Desde hace 30 años la formación de profesionales en nuestro país, y en particular, la formación académica se ha realizado mediante la obtención de grados científicos (doctorales y maestrías) y categorías de docencia e investigación, el cual se acompaña de un alto componente socio- humanista, por lo que se hace necesario estimular la reflexión sobre la dimensión ética vinculada a la práctica profesional en el campo de las Ciencias Médicas que es bastante complejo. En la actualidad se confirma aquella sentencia de Francis Bacon, según la cual el conocimiento es poder. El esfuerzo por el desarrollo social y el bienestar humano reclama un sostenido esfuerzo por desarrollar el conocimiento, la ciencia, la tecnología y ponerlos al servicio de las mayorías aunque en la actualidad está muy lejos de satisfacer esta expectativa humanista ya que la capacidad científica y tecnológica en el mundo responde a otros intereses: generar beneficios a los dueños del capital, impulsar la carrera armamentista con el deterioro del medio ambiente como consecuencia, polarizar aún más las riquezas y el poder.