Factores de Riesgo Cardiovascular. Tabaquismo
Autor: Marta Villa Lopez | Publicado:  27/01/2007 | Cursos de Medicina , Cardiologia | |
Factores de Riesgo Cardiovascular. Tabaquismo 3


El consumo de tabaco  cumple estos requisitos.  Además, como muchas otras sustancias adictivas, la nicotina va asociada al ansia recurrente, al desarrollo de tolerancia y a la presencia de síntomas de supresión con la abstinencia.  Aunque resulta difícil comparar las diferentes sustancias, nicotina, cocaína y heroína tienen tasas de recidiva que rondan el 75% durante los primeros 6 meses de abstinencia.

           

El consumo de nicotina es compatible con un elevado nivel de funcionamiento. A diferencia de otras muchas drogas de dependencia, cuyo uso es episódico, el consumo de cigarrillos a diario es la norma.

           

Los efectos directos de la nicotina se producen con la inhalación del humo de los cigarrillos.  Se suelen percibir como positivos e incluyen placer, alerta, mejora del rendimiento en las tareas repetitivas, alivio de la ansiedad, disminución del hambre y relajación muscular.  Además, la nicotina eleva el metabolismo basal y la frecuencia cardíaca.

                       

Después de la abstinencia de la nicotina se producen efectos de supresión que alcanzan su pico durante los primeros 2 días de abstinencia, e incluyen irritabilidad, impaciencia, cólera, nerviosismo, hambre, aumento de peso, ansiedad, trastornos del sueño, ansia por los cigarrillos, dispepsia, dificultad para concentrarse y deterioro del rendimiento.  Estos síntomas descienden progresivamente durante las primeras 2 semanas después del abandono.  Al cabo de 1 mes, continúan la dificultad para concentrarse, el hambre y el aumento de peso, aunque las puntuaciones netas del malestar al cabo de 1 mes no son muy diferentes a las previas al abandono del consumo.  Al cabo de los 6 meses, sólo el aumento de peso y el hambre permanecen elevados por encima de los niveles previos al abandono del consumo.  En algunos fumadores, el abandono del consumo puede desencadenar síntomas de depresión.  La intensidad de estos síntomas de supresión induce la reanudación del consumo de cigarrillos después de una corta abstinencia.  Sin embargo, lo más probable es que las recaídas durante el primer mes estén mediadas por factores sociales y psicológicos.

El consumo de nicotina desarrolla tolerancia, de forma que cada vez son necesarios niveles más altos de nicotina para conseguir los mismos efectos positivos directos.  La tolerancia está mediada por la desensibilización de los receptores nicotínicos de acetilcolina, tanto aguda como crónica.  Se desarrolla un ciclo de consumo diario en el cual los primeros cigarrillos del día producen placer, pero el desarrollo de tolerancia a lo largo del día hace que existan menos posibilidades de que los fumadores consigan efectos agradables y los últimos cigarrillos se fuman para evitar los síntomas de supresión.  La abstinencia durante el sueño permite que los niveles de nicotina disminuyan con inversión parcial de la tolerancia.

           

Más allá de la adicción a la nicotina, una compleja serie de factores sociales y psicológicos influyen también en el consumo de cigarrillos.  Los fumadores utilizan también los cigarrillos como método para enfrentarse al estrés, a la cólera, a la ansiedad o a la soledad.  Además, se puede utilizar la nicotina de los cigarrillos para regular el humor.  El consumo de cigarrillos tiene lugar en un complejo sistema social que desaconseja el hábito de fumar, pero al mismo tiempo apoya con fuerza el inicio y mantenimiento del consumo de tabaco a través de la influencia de familia y compañeros, de normas sociales y culturales relacionadas con la moda, los anuncios de cigarrillos y el acceso al tabaco relativamente barato.  Deberá tenerse en cuenta la compleja interacción de estas influencias con la adicción a la  nicotina en las estrategias para dejar el consumo de tabaco.  Estas otras fuerzas no se deben despreciar, ni siquiera ante un enfoque clínico de la adicción a la nicotina.

 

Ventajas del abandono del consumo de tabaco.

La mortalidad atribuible al consumo de tabaco supone más de 400.000 fallecimientos anuales en los Estados Unidos.  Anualmente, 180.000 muertes relacionadas con el tabaco se deben a enfermedades cardiovasculares, el 27% de toda la mortalidad cardiovascular en ese país.  Además, el tabaco contribuye a reducir la calidad de vida en aquellas personas que presentan patología relacionadas con el mismo.

