Desarrollo de la inteligencia emocional en la infancia. Un nuevo enfoque para la prevencion del tabaquismo
Autor: Dra. Gisela de la Caridad Sardiñas López | Publicado:  22/06/2012 | Psicologia , Pediatria y Neonatologia , Articulos | |
Desarrollo inteligencia emocional infancia. Un nuevo enfoque prevencion del tabaquismo .3

La escucha es el instrumento fundamental y que más debería abundar en el encuentro con otra persona. Ya Zenón de Elea, hace veinticinco siglos, afirmaba que “nos han sido dadas dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos”. En cierto modo, escuchar supone controlar nuestro impulso de hablar, intervenir y apuntar, para hacer silencio ante el otro. No se trata sólo de estar callado sino de hacer silencio interior, en cierto modo consiste en vaciarnos de nuestros monólogos internos, de nuestro querer o tener que decir algo para así dejar sitio, hacer espacio donde el otro pueda penetrar a través de la comunicación.. (7, 8,9)

Desde el primer año de vida, el modo en que la madre reacciona cuando el niño sonríe o llora constituye todo un ejemplo de acompañamiento emocional, de respuesta a las emociones del otro en ambos sentidos. Este vínculo que se forja ya desde tan pequeños proporciona también el vehículo más sencillo a través del cual los padres enseñan a sus hijos cómo relacionarse, comprender y conectar con las emociones de otra persona y encauzar los propios sentimientos, lecciones fundamentales que marcarán su futuro.

La sensación de seguridad de verse comprendido en estos primeros momentos de nuestra vida es ya un primer paso para más adelante encarar sucesivos encuentros con compañeros, amigos y parejas. A medida que pasan los años, el modo en que el niño afronta una situación de crisis, por ejemplo una pelea en el colegio, va a ser reflejo en buena medida del modo en que la familia afronta las crisis. Si ese entorno es sano emocionalmente, el niño se sentirá protegido aún en medio de los acontecimientos más desfavorables, aumentando y haciendo valer su capacidad de afrontar y sobreponerse a acontecimientos desfavorables.. Esto no quiere decir que vivamos en un permanente estado de mansedumbre y tranquilidad sino que el entorno sea lo suficientemente flexible como para poder recuperarse de una situación difícil con cierta rapidez y con las menores consecuencias posibles.

Entre las razones que conspiran contra el propósito de aprender a vivir, se encuentran: la utilización constante de comportamientos ineficaces para una adaptación creativa; el autoengaño en sus diversas formas de presentación como la justificación de las conductas desadaptativas; la complacencia por lo logrado, teniendo metas acuciantes por cumplir; la magnificación de problemas que no son tales y minimizar los recursos propios, por sólo citar algunos ejemplos.

Vivir en la inmediatez, como algunos individuos que no son capaces de posponer las gratificaciones para poder alcanzar otros objetivos más importantes a mediano o largo plazo —patrón de comportamiento muy identificado entre los dependientes del tabaco, las drogas, los fármacos u otras sustancias—, también conduce a una mala vida, así como la presencia de pensamientos suicidas, la tentativa de autoeliminación y el suicidio consumado.
Enseñar a vivir a otros constituye, sin lugar a dudas, un arduo y complejo proceso participativo, en el que el protagonismo fundamental le pertenece al sujeto que lo intenta y cuyos resultados afectarán, para bien o para mal, a él mismo y a sus familiares.

¿Qué relación existe entre la adicción al tabaquismo y la inteligencia emocional?
Es evidente que los fumadores perciben beneficios del hecho de fumar, de lo contrario no pagarían por ello. Los beneficios percibidos incluyen el placer y la satisfacción, la potenciación de la autoimagen, el control del estrés y, en el caso del fumador adicto, la prevención de la abstinencia de nicotina. El costo privado que actúa como contrapeso de estos beneficios consiste en el dinero gastado en tabaco, el daño para la salud y la adicción a la nicotina. Definidos de esta forma, es evidente que los beneficios percibidos superan el costo percibido.
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De igual importancia es el hecho de que los jóvenes subestiman el riesgo de volverse adictos a la nicotina, lo que comporta una evidente infravaloración del costo futuro que les supondrá el hábito de fumar. Sabiendo que Incluso los adolescentes a los que se les ha explicado los riesgos del tabaco pueden tener una capacidad limitada para usar juiciosamente esa información. A la mayoría de ellos les resulta difícil imaginar que tendrán 25 años, y no digamos 55 años, por lo que es poco probable que las advertencias sobre el daño que el consumo de tabaco infligirá a su salud en fechas tan lejanas reduzca su deseo de fumar. La mayor parte de las sociedades reconocen los riesgos de tomar decisiones erróneas propias de la juventud, no solo en lo que se refiere al tabaco, por lo que muchas limitan su derecho a decidir, si bien estas restricciones varían de una cultura a otra. Por ejemplo, en casi todas las democracias, los jóvenes no pueden votar hasta haber alcanzado una edad determinada; algunas sociedades establecen la educación obligatoria hasta determinada edad y en otras muchas se impide el matrimonio antes de cierta edad. El consenso de la mayoría de las sociedades es que es preferible que ciertas decisiones se tomen solo al llegar a la edad adulta.

