Definicion y criterios medicos de muerte. Una mirada bioetica
Autor: Dra. Elisa Antonia Dibarbora | Publicado:  23/01/2008 | Medicina Forense y Legal , Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
Definicion y criterios medicos de muerte. Una mirada bioetica.2

Repetición de todos estos tests a las 24 horas, comprobando que no haya variación. En nuestro país – Argentina – el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante -  INCUCAI -  autoridad nacional responsable de los trasplantes de órganos,  hace referencia al criterio de muerte adoptado, en el artículo 23 de la ley Nº 24.193 de trasplantes de órganos y material anatómico humano, donde  nos habla de estos puntos en los  siguientes términos:

Articulo 23º- El fallecimiento de una persona se considerará tal cuando se verifiquen de modo acumulativo los siguientes signos, que deberán persistir ininterrumpidamente seis (6) horas después de su constatación conjunta:

a) Ausencia irreversible de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia;

b) Ausencia de respiración espontánea;

c) Ausencia de reflejos cefálicos y constatación de pupilas fijas no reactivas;

d) Inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumentales adecuados a las diversas situaciones clínicas, cuya nómina será periódicamente actualizada por el Ministerio de Salud y Acción Social con el asesoramiento del INCUCAI.

La verificación de los signos referidos en el inciso d) no será necesaria en caso de paro cardiorrespiratorio total e irreversible.

 

Consideraciones bioéticas

 

Consideramos que la mayor dificultad al abordar esta cuestión se da respecto a lo que tanto cultural, filosófica y psicológicamente, entre otras razones, representa el tema de la muerte, como así también lo arraigado que estuvo históricamente el criterio de paro cardiorrespiratorio. Durante siglos, el corazón fue considerado el órgano central de un ser humano, de él dependía la vida y la muerte del organismo. Por eso se identificaba el momento final de la vida con la ausencia del latido cardíaco.

 

 Los nuevos criterios de muerte basados en el Informe de Harvard alteran la sensibilidad de los allegados de una persona a la que dan por muerta pero “no parece muerta”, ellos ven un cadáver caliente y que respira. Es que, a decir verdad, el proceso de aceptación social de una definición de muerte consensuada por la comunidad médica para fines exclusivamente médicos (trasplante de órganos y limitación terapéutica), por más estricta que sea desde el punto de vista científico y por más altruista que sea su finalidad no resuelve el problema existencial y moral del fin de una vida humana.

 

“Si una palabra es ampliamente usada como lo es la palabra , es importante que cualquier definición legal de ella no introduzca cambios significativos en el uso habitual de la palabra. De otra manera, existirá una extendida confusión acerca del uso apropiado del término” (1) Por otro lado, una cuestión de capital importancia respecto a la esfera social que involucra la muerte de una persona, sigue siendo que su real y efectiva confirmación está dada por el enterramiento del cuerpo. “Toda esta compleja situación que se genera en la práctica ha llevado Amir Halevy y Baruch Brody a obviar la discusión sobre cuándo ocurre la muerte y proponer en cambio una respuesta para cada una de las tres preguntas centrales:

 

1- cuándo se puede suspender el tratamiento del paciente,

2- cuándo pueden extraerse los órganos para trasplante y

3- cuándo es posible el enterramiento del cuerpo.

 

Respuestas:

 

Para estos autores, los médicos debieran estar autorizados a suspender unilateralmente el tratamiento ante la pérdida irreversible de la conciencia, —situación discutible porque margina al paciente o a su representante en la determinación de la futilidad de una acción médica—, y la ablación podría efectuarse cuando se cumplan los criterios clínicos hoy vigentes de muerte encefálica. La tercer pregunta es la que tiene acuerdo unánime: para enterrar el cuerpo es condición necesaria el paro cardíaco.” (2) Después de estas aclaraciones parecería que todo está resuelto, pero en realidad, el acontecimiento que supone morir no se agota en una buena definición desde el punto de vista médico o legal, ya que es una experiencia en la que está en juego lo más íntimo de la esencia humana.