                       

Por otro lado, el abandono del consumo de tabaco puede reducir de forma llamativa las probabilidades de que se produzcan estos acontecimientos adversos, especialmente de enfermedades cardiovasculares. Muchas de las alteraciones fisiopatológicas provocadas por el humo del cigarrillo son reversibles.  El abandono del consumo de tabaco tiene efectos beneficiosos, independientemente de la duración del hábito, de la edad del fumador o de la presencia de enfermedades relacionadas con el tabaco.  La magnitud de estos efectos beneficiosos puede motivar a los fumadores a considerar el abandono, debería llevar a los médicos a intervenir ante sus pacientes que fuman y es el origen de las numerosas y costosas campañas y medidas legislativas anti-tabaco que propician las autoridades.  Las ventajas de dejar de fumar aumentan con el tiempo: algunos efectos adversos del consumo de tabaco desaparecen rápidamente después de dejarlo, mientras que otros lo hacen de forma progresiva.

           

Los primeros efectos beneficiosos del abandono del consumo son los síntomas respiratorios asociados al consumo de tabaco, como la tos, la disnea y la producción de expectoración.  El alivio de estos síntomas tiene más posibilidades de motivar a los fumadores que las estadísticas sobre la reducción de la mortalidad.  Es posible que se produzca un aumento pasajero de la tos y la producción de secreciones bronquiales mientras se recuperan los mecanismos de limpieza respiratoria, pero enseguida descienden por debajo de los niveles basases.

           

Las tasas de mortalidad global de los antiguos fumadores descienden rápidamente después del abandono.  Sin embargo, el riesgo añadido del consumo de tabaco no vuelve nunca a los niveles de los que nunca han fumado.  Las proyecciones basadas en los datos de la mortalidad indican que varones y mujeres de 35 años que dejan de fumar añaden 2,3 y 2,8 años, respectivamente, a su esperanza de vida.  Es posible que los primeros efectos beneficiosos del abandono del consumo de tabaco no se manifiesten estadísticamente, ya que las enfermedades relacionadas con el tabaco recién diagnosticadas aumentan las posibilidades de muerte y de abandono del consumo.  Los estudios que controlan este efecto sugieren que el abandono tiene efectos beneficiosos inmediatos.

                       

La reducción de episodios cardíacos en antiguos fumadores tiene al mismo tiempo componentes inmediatos y diferidos, reflejando la compleja relación del consumo de tabaco y enfermedad arterial coronaria.  Mecanismos como la alteración de la función plaquetaria, el vasoespasmo y la disminución de la capacidad transportadora de oxígeno, son rápidamente reversibles después del abandono del consumo.  Sin embargo, el desarrollo de placas de aterosclerosis prácticamente no es reversible, siendo el principal efecto beneficioso del abandono del consumo la lenta progresión de las lesiones ya existentes.  Al cabo de 1 a 2 años de abandonar el consumo de tabaco, el riesgo de infarto de miocardio desciende en un 30% en los varones y en un 40% en las mujeres, respecto al de la población fumadora.  El riesgo de infarto de miocardio en antiguos fumadores se acerca al de los que nunca han fumado entre 2 y 4 años después de dejar de fumar.

           

Las mayores ventajas del abandono del consumo de tabaco se encuentran en la disminución de la mortalidad cardiovascular.  Las tasas de mortalidad a los 5 años en una serie de estudios indican que la mortalidad entre los que continúan fumando es de aproximadamente el doble que la registrada entre los que dejaron de fumar.  Dejar de fumar después de un infarto de miocardio añade 1,7 años de vida, en comparación con los pacientes que continúan fumando.

           

El abandono del consumo de tabaco produce también una reducción de accidentes vasculocerebrales.  El riesgo de ictus disminuye a los 2 años de abandonar el consumo, alcanzando un nivel comparable al de los que nunca han fumado al cabo de 5 años.

             

El riesgo de cáncer de vías respiratorias desciende después de dejar de fumar. Entre 6 y 10 años después de hacerlo, el riesgo de muerte por cáncer de pulmón desciende al 40%, aproximadamente, tanto en varones como en mujeres.  Sin embargo, incluso al cabo de 15 años de abstinencia, la incidencia de cáncer de pulmón se mantiene entre un 10 y un 20% por encima de la registrada entre los que no han fumado nunca.

             

Otros efectos beneficiosos para la salud que lleva consigo el abandono del consumo de tabaco son la reducción de los síntomas por enfermedad vascular periférico, la reducción de la mortalidad por aneurismas aórticos, la disminución de la enfermedad ulcerosa péptica, la mejoría del control de la tensión arterial, el aumento de los niveles de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y los mejores resultados del embarazo.

                       

Los riesgos para la salud asociados al aumento de peso después de dejar de fumar son despreciables en comparación con los efectos beneficiosos conseguidos.


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