Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias de la universidad austral de chile en relación al hantavirus
Autor: Ana Luisa Cisternas Muñoz | Publicado:  11/10/2007 | Enfermedades Infecciosas , Microbiologia y Parasitologia | |
Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias sobre Hantavirus.3

 

La mayoría de los estudiantes estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con que es un deber de sus profesiones colaborar en planes de prevención de Hantavirus, que la formación profesional debiera incluir capacitación para su prevención, con el hecho de que ellos como profesionales podrán contribuir a la prevención de la enfermedad y con que estarían dispuestos a educar a quienes los rodean con respecto a la enfermedad. Si bien la mayoría también manifestó interés en asistir a capacitaciones durante su vida profesional, sobre el 15% se mostró indiferente ante esta idea (Tabla 7).

 

Tabla 7. Respuestas a las preguntas elaboradas para la medición de actitudes hacia la prevención del Hantavirus en el desempeño profesional. MA, muy de acuerdo; A, de acuerdo; I, indiferente; D, en desacuerdo; MD, Muy en desacuerdo.

 

hantavirus_virus_microbiologia_12

 

 

De acuerdo a las respuestas a las preguntas presentadas en la tabla 8, las actitudes de la mayoría de los estudiantes hacia la prevención del Hantavirus fueron positivas (Gráfico 10). No se detectaron diferencias en los puntajes de actitud entre alumnos de distintas carreras (Kruskal-Wallis, H= 2,233; P= 0,327) ni entre aquellos que habían tenido clases previamente con respecto a aquellos que no (Mann-Whitney, U=2994; P= 0,717). El avance académico no se correlacionó con actitudes hacia la prevención del Hantavirus en ninguna de las tres carreras (Agr.: rs: -0,103; t(N-2): -0,900; P: 0,371; Ing. For.: -0,113; t(N-2): -0,874; P: 0,386; Med. Vet.: rs: -0,099; t(N-2): -0,891; P: 0,376).

 

hantavirus_virus_microbiologia_13

 

 

Gráfico 10. Distribución porcentual de actitudes hacia la prevención del Hantavirus según carrera.

 

DISCUSIÓN

 

Los efectos de diversas estrategias de educación sobre los conocimientos de la población objetivo han sido evaluados en trabajos tanto en Chile como en otras áreas (Soto y col 1995, Apt y col 2000, Alvarado y col 2006) mostrando resultados diversos, pero coincidiendo en la importancia de los programas educativos. En el caso del Hantavirus en particular, existen en Chile diversas iniciativas llevadas a cabo tanto por el MINSAL como por organizaciones no gubernamentales (ONG), cuyos efectos a la fecha no han sido evaluados. De acuerdo a los resultados de este trabajo los estudiantes de las carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile se informan con respecto al Hantavirus principalmente a través de medios de comunicación masiva, afiches y en el caso de Medicina Veterinaria a través de clases en la Universidad. La mayoría de los estudiantes de carreras silvoagropecuarias mostraban un nivel medio de conocimientos con respecto a la epidemiología y prevención del Hantavirus. La adquisición de estos conocimientos se podría deber a las campañas de prevención de la enfermedad impulsada por el MINSAL, así como probablemente a la cobertura periodística dada a los casos de Hantavirus. Si bien  esto refleja un cierto efecto de las campañas estatales, el promedio de respuestas contestadas acertadamente (47%) indica que estos conocimientos serían insuficientes, especialmente si se pretende que estos futuros profesionales contribuyan a la prevención de la enfermedad en el medio rural.

 

El hecho de que no existían diferencias en nivel de conocimiento entre estudiantes de primer año en las tres carreras, implica que existe un nivel basal de conocimientos que en el caso de los estudiantes de Agronomía e Ingeniería Forestal no se modifica a lo largo de la carrera, en tanto que en Medicina Veterinaria se incrementa. Considerando que con la excepción de clases universitarias, los estudiantes de las distintas carreras han estado sometidos a los mismos medios de información con respecto a la enfermedad, las diferencias entre carreras podrían atribuirse a la asistencia a clases. Esto se demuestra en que  existen diferencias significativas entre Medicina Veterinaria y las demás carreras, y además en el hecho de que los estudiantes de Medicina Veterinaria que habían tenido clases respondieron en forma significativamente más acertada que aquellos que no habían tenido clases. Experiencias similares han sido reportadas en campañas de educación sanitaria para la prevención de otras enfermedades. Por ejemplo, en una evaluación de una estrategia educativa para la prevención de la malaria en Colombia, los autores concluyen que “las estrategias educativas pueden mejorar las prácticas de prevención de las comunidades, y esto traducirse en menor frecuencia de malaria” (Alvarado y col 2006), para una campaña donde se capacitaron facilitadores que a su vez educaron a la población en general. El trabajo de Alvarado y col (2006) es interesante para los objetivos del presente trabajo, por cuanto no sólo demuestra que la capacitación se traduce en un aumento en el nivel de conocimientos, sino que también en el aumento efectivo del nivel de conocimientos de las personas educadas por los facilitadores. Otro caso similar fue reportado en un estudio realizado en la séptima región de Chile, donde se evaluaron conocimientos en relación a la Hidatidosis en familias campesinas del sector y además se evaluó el impacto de una intervención educativa sobre el tema. Se determinó que luego de la intervención, los conocimientos de las personas se veían incrementados pero que además estas mismas se comprometieron a difundir sus conocimientos a las demás personas del sector que no habían sido intervenidas y cumplieron, transformándose así en fuentes primarias de conocimientos en relación a la prevención de la enfermedad para otras familias. (Apt y col 2000). Ambos trabajos respaldan la idea de emplear a los profesionales de las carreras silvoagropecuarias como facilitadores para la prevención de la enfermedad.

