La Medicina Intensiva en la Era de la Bioetica
Autor: Dra. Odila L. Quirós Viqueira | Publicado:  8/11/2007 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Cuidados Intensivos y Cuidados Criticos | |
La Medicina Intensiva en la Era de la Bioetica.2

En el habla corriente, ética y moral se manejan de manera ambivalente, es decir, con igual significado. Sin embargo, como anota Bilberny analizados los dos términos en un plano intelectual, no significan lo mismo, pues mientras que "la moral tiende a ser particular, por la concreción de sus objetos, la ética tiende a ser universal, por la abstracción de sus principios". No es equivocado, de manera alguna, interpretar la ética como la moralidad de la conciencia.

 

En términos prácticos, podemos aceptar que la ética es la disciplina que se ocupa de la moral, de algo que compete a los actos humanos exclusivamente, y que los califica como buenos o malos, a condición de que ellos sean libres, voluntarios, conscientes. Asimismo, puede entenderse como el cumplimiento del deber. Vale decir, relacionarse con lo que uno debe y no debe hacer.


Sobre el influjo que la ciencia tuvo sobre la ética en los inicios de aquella, anotaba que si no se le añadía ciencia a la ética, esta sería algo vano, inconsistente. Pues bien, a raíz de los sorprendentes atrevimientos de la ciencia en el terreno de la biología, los moralistas, alarmados por sus potenciales repercusiones establecieron que si no se le añadía ética a la ciencia, esta se convertiría en algo peligroso para la supervivencia de la humanidad. Apareció entonces una nueva revisión de la fundamentación y sistematización de la ética, que cobijó particularmente a la ética científica y desde luego a la ética médica. La ética médica trata de los principios por los que se rige la conducta profesional en la práctica de la medicina tanto en la relación y obligaciones del médico para el paciente como en las relaciones entre los médicos. A través de los años, los recientes progresos en biología y medicina han planteado problemas éticos no abordados en la definición teórica y en la práctica de la ética médica tradicional. Así surge el concepto de Bioética que comprende los problemas relacionados con valores, conductas y principios que surgen en todas las profesiones de la salud y son aplicados a las investigaciones biomédicas; abordan cuestiones sociales relativas a la salud pública (organización, financiamiento y prestación de servicios) y amplía su marco hasta la experimentación animal y los problemas del medio ambiente.

 

Uno de los aspectos más relevantes del arte hipocrático, es el que la profesión médica alcanza una alta dignidad. El médico, en su quehacer, debía estar guiado por dos principios: el amor al hombre y el amor a su arte. En el ejercicio de su profesión el médico ha de cumplir deberes frente al enfermo, frente a sus colegas y frente a la pólis. La idea moral culmina con la exigencia de que el médico debe ser bello y bueno, calós cagathós, y al lograrlo, él se convierte en áristos, es decir, en noble. Con ello se da cumplimiento al juicio valórico de Homero según el cual el médico es un hombre que vale por muchos otros.

 

Las exigencias se referían, por supuesto, también a lo formal. Aparte de gozar de buena salud para inspirar confianza en el enfermo, el médico debía cuidar de que su presencia le fuera agradable al paciente. Debía ofrecer un aspecto aseado, estar bien vestido y perfumado y era menester que hablara con corrección, serenidad y moderación.

 

Sin duda el documento de mayor valor ético es el Juramento Hipocrático que expresa:

 

“Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higiea y Panacea, así como por todos los dioses y diosas, poniéndolos por testigos, dar cumplimiento en la medida de mis fuerzas y de acuerdo con mi criterio, a este juramento y compromiso:

 

Tener al que me enseñó este arte en igual estima que a mis progenitores, compartir con él mi hacienda y tomar a mi cargo sus necesidades si le hiciera falta; considerar a sus hijos como hermanos míos y enseñarles este arte, si es que tuvieran necesidad de aprenderlo, de forma gratuita y sin contrato; impartir los preceptos, la instrucción oral y todas las demás enseñanzas de mis hijos, de los de mi maestro y de los discípulos que hayan suscrito el compromiso y estén sometidos por juramento a la ley médica, pero a nadie más.

Haré uso del régimen dietético para ayuda del enfermo, según mi capacidad y recto entender: del daño y la injusticia lo preservaré.

No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente tampoco proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo.

En pureza y santidad mantendré mi vida y mi arte.

No haré uso del bisturí ni aún con los que sufren el mal de piedra: dejaré esa práctica a los que la realizan.

A cualquier casa que entrare acudiré para asistencia del enfermo, fuera de todo agravio intencionado o corrupción, en especial de prácticas sexuales con las personas, ya sean hombres o mujeres, esclavos o libres.

Lo que en el tratamiento, o incluso fuera de él, viere u oyere en relación con la vida de los hombres, aquello que jamás deba trascender, lo callaré teniéndolo por secreto.

En consecuencia séame dado, si a este juramento fuere fiel y no lo quebrantare, el gozar de mi vida y de mi arte, siempre celebrado entre todos los hombres. Mas si lo trasgredo y cometo perjurio, sea de esto lo contrario”.

 

Decálogo del médico humanista

 

  • Respetar la vida humana y la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad, son sus deberes primordiales.
  • Su primera obligación moral es la de ser competente científicamente en el arte de la Medicina.
  • La beneficencia, la no maleficencia, la autonomía y la justicia, encuadrados en el ámbito de la dignidad humana y orientados por ella, serán los principios éticos que informen su labor diaria.
  • Al modo humano de enfermar se le exigirá un trato también humano con los pacientes.
  • Deberá poseer ideas, valores y modos de expresión provenientes del mundo del arte y las letras.
  • Procurará en la medida de lo posible empatizar en el trato con sus pacientes.
  • Deberá ser consciente de sus deberes con la comunidad, ya que existe una dimensión social del enfermar.
  • Tratará a sus colegas con la debida deferencia, respeto y lealtad, sea cual fuere la relación jerárquica que exista entre ellos, a la vez que transmitirá su saber de una forma generosa.
  • Reconocerá en los restantes profesionales de la salud a sus verdaderos colaboradores que tienen derecho a ser tratados como personas responsables y entendidas en las materias que le son propias.
  • Tendrá el derecho a objetar científicamente o en conciencia a las demandas irracionales o antihumanas de sus pacientes u otros profesionales de la salud.

 

José Antonio Trujillo Ruiz (año 2000).

 

El abismo creado entre las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas, los problemas globales, las decisiones erróneas en la tecnificación de la vida, el uso deshumanizado de la tecnología, la distorsión del concepto de felicidad, la violencia y la impunidad de las naciones poderosas para ejercerla o combatirla a su manera, como lo demuestra lo sucedido a partir del 11 de septiembre, pone de manifiesto de forma incuestionable, el deterioro de la moral y los valores morales a que han llegado los grupos de poder que persisten en generalizar el dominio del mercado, no solo sobre las economías de los países del sur, sino sobre las necesidades, los sentimientos y la actividad de todo el género humano.

 


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