estigmas, eran: los ojos, el pecho, la espalda, la planta de los pies, etc., y la forma de los mismos, era variable: una araña, un sapo, una salamandra, un lagarto, una liebre, un gato negro, o el casco de un caballo; a veces se decía que el estigma consistía en una excrecencia de carne, como una lenteja o un guisante; para explicar que el estigma impreso por el diablo no podía ser borrado (según dice Eberlé), se admitía que la parte del cuerpo en donde se hallaba estaba muerta y desecada, y se sostenía que el diablo no tenía poder para reanimar lo que estaba muerto (aunque lo anterior, se ponía en contradicción con la ley fisiológica, ya entonces conocida, según la cual, ninguna parte muerta puede subsistir en un organismo vivo). Según los teólogos, los estigmas milagrosos deben su origen a la acción inmediata de Dios, ya para servir de castigo, ya como gracia; ejemplo de lo primero, fue la señal que el Señor impuso a Caín (Gén. IV,15) (24). La estigmatización religiosa, es un fenómeno no exclusivo de los católicos, y el creyente presenta heridas en los sitios en donde las sufrió el personaje de su veneración (2), aunque, también pueden ser sólo subjetivos (o en órganos internos). Ha habido estigmatizados católicos (más de 400 casos, hasta 1973; la mayoría mujeres); repartidos entre Bélgica, Brasil, Alemania, Inglaterra y Norteamérica (3,28), protestantes (Como los casos de Helena Stewart (21) y de Cloretta Robertson, bautista (28)), y no cristianos (musulmanes) (2); de los estigmatizados católicos, más de 60 han sido declarados santos.

En el catolicismo, se considera como el primer estigmatizado a Francisco de Asís (1182-1226), el cual experimentó éste fenómeno el 14 de septiembre de 1222 (12); previamente, Saulo (Pablo), de Tarso, en Gálatas 6,17, había ya escrito «…yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús…» (17,24); sin embargo, se considera que aquí se refiere el escritor a las señales de los castigos que sufrió por predicar el Evangelio (24).

Se ha tratado de dar una explicación racional al fenómeno arguyendo varias ideas: unos, como Tholuch y de Steffen, los consideran como consecuencias naturales de la supresión del flujo menstrual, cuya opinión resulta peregrina aplicada a los hombres (*); otros afirman que los extáticos, perdiendo la conciencia de sí mismos, hacen nacer sus estigmas, rascándose, y sangrando en los sitios donde aparecieron las llagas; siguiendo a Petrarca y a Pomponacio, algunos los creen producidos por la fuerza de la imaginación; Möehler, los explica como efecto de la electricidad producida en los místicos (24); otras explicaciones que se han argüido son: el histerismo (23), el autografismo o dermografismo, la urticaria transitoria o evanida (según William), la urticaria ficticia (según Gull) y la púrpura psicógena (15,18).


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