Se acabaron los días en que si uno se quejaba del fumeteo en el trabajo te decían que eras un follonero y que debías aguantar sin rechistar.

¿Es esto bienestar? Evidentemente, para unos sí y para otros no, pero lo que es cierto es que es tremendamente justo ya que proteje la salud del más desfavorecido en la cuestión del fumeteo. El no fumador es el que siempre tiene las de perder, el agredido, el que juega con desventaja.

Y desengañémonos, la Ley antitabaco no pretende prohibir fumar a nadie, solo projete al no fumador.