Podría argumentarse que a los jóvenes les atraen muchas conductas de riesgo, como conducir a velocidad excesiva o beber grandes cantidades de alcohol, y que el hábito de fumar no tiene nada de especial a este respecto. Sin embargo, sí existen algunas diferencias. En primer lugar, en la mayor parte del mundo, la

Regulación del consumo de tabaco es mucho más laxa que la de otras conductas de riesgo. En general existen penalizaciones para las personas que conducen a velocidad excesiva, con multas cuantiosas e incluso anulación del permiso de conducir, y también están penadas otras conductas peligrosas asociadas al consumo de alcohol, como conducir bajo sus efectos. En segundo lugar, considerando la totalidad de la vida de la persona, el hábito de fumar es mucho más peligroso que muchas otras conductas de riesgo. Las extrapolaciones basadas en los datos procedentes de los países de ingreso alto indican que de cada 1.000 varones de 15 años que viven actualmente en los países de ingreso medio y bajo, 125 morirán a edades maduras a causa del tabaco si continúan fumando regularmente y que otros 125 morirán por la misma causa a edades avanzadas. En comparación, aproximadamente 10 morirán a edades maduras debido a accidentes de tráfico, 10 morirán a edades maduras por causas violentas y 30 lo harán a edades maduras por motivos relacionados con el alcohol, incluyendo algunos accidentes de tráfico y muertes violentas. En tercer lugar, son pocas las conductas de riesgo que entrañan un peligro tan elevado de adicción como el del consumo de tabaco, de manera que la mayoría son más fáciles de abandonar y, de hecho, se abandonan durante la madurez. (9, 10,11,12,13)

Los factores que convierten a una persona en un adicto son de tipo personal y social, así como propios de la sustancia u objeto de la adicción, Podemos encontrar la utilidad de la inteligencia emocional en el campo de la prevención de las adicciones. Por una parte, porque promover el manejo de las emociones incómodas o molestas y su reconducción hacia conductas más deseadas por el sujeto, puede suponer un cambio radical en el estilo de afrontamiento de las situaciones difíciles, evitando la alternativa rápida y comprometida del consumo de sustancias o adicciones de cualquier tipo. Por otra, porque la introspección y autoconocimiento impulsados el desarrollo de la inteligencia emocional servirán a la persona para conocer mejor sus capacidades y dificultades. La persona que se conoce mejor, es más dueña de sí misma, más capaz de tomar decisiones responsables, más consciente también de la renuncia que supone el desarrollar conductas contrarias a las deseadas (por la coacción del grupo o la curiosidad). (1, 11,12,13).

Promover la inteligencia emocional desde edades tempranas es sin duda un factor protector frente a los problemas de adicción, si bien no es garantía de que éstos no vayan a suceder.

Cuando estamos hablando de un problema de adicción en un miembro de la familia, estamos señalando un problema que afecta a toda la familia, sin excepción. Los padres que son capaces, frente a tan difícil situación, de mantener ciertas dosis de manejo emocional, empatía y motivación tanto hacia el hijo afectado como hacia los demás miembros del grupo familiar pueden ayudar enormemente a la resolución del problema así como a la prevención de otros nuevos.
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Si alguien desea ser mejor de lo que es, señala Reig (1995), debe intervenir en aquellas situaciones que lo afectan, debe intentar solucionar el conflicto y no permanecer inamovible ante el vendaval como si nada pasara. Nadie le dirá como hacer las cosas, es necesario que cada uno de nosotros decida cómo resolver las situaciones difíciles o complejas.(13)

El trato emocionalmente fácil, será aquel que nos permita establecer con las personas involucradas con nuestro entorno, académico, social y personal, unas relaciones de respeto, afecto y cordialidad con el resto de los colegas.

El desarrollo del optimismo, la autoestima y la expectativa de éxito, están relacionados con las pautas de crianza y educación, evitando el proteccionismo y la crítica destructiva, favoreciendo la autonomía y los logros personales, utilizando el elogio y la pedagogía del éxito, complementado con la exigencia y la ayuda. El control de los impulsos, la capacidad de resistencia a la frustración y aplazamiento de la gratificación, parece ser una de las habilidades psicológicas más importantes y relevantes. También el control de los pensamientos negativos, se relaciona con el rendimiento a través de la economía de los recursos atencionales; preocuparse consume los recursos que necesitamos para afrontar con éxito los retos vitales y académicos. El estilo atributivo de los éxitos y fracasos, sus implicaciones emocionales y su relación con las expectativas de éxito es una teoría psicológica que contribuye enormemente a nuestra comprensión de los problemas de aprendizaje y a su solución.

Educar los sentimientos es algo importante, seguramente más que enseñar matemáticas o inglés. ¿Quién se ocupa de hacerlo? Es frustrante ver tantas vidas arruinadas por la problema silente de la pobreza ¨sentimental¨. La pregunta es ¿a qué modelo sentimental debemos aspirar? ¿Cómo encontrarlo, comprenderlo, y después educar y educarse en él? Es un asunto importante, cercano, estimulante y complejo. Siempre estamos a tiempo de reconducir cualquier situación. Ninguna, por terrible que fuera, determina un callejón sin salida. Pero no debe ignorarse que hay tropiezos que dejan huella, que suponen todo un trecho equivocado cuesta abajo que hay que desandar penosamente (14,15)

En este momento podemos reflexionar acerca de nuestros hijos, respondiéndonos a estas preguntas ¿Hasta qué punto SOY capaz de expresar sentimientos con palabras? Si le pregunto cómo se siente, ¿puede responderme con un término que describe un sentimiento o me explica qué le sucede? ¿Soy capaz de identificar una gama de sentimientos diferenciando sus matices propios? ¿Soy capaz de identificar los sentimientos de los demás?


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