 

Por otro lado el hecho de que los estudiantes de Medicina Veterinaria aumentan su nivel de conocimientos con el avance académico sugiere que el hecho de tener clases en distintos puntos de la carrera tiene efectos positivos sobre los conocimientos. De este modo los estudiantes de quinto año, que hipotéticamente tuvieron al menos 3 clases, saben más que los de tercero que han tenido sólo 2 clases. En el caso de Medicina Veterinaria, las clases se realizan en las asignaturas Enfermedades Infecciosas, en IV semestre, Epidemiología Veterinaria (V semestre) y Salud Pública Veterinaria (IX semestre). Probablemente el hecho de tener clases en distintos puntos de la carrera, actúa proveyendo distintos tipos de información acorde a los objetivos de la asignatura, y por otro lado reforzando los conocimientos entregados en cursos más básicos. Considerando que la primera clase de Hantavirus se efectúa en IV semestre, y que el cuestionario fue aplicado al final del semestre, hubiese sido esperable que  casi el 80% de los estudiantes de esta carrera hubiese declarado haber tenido clases, lo que contrasta con el 52,4% que mencionó las clases como fuentes de información. Las diferencias entre lo observado y lo esperado podría deberse a inasistencias y a no recordar el haber tenido dichas clases.

 

Casi la totalidad de los estudiantes de Medicina Veterinaria, así como un alto porcentaje de los estudiantes de las otras carreras conocían que el reservorio de la enfermedad es el ratón de cola larga. Por otro lado el hecho de que estudiantes principalmente de Agronomía e Ingeniería Forestal hayan respondido que el reservorio de la enfermedad es la quila, u otras respuestas de ese tipo, puede deberse a que no hayan entendido el concepto de reservorio utilizado en el cuestionario. La respuesta a esta pregunta debe ser contrastada con la pregunta 7 del cuestionario, donde exceptuando quienes habían tendido clases casi un 50% respondió que la enfermedad también puede ser transmitida por roedores urbanos tales como el guarén o la laucha, especies que si bien transmiten enfermedades como la leptospirosis (Riedemann y Zamora 1998), no se encuentran asociadas al Hantavirus en Chile. Si bien la capacidad de reconocer teóricamente al reservorio es alta, es probable que la capacidad de reconocer al roedor en la práctica sea muy baja por cuanto otras especies de roedores también tienen cola larga (Muñoz-Pedreros 2000). En términos de prevención, es importante el hecho de que los estudiantes relacionen a la enfermedad con roedores, independiente de si son capaces o no en la práctica de reconocer a la especie, esto por el hecho de que los roedores transmiten además del Hantavirus otras enfermedades como la ya mencionada leptospirosis, e incluso pueden llegar a atacar, particularmente a niños menores de 5 años de edad (Hirschhorn y Hodge 1999), constituyendo como grupo un problema de salud pública. De este modo al evitar el contacto con roedores en general se evitan diversos problemas sanitarios.

 

Otro aspecto interesante es que exceptuando los estudiantes de Medicina Veterinaria que habían tenido clases, la mayoría de los encuestados no asoció la enfermedad a sintomatología de tipo respiratoria cuando se consultó por síntomas de Hantavirus. Esto es de importancia por cuanto el Hantavirus variedad Andes causa el llamado Síndrome Pulmonar por Hantavirus que se caracteriza por “cuadro febril (Tº superior a 38,3º C), que ocurre en una persona previamente sana, con un pródromo de síndrome gripal y que evoluciona con distress respiratorio sin causa que lo explique” (Sotomayor y Aguilera 2000). Las implicancias de esto es que al encontrarse frente a un trabajador que presenta este tipo de síntomas, los futuros profesionales no serían capaces de reconocer signos que indican la necesidad de trasladar a un trabajador o a ellos mismos a un centro asistencial. El hecho de que quienes tuvieron clases hayan asociado con mayor frecuencia el Hantavirus a un cuadro respiratorio, refuerza el hecho de que las clases como estrategia de educación sanitaria tienen efectos en términos de aumentar el nivel de conocimientos de quienes asisten a estas.


