Proyecto de vida adulto. Una aproximacion desde la perspectiva de genero
Autor: Lic. Maryelis Cuenca | Publicado:  7/06/2012 | Psicologia , Otras Especialidades , Medicina Preventiva y Salud Publica , Articulos | |
Proyecto de vida adulto. Una aproximacion desde la perspectiva de genero .3

Para enmarcar los aspectos específicos del proyecto de vida basados en la perspectiva de género, y según el planteamiento teórico inicial, se sabe que los proyectos de vida pueden tipificarse y colindar unos con otros, asumiendo que corresponden a las expectativas del mismo ser humano en diferentes áreas y/o roles. En este sentido, el interés aquí lleva a abordar los proyectos de vida de laboral, de pareja y familiar, como previamente se mencionó la separación es teórica y didáctica, ya que en la práctica la presencia de uno no excluye al otro, más bien se solapan, y esta característica, es la generadora del conflicto individual ante la asunción de los roles.

El proyecto vital de las mujeres suele ser amplio y complejo; sus expectativas no sólo se refieren a los estudios y la consecución de un empleo, sino que también entra dentro de sus aspiraciones el desarrollar otros aspectos de la experiencia vital. Por esta razón, es muy habitual que se produzca lo que se denomina “sobrecarga de roles”. La mujer asume sus responsabilidades en el terreno laboral al tiempo que mantiene las relativas al rol de madre, esposa y ama de casa. Lógicamente esto se traduce en un conflicto entre las demandas de ambos roles vitales que acaba sobrecargando a la mujer y teniendo consecuencias negativas en su desarrollo profesional. Así, en la medida en que la mujer se propone conquistar su lugar en el mundo productivo, se enfrenta no sólo a los estereotipos que la asocian al mundo reproductivo, sino también a su deseo por seguir tomando parte activa en éste. Por esta razón, se entiende que el conflicto entre los roles de trabajadora y cuidadora del hogar merece especial atención dentro de la revisión de las limitaciones profesionales que experimentan las mujeres. (Padilla, 2001).

En la contrapartida masculina, Velásquez (2004), en un estudio sobre la paternidad masculina señala que no se podría sostener el supuesto acerca de que, los varones no se involucran en la crianza porque biológicamente eso corresponde y ha correspondido a las mujeres, donde en muchos casos la construcción sociocultural del ser mujer se adjudica al ser madre, y muchos de los proyectos de vida se construyen en base a esta normativa. A diferencia de las mujeres, a los varones se les construye y socializa bajo una visión totalmente diferente e incluso opuesta, ellos podrían formarse para ser buenos trabajadores, buenos profesionistas, para lograr el mejor desempeño en el mundo público, dejando la paternidad como algo más secundario, o sobre lo que se pensará cuando suceda.

De los resultados y conclusiones de su investigación, Velásquez (2004), resalta que si bien la paternidad forma parte del proceso de transición y madurez hacia la adultez como parte de la identidad en los varones, también la paternidad se incorpora en su subjetividad como parte del proyecto de vida que le dará sentido y significado a las actividades que llevan a cabo. A diferencia de lo que la literatura ha dicho respecto a los varones señalando que generalmente no contemplan el deseo de tener hijos y participar cercanamente en su proceso de crianza y desarrollo, por el contrario, encontró que la mayoría le otorga un lugar importante y significativo en su proyecto de vida.

Parece importante, destacar que las diferencias en cuanto a la satisfacción vital del proyecto de vida, además de factores de género, se encuentra ligado a estratos socioeconómicos, donde es posible encontrar diferencias, en el caso de las mujeres asociadas a la posibilidad de abandonar la parte profesional por la familiar, y en el caso de los hombres de estar más inmersos en las labores domésticas.

En este sentido, Sarrible, (1990, c.p. Padilla, 2001), reconoce que la vivencia del conflicto de roles y la forma de resolverlo dentro del hogar es una cuestión que depende de la categoría socioprofesional. Desde esta perspectiva, el conflicto de roles será experimentado de forma diferente por la mujer obrera, la que tiene una capacitación de nivel medio y la profesional liberal. El primero de estos grupos, la mujer obrera, puede tener una disyuntiva entre trabajar y tener hijos; no por su condición o nivel de instrucción, sino por razones económicas: al faltar ella en el hogar, su sustitución implica un coste económico que tiene que sufragar su salario. Dadas las condiciones de trabajo de las personas con bajo nivel de capacitación, la mayor parte de las veces no compensa salir a trabajar fuera, con lo cual su elección no es libre y propia de su proyecto vital, sino que depende de las estructuras económicas y las condiciones laborales. Estas mujeres estarían más dispuestas a retirarse del empleo o trabajar un menor número de horas.

Por su parte, las mujeres con empleos que requieren una capacitación media pueden gozar de más oportunidades para permanecer en sus empleos. En estos casos, el salario femenino es necesario para mantener el status y nivel de vida de la familia. Por último, las profesionales con alto nivel de capacitación parten de una situación diferente. Para empezar, su formación les lleva a retrasar el casamiento y la llegada del primer hijo/a. Además, el coste de su sustitución en el hogar les resulta económicamente más asequible, al tiempo que emocionalmente están más preparadas para ello, ya que forma parte de su estilo de vida el tener ayuda en casa. (Carrasco y Rodríguez, 1999, c.p. Padilla, 2001).

