Epicondilitis. Claves de la enfermedad y manejo
Autor: Enrique Ramón Arbués | Publicado:  11/07/2012 | Enfermeria , Traumatologia , Reumatologia , Articulos , Imagenes de Enfermeria , Imagenes de Reumatologia , Imagenes de Traumatologia , Imagenes | |
Epicondilitis. Claves de la enfermedad y manejo .2

La ecografía sirve para detectar una hipertrofia de los músculos epicondíleos y, en procesos crónicos, microcalcificaciones (18). 

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Figura 2. Radiografía de calcificación.

En todo caso, debe realizarse diagnóstico diferencial con las siguientes entidades (15):

 Radiculopatía C5-C6. Ya que en determinadas situaciones de irritación o atrapamiento cervical de la raíz nerviosa C5-C6 puede aparecer un dolor irradiado en la región epicondílea.

 Plica de la articulación radiohumeral. En estos casos, el paciente puede sentir un dolor distal al epicóndilo cuando realiza la flexión pasiva del codo con el antebrazo, tanto para los movimientos de pronación como de supinación.

 Síndrome de atrapamiento del nervio interóseo posterior (rama motora del nervio radial). Consiste en un atrapamiento de dicho nervio en la arcada de Fröhse del músculo supinador (arco fibroso en su origen), o entre éste y el músculo braquial anterior. El nervio interóseo posterior actúa sobre la extensión de la muñeca, los dedos y el pulgar. Este atrapamiento se caracteriza por aparición de dolor a la supinación y a la extensión resistida, pero sobre todo por la disminución de la fuerza de la muñeca y dedos.

TRATAMIENTO

El objetivo que debe fijarse al tratar una epicondilitis es reducir el dolor y prevenir la discapacidad mediante la instauración de la función. Este tratamiento debe ser, a priori, conservador, y basarse en la modificación de las actividades que perpetúan el proceso. En todo caso, y aunque de esta forma se obtienen buenos resultados hasta en el 90% de los afectados, la duración de la sintomatología suele ser prolongada (6-9 meses de promedio) (19).

En la fase aguda es fundamental tener en cuenta los siguientes aspectos:

 Identificar y evitar los movimientos que desencadenen dolor.
 Inmovilización. El reposo absoluto sólo es aconsejable en la fase más aguda de dolor, durante los primeros días. En este sentido resulta de especial interés el uso del vendaje funcional o la banda para epicondilitis (figura 3). 

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Figura 3. Banda para epicondilitis.

 Crioterapia. A pesar de no haber estudios bien diseñados en la aplicación de frío en la epicondilitis, se suele pautar de manera habitual, especialmente antes y después de la realización de los ejercicios (15).

En función del tiempo de evolución de la clínica y las características individuales de cada paciente, se optará por las diferentes opciones terapéuticas que a continuación se detallan:

Tratamiento farmacológico

AINES (Antiinflamatorios no esteroideos)

Pese a que en un metaanálisis (20) no se observaron resultados positivos acerca del uso de Diclofenaco en pacientes con epicondilitis, la evidencia más actual parece defender la utilidad de los AINES vía oral en el tratamiento del dolor asociado a este proceso (14,21,22). No obstante, la presencia de posibles efectos secundarios (gastritis, úlcera péptica, etc.) hace difícil su recomendación prolongada.

Para evitar estos efectos puede trabajarse con AINES administrados tópicamente cuyos resultados, aun siendo positivos, son netamente inferiores en relación a su administración oral o parenteral.

Infiltraciones de corticoides

La respuesta a las infiltraciones locales con corticoides ha demostrado ser superior al placebo a corto plazo (23,24,25). Sin embargo, a largo plazo no parece haber diferencias con otros tratamientos como los AINE, la fisioterapia o, incluso, no adoptar ninguna medida terapéutica (26,27,28).

En la práctica habitual se suele realizar un máximo de 3 infiltraciones sobre una misma localización en un año. La infiltración debe realizarse en la zona de máximo dolor a la presión, alrededor del epicóndilo, con un ángulo de incidencia entre 45º y 60º y con distribución en abanico.

Toxina botulínica

La toxina botulínica tipo A es una neurotoxina que produce un bloqueo neuromuscular colinérgico muy específico, inhibiendo la liberación de acetilcolina en la hendidura sináptica.

Las propiedades de este compuesto han sido recientemente descritas para el tratamiento de procesos dolorosos, como el dolor lumbar, el síndrome miofascial o la epicondilitis lateral. Sin embargo, y pese a que los resultados de los primeros ensayos con toxina botulínica en pacientes con epicondilitis son esperanzadores, parece necesaria una mayor investigación sobre este procedimiento terapéutico (29,30,31,32,33,34).

Tratamiento esclerosante eco-guiado

Existe poca experiencia, limitada a pilotajes, acerca de la utilidad de este tratamiento que intenta a través de agentes esclerosantes (polidocanol) acabar con el binomio neovascularización-dolor (35).

Tratamiento fisioterápico

Láser

Los resultados acerca de la eficacia de la aplicación de láser a baja frecuencia son contradictorios. Algunos autores concluyen que este tratamiento no es efectivo para la epicondilitis (36), por el contrario, otros sí han observado una mejoría de los síntomas (37,38,39).


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