En términos de conocimientos, los estudiantes tenían mayor dominio de los aspectos relacionados con prevención de la enfermedad que de los aspectos referentes a epidemiología. Esta diferencia probablemente se explica por el hecho de que las campañas están enfocadas a la prevención de la enfermedad, más que en el conocimiento de la epidemiología. Aún cuando se ha reportado que las campañas se enfocan tanto en el conocimiento de la epidemiología de la enfermedad, como a su prevención (Sotomayor y Aguilera 2000), diversos afiches muestran que gran parte de la campaña se concentra casi exclusivamente en la prevención, lo que respalda los hallazgos de este trabajo. En ambos casos, prevención y epidemiología, los conocimientos fueron más altos en los estudiantes que habían tenido clases. Sin embargo, esta diferencia no se reflejó en las preguntas abiertas referentes a prevención, donde si bien los estudiantes de Medicina Veterinaria dieron más respuestas acertadas que las restantes carreras, no se evidenciaron diferencias en el número de menciones entre quienes habían tenido clases y quiénes no. Estos resultados son aparentemente contradictorios, sin embargo, al analizar las respuestas entregadas se observa que esto no es así. Las respuestas se diferenciaron en que los estudiantes que habían tenido clases respondieron en frecuencias más altas medidas tales como mantención de vegetación baja alrededor de las casas, desratización y uso de cloro, mientras que quienes no habían tenido clases respondieron en forma más frecuente (que quienes no) medidas asociadas a mantener alimentos en lugares herméticos y orden e higiene de las casas. Si bien todas estas medidas son adecuadas (MINSAL, sin fecha a), las medidas en que quienes habían tenido clases se diferenciaban de aquellos que no, podrían ser consideradas de mayor importancia por cuanto evitan que los roedores se aproximen a las casas y otras construcciones, en tanto que las mencionadas más frecuentemente por quienes no habían tenido clases se encuentra exclusivamente dirigida al interior de los hogares.

 

En el caso de las actitudes hacia la prevención de la enfermedad, se observó que estas no eran afectadas ni por el avance académico ni por el hecho de haber asistido a clases. La no detección de cambios se debe a que las actitudes hacia la prevención de la enfermedad eran positivas en la mayoría de los estudiantes, independiente de la carrera, avance u otras variables. La teoría de motivación de protección predice que la percepción de riesgo es el punto de partida para cambios conductuales (Maddux y Rogers 1983). De acuerdo a esto, las actitudes favorables podrían deberse a que los estudiantes se consideren a si mismos potenciales víctimas de la enfermedad, lo que es respaldado por el hecho de que más del 90% consideró que la mayoría de las infecciones se producen en el medio rural, donde estos profesionales ejercen. Sería esperable que estas actitudes se tradujeran en la implementación de medidas de prevención en el ejercicio profesional, así como en transferencia de conocimientos a quienes comparten el espacio de trabajo. Por ejemplo en estudios relacionados con la prevención de la Hidatidosis en la Región del Maule (Apt y col 2000), se observó que “la gran mayoría (de quienes fueron educados) cumplió con difundir el conocimiento aprendido, lo que favorece la multiplicación de esfuerzos, transformándose en las fuentes primarias de conocimientos para otras familias”. Algo similar se espera con los estudiantes que han sido educados para la prevención del Hantavirus: que traspasen sus conocimientos a quienes se desempeñen junto a ellos en el campo laboral, y que esto a su vez se traduzca en prácticas que contribuyan a reducir la incidencia de la enfermedad. Esta disposición fue manifestada por el 95,4% de los estudiantes que se mostró de acuerdo o muy de acuerdo con la frase “si yo tuviera un conocimiento adecuado sobre medidas de prevención del Hantavirus, me preocuparía de educar a quienes me rodean para disminuir el riesgo de que enfermen”.

 

A pesar de que las actitudes son favorables hacia la participación en la prevención de la enfermedad, los estudiantes de Agronomía e Ingeniería Forestal no poseerían un nivel de conocimiento adecuado como para ser efectivos transmisores de conocimiento hacia la población rural. Esto apoya la idea de implementar clases, para incrementar el nivel de conocimientos en los estudiantes, para su posterior difusión en el campo laboral. De este modo, los profesionales podrían actuar como “facilitadores” estrategia que se ha empleado en la prevención de otras enfermedades tales como la Malaria (sin recurrir a profesionales) (Alvarado y col 2006). Si bien se podría especular que un mayor conocimiento no necesariamente se va a traducir en prácticas concretas, se ha observado que cuando se incrementa el nivel de conocimiento en la población en riesgo, la incidencia de enfermedades disminuye, tal como ha sido reportado en los casos de Malaria y Dengue (Soto y col 1995). Más adelante se podría evaluar la posibilidad de educar a otras carreras tal como Pedagogía para que así sean agentes promotores en la prevención de enfermedades, ya sea Hantavirus u otras enfermedades infecciosas tales como la Leptospirosis y la Hepatitis.


Revista Electronica de PortalesMedicos.com
INICIO - NOVEDADES - ÚLTIMO NÚMERO - ESPECIALIDADES - INFORMACIÓN AUTORES
© PortalesMedicos, S.L.
PortadaAcerca deAviso LegalPolítica de PrivacidadCookiesPublicidadContactar