 

Conclusiones

 

Desde el punto de vista médico podemos definir a la muerte humana como: “La pérdida irreversible de la capacidad y del contenido de la conciencia que proveen los atributos esenciales del ser humano y que integran el funcionamiento del organismo como un todo.”(3)

 

Debemos aceptar que se trata de una definición convencional, que se halla expuesta a confusión y desconfianza por parte de una sociedad que todavía “no se acostumbra” al nuevo significado de lo que tradicionalmente se entendía por muerte (paro cardio – respiratorio).  Admitamos, sin embargo, que lo primordial de un ser humano, de una persona como tal, y cuya ausencia determina su muerte, no se halla en ningún órgano que pueda ser reemplazado por otro similar (Ej.: trasplante) o sustituido por un artefacto producto de la tecnología, que realice la misma tarea (Ej.: corazón artificial). Es, en términos generales, la tarea del cerebro, - de coordinar la actividad de todo el organismo-, la que me identifica como la persona que soy. Se pueden sustituir muchas funciones con biotecnología pero la conciencia no, su ausencia hace perder lo que representa el organismo como un todo integrado. Con asistencia respiratoria externa, con un corazón trasplantado puedo seguir teniendo recuerdos, deseos, afectos, pensamientos, creencias que me identificaron siempre como lo que soy y la muerte encefálica representa el fin de todo eso.

 

El problema reside en utilizar el término muerte para designar el cumplimiento de requisitos pre-establecidos con fines estrictamente ligados al cese de las funciones biológicas y que no contemplan las dimensiones psicológicas, sociales y culturales – entre otras – que conlleva el fin de la vida de una persona. Al respecto, el bioeticista español Diego Gracia Guillén llega a la siguiente conclusión: “…que el concepto de muerte natural no existe, que la muerte no es un hecho natural, ya que siempre está mediatizada por la cultura. La muerte es un hecho cultural, humano. Tanto el criterio de muerte cardiopulmonar, como el de muerte cerebral y el de muerte cortical son constructor culturales, convenciones racionales, pero que no pueden identificarse sin más con el concepto de muerte natural. No hay muerte natural. Toda muerte es cultural. Y los criterios de muerte también lo son. Es el hombre quien dice qué es la vida y qué es la muerte.”(4)

 

Nos parece esclarecedora la propuesta del Dr. Carlos Gherardi. Él considera que, a casi 40 años de la Declaración de Harvard, debería reverse el concepto de muerte para los pacientes que cumplen con los criterios allí establecidos y sería mejor plantear la situación de interrupción de un soporte vital en un cuadro irreversible y no definirla como muerte encefálica. La muerte es la certidumbre máxima de la biología, pero en los seres humanos es insuficiente para explicar el fin de la vida. No somos únicamente seres vivientes mortales, tampoco dioses. Estar balanceándonos en ese frágil puente imaginario entre la finitud real y la trascendencia ideal nos ha llevado a crear la cultura, la ciencia, la religión, la filosofía. En la medida que al pensar la muerte no tengamos en cuenta todas estas dimensiones la tarea no habrá sido totalmente cumplida y sus resultados no serán enteramente satisfactorios.

 

Referencias bibliográficas:

 

  1. MACHADO, Calixto, Una nueva definición de la muerte humana, Información Científico- Docente, Instituto de Neurología y Neurocirugía, Ciudad de la Habana, 1994, pág. 12.
  2. MACHADO, Calixto, Una nueva…, pág. 13.
  3. ARIES, P, Historia de la muerte en Occidente, traducción de F. Carbajo y R. Perrin, Barcelona, ed. El Acantilado, 2000, pág. 85.
  4. GERT, B; La muerte, en Perspectivas Bioéticas de las Américas,   Bs. As., FLACSO – UBA, 1997, número 4, pág. 8.
  5. GHERARDI, C; Vida y muerte en terapia intensiva. Estrategias para conocer y participar en las decisiones. Buenos Aires, Biblos, 2007, pág. 85-86.
  6. Machado, Calixto, Una nueva..., pág. 55.
  7. GRACIA, Diego, Ética en los confines de la vida, Editorial El Búho, Bogotá, 1999, página 337.

Revista Electronica de PortalesMedicos.com
INICIO - NOVEDADES - ÚLTIMO NÚMERO - ESPECIALIDADES - INFORMACIÓN AUTORES
© PortalesMedicos, S.L.
PortadaAcerca deAviso LegalPolítica de PrivacidadCookiesPublicidadContactar