Desde este punto de vista, abandonar un trabajo para ser madre, puede ser una decisión que las mujeres obreras están más fácilmente dispuestas a aceptar. Pero para las mujeres que ocupan puestos intermedios o superiores, existen “otras razones para trabajar y unos proyectos de vida y familia explícitos, que difícilmente cambiarán una simple propuesta económica” (Sarrible, 1990:9, c.p. Padilla, 2001).

Contrario a lo que se pudiese pensar desde los estereotipos sociales, en los que el planeamiento de los hijos y la familia dentro del proyecto de vida, pareciera ser un aspecto importante sólo para las mujeres, las conclusiones de la investigación realizada por Velásquez (2004) en un grupo de adultos varones mexicanos permite ver en los discursos y vivencia de los entrevistados que cuando se integra en la subjetividad el deseo, la planeación y decisión de los hijos o hijas como parte del proyecto de vida, ésta se vive como algo extraordinario que llega a cambiar la vida de algunos varones, donde replantean y re-significan la propia vida a partir del intercambio relacional con la pareja y lo que van descubriendo y aprendiendo con los hijos e hijas.

Sharim (2005), también concluye referentes de género que dan idea de conflicto en cuanto a la cristalización del proyecto de vida, esta autora destaca este aspecto a partir de masculinidades y feminidades. De ésta investigación se destacarán las conclusiones asociadas a la vida de pareja. Las mujeres entrevistadas tendieron a organizar la narración de su historia en torno a la trayectoria de pareja, y en función de ella, dieron cuenta de otros ámbitos de su vida. En sus relatos, de este modo, es posible conocer los detalles de la historia de su pareja; la experiencia actual e incluso aspectos personales de su marido. A diferencia de los hombres, que organizan sus historias en torno a sus recorridos profesionales, laborales o políticos. Sólo cuando ese contexto está instalado en la narración, incluyen la pareja en la historia.

Así también, a las mujeres, la vida en pareja, les permite experimentar la maternidad de una forma más alivianada y les proporciona un marco de certezas desde el cual vivir la relación de pareja, tanto en su dimensión cotidiana como en aquélla más idealizada, asociada al amor romántico. Del mismo modo, los hombres apelan a este modelo tradicional de la feminidad, valorando el espacio para la crianza de los hijos y como lugar de referencia afectiva que permite la estabilidad.

Desde el punto de vista de los hombres, la pareja adquiere un papel importante en el proyecto de vida, llega a determinar la manera en la cual ellos van asumiendo el compromiso y participación en el proceso reproductivo y la crianza con los hijos e hijas. La autoridad sigue jugando un papel central en la subjetividad e identidad de muchos varones, aunque se notan algunos cambios donde se plantean relaciones más igualitarias, cercanas y afectivas con los hijos e hijas encontrando la posibilidad de disfrutar la experiencia de la paternidad. Es en el ámbito familiar donde más se podrían afirmar, pero a la vez cuestionar las bases y estereotipos de la identidad en los varones y una posibilidad es en el ejercicio de la paternidad.

Consideraciones Finales

Algunas conclusiones finales sobre el tema apuntan que lo medular de los conflictos de la identidad de género y por consiguiente que pudiesen generar dificultades con la percepción y construcción del proyecto de vida, parece referirse a la relación entre la permanencia y la integración de lo nuevo. En este orden de ideas, Camilleri (1991, c.p. Sharim, 2005), afirma que el sentimiento de constancia de la identidad no implica adherir a un contenido fijo, sino que el desafío es que la integración de nuevos elementos no impida el sentimiento de coherencia. Si bien el autor está describiendo aquí características generales para los procesos de identidad, parece totalmente válido para la dimensión de género de la identidad.

La coexistencia de referentes de género que se observa, no aparece en una relación de integración fluida. Los nuevos modelos de género son connotados positivamente, pero también con incertidumbre. Lo emergente en el género se presenta como un discurso validado socialmente en términos generales, pero no se asocia a una práctica específica establecida, sino a una idea general de flexibilización. (Sharim, 2005).

Los cambios apuntados en materia de proyecto de vida y género tienen también incidencia en las formas de emancipación familiar y las pautas de consumo de ocio y cultural. Los escenarios de transición están cambiando a pesar que persisten desigualdades, subordinaciones y discriminaciones hacia las mujeres adultas jóvenes, fruto de siglos de patriarcado. (García y Merino, 2006).

A la luz de las investigaciones cuyos resultados se han mencionado aquí, entendemos que plantear que las mujeres y los hombres gozan hoy día de plena igualdad en el terreno profesional es una opinión que resulta sesgada y poco adecuada. Sin embargo, sí cabe tener una perspectiva algo más optimista, en tanto que cada vez es mayor el número de investigaciones que empiezan a adoptar una perspectiva crítica ante este tema. (Padilla, 2001).


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